Málaga

Puertas que se abren al margen de las estadísticas

  • El paro sigue creciendo entre los mayores de 55 años en Málaga pese a la recuperación económica, aunque hay personas que han conseguido un empleo frente a la adversidad

Se levanta de madrugada para entrar a las 6:00 en su puesto de trabajo. Se pasa ocho horas manipulando pescado congelado, pero no se queja. Todo lo contrario. José Antonio López Becerra está tan feliz de formar parte de la empresa M-Gutiérrez que parece que le ha tocado la lotería. Y en parte es así. Tiene 57 años. En 2010 se quedó en paro después de haber trabajado toda su vida sin una interrupción mayor que dos semanas entre empleo y empleo. A partir de ahí, solo encontró puertas cerradas en una edad que juega en su contra. Más aún a Amelia Fernández que ya ha cumplido los 60. Tan negro se le puso el panorama que pensó en emigrar como voluntaria a Perú o Brasil. Hace un año comenzó en Cemosa y dice estar tan contenta "que me he quitado 20 años de encima". Ellos son dos ejemplos de optimismo al margen de las estadísticas. En su historia se percibe esa recuperación soñada a la que poder aferrarse.

"Yo era camionero", dice José Antonio, que se ha recorrido Europa de una punta hasta la otra con frío, nieve y demasiadas horas al volante. "Empezaron no pagando, me veía negro para cobrar, me daban un poco, medio mes, hasta que cerró la empresa y nos vimos siete u ocho personas en la calle", agrega. Nunca le había faltado el trabajo, relata José Antonio, quizás por eso sostiene que "en mi vida había vivido nada más horroroso". Al principio pensó que con su experiencia y sus contactos podría salir del bache pronto. Pero se dio cuenta de que la situación estaba en estado "ruinoso". "En cada empresa que iba a visitar estaban de pena, se mantenían con la gente que tenían, despidiendo a los más nuevos y eso es lo que había, más contratos ni pensarlo", comenta José Antonio.

Con dos hijos menores y una mujer sin empleo, cuando se acabaron las prestaciones se extendió la ansiedad y el ánimo se arrastró por los suelos. De ganar 3.000 euros al mes en épocas de bonanza a cobrar la ayuda de 426 euros va todo un mundo. "Con mi edad tampoco me planteaba emigrar porque quién me iba a querer cuando hay tanta gente joven esperando un trabajo", razonaba este malagueño.

En 2013 entró en Arrabal-AID y participó en talleres de estrategias de búsqueda, acudió a sesiones de apoyo y motivación para mejorar su currículum y las habilidades sociales. "Y me levantaron un poco el ánimo, que uno estaba tocando fondo", reconoce. En 2015 cambió su situación y encontró hasta tres trabajos. Ese verano la empresa M-Gutiérrez le hizo un contrato indefinido. "Tuve varias ofertas, ya se empezó a ver algo de color a la situación", apunta. Ahora tiene un incentivo de producción, está más tiempo en casa, disfruta de los fines de semana libre y puede ganar más al mes con las horas extra. "La vida me ha cambiado como de la noche al día, todo ha mejorado", concluye.

Amelia Fernández tenía un gran currículum a sus espaldas pero también, pesando como una losa, una fecha de nacimiento que poco ayudaba a rehacerse después de ser despedida tras una baja de larga duración. Esta licenciada en Geografía e Historia hizo oposiciones y trabajó en el Imserso, impartió cursos de formación ocupacional durante 15 años y en los 90 inició una larga etapa laboral tramitando siniestros en la compañía de seguros Meridiano. "Estaba convencida de que iba a encontrar trabajo porque me había formado en un ámbito nuevo, me gustaba lo que hacía, tenía un conocimiento del seguro amplio, pensé que iba a ser más fácil", comenta Amelia. Pero nada más lejano de lo que fue su realidad. Su marido enfermó y lo cuidó hasta su fallecimiento. Después hizo lo propio con su padre.

"Me encontré sola, vacía y sin nada", confiesa Amelia. Arrabal-AID la metió en cursos, pudo ampliar su curriculum, hizo prácticas acreditativas en empresas para tener un certificado y poder acceder al mercado laboral no como licenciada sino como administrativa. "Empecé a lanzar curriculum por activa y pasiva, yo no ponía la edad pero en los portales de empleo te obligan a cumplimentar la fecha de nacimiento y las empresas ya ni te llaman", afirma y agrega que su único objetivo era llegar a la entrevista, "que alguien me oyese y me viese". Y en Cemosa, Centro de Estudios y Control de Obras y Materiales por fin llegó gracias a Arrabal y al programa Incorpora de La Caixa.

"Les caí en gracia, vi que había muy buena disposición, el trato fue muy afable y directo, y me hicieron sentir muy a gusto", recuerda Amelia, que tiene un contrato indefinido, 14 pagas y un trabajo que le gusta y le ha hecho rejuvenecer. "Me han dado una oportunidad que no esperaba, aún no me lo creo, es como si me hubiera tocado la lotería, a estas alturas me van a permitir poder jubilarme", añade esta empleada que pudo salir a flote desde lo más hondo. "¿Sabes lo que es mantenerte con 400 euros, ver que se acaban en un mes y que no hay futuro ninguno?", dice y recuerda con horror esos días en los que "la autoestima se te viene por los suelos". Positiva, vital y alegre, Amelia es un caso al margen de las estadísticas.

El descenso interanual del desempleo parece que ha pasado de largo en el colectivo de personas con mayor edad en la provincia malagueña. De hecho, ahora hay más parados mayores de 59 años que hace justo un año, por lo que las perspectivas no son especialmente halagüeñas pese a que la economía provincial esté creciendo por encima del 3% y el consumo de los hogares vuelva a lucir, con lo que ello representa en la facturación de las empresas y, por tanto, en la supuesta generación de puestos de trabajo.

Los datos del Ministerio de Empleo no dejan mucho lugar a la duda. En febrero -último dato publicado- había 13.269 personas en paro demandando un empleo con más de 59 años, 680 más que hace un año, mientras que en el colectivo de ciudadanos entre 55 y 59 años se contabilizaban 20.774 desempleados, cuatro personas más que en el mismo mes del año anterior. Sí ha habido un ligero descenso, de 466 personas, en el grupo de personas que tienen entre 50 y 54 años.

Si se toma como referencia, por ejemplo, los 50 años en adelante, la situación de estas personas se antoja complicada para encontrar un empleo. En estos momentos, hay 57.376 personas en la provincia que están en el paro y tienen más de 50 años, un 0,4% más que en febrero del año pasado. Pero lo más llamativo es que representan el 31% del total de desempleados apuntados en las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo, es decir, casi uno de cada tres parados en Málaga tiene más de 50 años. En este contexto, hay diversas interpretaciones en función del sexo. Si solo se analiza el volumen, las mujeres son las más perjudicadas porque hay 29.999 desempleadas con más de 50 años en la provincia, 556 más que hace un año. Sin embargo, su tasa respecto al total de mujeres paradas es menor que en los hombres, pues en las féminas es del 30% y en los varones del 32,5%.

Las estadísticas permiten realizar todo tipo de estudios que muestran comportamientos significativos y hasta curiosos. Por ejemplo, ahora hay menos parados hombres mayores de 50 años que hace un año pero, sin embargo, su peso respecto al total de varones desempleados ha aumentado más de dos puntos, pasando del 30,1% en febrero de 2015 al 32,5% en febrero de 2016.

En cualquier caso, las comparaciones son odiosas y si se hacen con los números de hace una década aún más. En 2006 Málaga estaba en pleno auge económico, las empresas estaban con altas cargas de trabajo y el paro, aunque era alto porque siempre lo ha sido, era más o menos soportable. El dato es demoledor. Ahora hay 100.000 parados más que hace una década en el cómputo global y en el colectivo de mayores de 50 años se ha incrementado en 38.374 personas. En 2006, los parados mayores de 50 años eran el 22% del total y ahora están en el 31% mencionado.

El fenómeno es similar en toda España, si bien Andalucía es la que sale peor parada porque es la que tiene un mayor número de desempleados en el país. Casi uno de cada cuatro. Málaga no escapa de esa tendencia y es la segunda provincia andaluza, tras Sevilla, con más desempleados mayores de 50 años.

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