Málaga

Nacida para comunicar

  • La Facultad de Ciencias de la Comunicación se creó hace 25 años para ser la segunda de Andalucía

  • Su implantación ayudó al crecimiento mediático de Málaga

En la minúscula cafetería de Valentín, junto a la puerta trasera de Martiricos, se fraguaban los primeros sueños, se festejaban las primeras prácticas, se templaban los primeros nervios ante los exámenes. Con las carencias técnicas suplidas por devoción vocacional, los estudiantes hicieron de la recién nacida Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga su casa, su otra familia. Compartir el aula con tan sólo 50 alumnos de cada especialidad -Periodismo, Comunicación Audiovisual y Publicidad y Relaciones Públicas-, suponía una especie de prolongación del instituto, un espacio íntimo en el que conectar con compañeros de inquietudes similares. Fue para estos estudiantes el escalón definitivo a la madurez. Cuando ni siquiera existía el móvil la labor se ejercía de forma diferente. Ahora, 25 años después y con cambios vertiginosos en el cómo, el qué sigue siendo el mismo: la necesidad de comunicar.

"Nos adaptaremos a diferentes soportes, la sociedad se construirá de otra manera pero el ámbito de la comunicación cada día va a tener más peso e importancia", considera la decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Inmaculada Postigo. Y en torno a esa convicción de que "la comunicación es absolutamente necesaria y fundamental" sigue creciendo esta facultad que se instaló en el campus de Teatinos en su quinto año de vida -en el edificio de Turismo- y que ya cuenta con antiguos alumnos trabajando en todos los sectores, en ámbitos locales, nacionales e internacionales. "La implantación de estos estudios en la UMA ha contribuido directamente en el crecimiento mediático de Málaga, más de la mitad de las plantillas actuales de los medios malagueños han salido de estas aulas", comenta Bella Palomo, directora del departamento de Periodismo.

Hace un cuarto de siglo tan sólo se podían realizar estos estudios en seis o siete universidades españolas. Hoy, la oferta supera los 90 títulos. Esto supone que miles de estudiantes se gradúan cada año dispuestos a ingresar en un mercado laboral propenso a la precariedad, jornadas de horas incontables escudadas en una profesión que también es un estilo de vida. "La formación es un 50% de la clave del éxito del alumno", considera Bella Palomo. La otra mitad lo aporta el entorno, la capacidad propia para no ponerse límites y, principalmente, la actitud del estudiante, detalla. Porque no es precisamente cómodo el oficio, como dice la catedrática de la UMA. Más aún en una sociedad que "ha asumido una intensa revolución tecnológica, que se muestra permanentemente conectada al mundo a través de las pantallas y demanda una oferta mediática hiperactiva que se adapte a sus ritmos de consumo". Y en esto se encuentra el reto formativo de la entidad que cumple su cuarto de siglo.

"Este ha sido un curso para reflexionar y actualizar nuestro programa conectando con la actualidad profesional gracias a grandes expertos como Carmela Ríos, Mar Cabra, Ismael Nafría, Alfonso Armada o Mark Deuze, todos nuestros invitados han coincidido en subrayar la relevancia que tiene la actitud del estudiante para conseguir el éxito profesional. La especialización y la vocación son las claves para sobrevivir profesionalmente en el ámbito de la comunicación", apunta Bella Palomo. "Muchos de nuestros estudiantes lo han conseguido y trabajan en la CNN, The Washington Post, Efe, El Confidencial, El País, RTVE, Canal Sur, Telecinco, Cuatro, Antena3, Europa Press..., y los más emprendedores han creado incluso su propia empresa", agrega la catedrática.

Samuel Granados fue alumno entre 1999 y 2003. En 2007 acabó el doctorado y consiguió la suficiencia investigadora. Empezó como becario en la UNED y el Servicio de Educación y Nuevas Tecnologías de la Diputación Provincial para después trabajar como formador en empresas del PTA y la propia universidad en temas relacionados con la comunicación visual y digital. Pero no lo dejó ahí. En 2005 se fue al Politécnico de Milán para estudiar Diseño de la Comunicación. Con estos mimbres, su rodaje en la profesión le ha llevado lejos. "El verano de 2008 empece a trabajar en una redacción por primera vez, fue como becario para El Mundo y seguí con ellos como colaborador hasta que me contrató Público en marzo de 2009", relata desde la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, donde está cursando un máster en cine experimental.

En 2012, Samuel Granados se fue a Argentina como jefe de infografía del diario La Nación y de ahí dio el salto a Estados Unidos para trabajar en The Washington Post como editor y subdirector del departamento. "Mi especialidad son los gráficos informativos, el periodismo de datos y el storytelling digital (documental interactivo) y tengo un especial interés por el periodismo de derechos humanos y temas como la inmigración", dice este cordobés de nacimiento y malagueño de adopción que ha conseguido más de un centenar de premios internacionales, como el primer y segundo premio en la misma edición de World Press Photo 2017.

Ángela Bonachera, que trabaja en la CNN, Magda Trillo, directora de Granada Hoy, una de las pocas mujeres al frente de un periódico en España, el cineasta Rafatal o Javier Ruiz, subdirector del programa presentado por Bertín Osborne Mi casa es la tuya son otros cuatro de los cientos de ejemplos de los que quisieron y pudieron dedicar su esfuerzo a la profesión que eligieron estudiar. "Lo importante no ocurre solamente en los cuatro años de clase, la formación es un proceso permanente", sostiene Bella Palomo. El reto para los próximos 25 será la adaptación perpetua a las necesidades cambiantes sin perder de vista el fondo que siempre ha de servir de sólida base.

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