Francisco oblaré. vicepresidente cuarto de la Diputación y número tres del PP en Málaga

"Pasé por allí, vi el coche y se me ocurrió"

-¿Se arrepiente de algo?

-De nada, creo que quienes se tienen que arrepentir son los que me agredieron y los que supuestamente son representantes de los andaluces y se esconden detrás de los escoltas.

-Cuando ha visto la imágenes, ¿que sensación le han causado?

-Me sorprendo, porque estoy en un acto al que estoy invitado representando a la Diputación, estoy con las autoridades, soy una autoridad; y me dirijo a mi presidenta andaluza mostrando una carta para que la coja y de repente sus escoltas se lanzan sobre mí. Y lo que más me sorprende es ver la cara de satisfacción de la presidenta. Creo que a la princesa del pueblo se le ha caído la careta y prefiere la violencia a afrontar los problemas de los andaluces.

-El suyo fue el último de unos actos que empezaron cuando fueron al hotel en el que se alojaba para solicitarle una reunión.

-Yo no estaba en el hotel, aunque se está poniendo, acudo después para hacer unas declaraciones. Estábamos pidiéndole una cita que le solicitamos al delegado de la Junta [José Luis Ruiz Espejo] el día antes y fue incapaz de ponernos a disposición. La presidenta podía habernos recibido en un minuto y recibir la solicitud de los alcaldes. Y después tener una apacible acto en la celebración del Museo Picasso.

-¿Ve lógico pedir una reunión a la presidenta de la Junta presentándose en su hotel? Y más siendo una vicepresidenta de la Diputación la que la solicita.

-Cualquier ciudadano debe tener acceso a un presidente de la Junta y éste tiene la obligación de atenderlo. No sé por qué no pueden unos representantes públicos, alcaldes votados en las urnas; a ella nadie la ha votado todavía. Tampoco queríamos molestar, sólo contarle una cosa en dos minutos.

-¿Pero existen otros cauces institucionales para solicitar un encuentro? No son ciudadanos.

-Cada uno elige los cauces; no hay ninguno establecido. Yo no creía que fuera nada extraño que nos atendiera allí.

-¿El presidente de la Diputación, Elías Bendodo, estaba al tanto de los planes del sábado?

-Conocía que estábamos encerrados y teníamos una concentración a las puertas de la Delegación de la Junta. Luego fue casualidad que vi el coche en la puerta del hotel y a los escoltas, y se me ocurrió.

-Entonces, la idea de ir al hotel fue suya y ¿surgió al ver los vehículos oficiales o ya tenía conocimiento de dónde se alojaba la presidenta?

-Pasé por allí y comprobé que el coche y los escoltas estaban allí.

-Lo comprobó pero ya lo sabía.

-Sí, ya me lo habían dicho.

-¿Desde Subdelegación?

-Eso no sé quién lo dice. Eso se lo deben de hacer mirar en las filas del PSOE.

-La misma Junta asegura que por seguridad sus movimientos sólo los conocía la Subdelegación del Gobierno. Además salió mucho antes del acto para visitar a un familiar.

-No lo sé. Pues a lo mejor deberían de mirar el tema de seguridad porque no pasa desapercibida la presidenta en la ciudad.

-Prácticamente todo el mundo coincide en definir la protesta en el hotel como escrache.

-Las protestas no están prohibidas en este país. Los alcaldes, además de representantes públicos, son personas y lo están pasando mal. Un escrache es un agobio que se le hace a una persona que va andando y se le va insultando y vejando. Una señora que va dentro de un coche blindado de diez toneladas, acelerando frente a unos alcaldes con una pancarta, el milagro fue que no arrollara a nadie. No era una actitud violenta, era pacífica y se dijo la verdad, que no pagan.

-Si se volviera a repetir el día, ¿lo harían exactamente igual?

-Seguro.

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