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Regresos que saben a gloria

  • Los restaurantes de las escuelas de hostelería La Cónsula y La Fonda abren al público con sus cubiertos completos después de dos años y medio cerrados

Regresos que saben a gloria

Regresos que saben a gloria

Las primeras en llegar fueron Michelle y Helene, dos francesas afincadas en Alhaurín de la Torre y asiduas al restaurante de La Cónsula muchos años atrás. Cada semana dedicaban un día a saborear los platos preparados por los alumnos de la Escuela de Hostelería de Málaga y disfrutar tanto del servicio como del entorno, "que es maravilloso". "Para mí antes era el mejor restaurante de la zona, a ver qué tal ahora", comentaba Helene, que se "entristeció" mucho cuando cerraron sus puertas al público. Cuando supo que volvían a abrir se apresuró a hacer la reserva. Lo malo es que se lió un poco con la web (http://lajunta.es/15928 ) y su mesa ayer estaba preparada en La Fonda. Con unas gestiones de la profesora de sala Isabel García todo quedó arreglado y ambas comensales, contentas de regresar a un sitio que siempre ha sido visita obligada de sus amigos cuando llegaban a Málaga.

"El menú es sorpresa, pero seguro que estará buenísimo", consideraban estas clientas antes de iniciar lo que, indudablemente, sería una buena experiencia gastronómica. Carpaccio de pulpo con centollo aliñado y vinagreta de piñones, merluza al horno con salsa de espárragos blancos, presa ibérica adobada a las finas hierbas y mousse de limón a la albahaca para terminar. Con estos cuatro platos, y un precio de menú de 20 euros, abrió ayer la nueva etapa de La Cónsula. En La Fonda optaron por gazpacho andaluz con aceite de oliva virgen extra helado y aire de lima, suprema de rodaballo sobre tomate dulce y azafrán y taco de presa ibérica a la parrilla con papas arrugás y cilantro. De postre, profiteroles a los tres chocolates.

No hay que olvidar que no son restaurantes al uso, lo que debe primar es la formación"Mariano Ruiz AraújoDelegado de Empleo

Ambos establecimientos colgaron en su primer día el cartel de completo. Y es que tan sólo La Cónsula había recibido en los primeros días unas 200 reservas. Cada jornada -de martes a jueves- tienen la posibilidad de ofrecer el almuerzo a 40 personas en dos turnos estimados entre las 13:00 y las 15:00. En La Fonda los comensales serán 25. Por el momento se han diseñado tres menús, uno infantil a 14 euros, el del día a 20 y el degustación a 50 euros. Con estos precios y la fama que les precede, la expectación del público por volver a estos restaurantes de prácticas ha sido alta. Hasta el 11 de junio permanecerán abiertos y continuarán en octubre con el nuevo curso, para el que aún está abierto el plazo de solicitudes. "Nos comprometimos a abrir este año y lo hemos cumplido, aunque este sea el primer rodaje", comentó el delegado de Empleo, Mariano Ruiz Araújo.

También explicó que el proceso ha sido complicado. "Se ha tenido que hacer una normativa exclusiva para esto y se han dotado a los centros de terminales especiales para que el pago del cliente vaya directamente a Hacienda, por eso se tiene que hacer con tarjeta de crédito y por adelantado, antes de sentarte en la mesa, no se permite el pago en metálico", agregó Ruiz Araújo. En el menú se advierte a los clientes que "no se aceptan propinas". "La persona que se sienta en esta mesa es un colaborador del proceso formativo", comentó Cristina Guerrero, coordinadora de las escuelas. El delegado de Empleo agregó que "no hay que olvidar que La Cónsula no es un restaurante al uso, lo que debe de primar es la formación y el cliente se ha de adaptar a eso".

Los alumnos que van a llevar adelante el restaurante son los de segundo curso de La Cónsula, 50 estudiantes, y los 40 de La Fonda de primero. En el centro malagueño, a las 12:00 estaban enfrascado en la mice en place del salón. Con una bomba de gas, un cazo de agua caliente y su vapor, iban humedeciendo una a una las copas para abrillantarlas con un paño. La profesora Isabel García les daba instrucciones. Dónde colocar la copa de agua, la de vino blanco y tinto. "Chicos, vamos, hoy lo hacemos como todos los días, no es nada diferente", les animaba. Pero entre cámaras y periodistas y con la presión de que en una hora llegarían los primeros clientes no era lo mismo.

Tras la puerta abatible, el profesor Miguel Muñoz se encargaba del cuarto frío. Allí sus alumnos preparaban el carpaccio de pulpo y centollo. Y Alejandro Zamora volvía a explicar cómo terminar su plato, la merluza asada. Carmen Sánchez, profesora de pastelería, apuntaba: "hemos tenido el aula de prácticas todo el curso y todos los días y a mí me han demostrado lo que han ido aprendiendo, pero es verdad que no es lo mismo trabajar para un compañero que para un cliente". Y esto, como señalaron los responsables de Empleo, no ha hecho más que empezar. El sistema ha costado montarlo más de dos años pero nace para quedarse.

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