Málaga

Sorpresa con mucho arte

  • Una hija sorprende a su madre en su cumpleaños con una muestra de sus cuadros y los de su colección

Buenaventura Ortega decidió celebrar su cumpleaños, el pasado día 3 de febrero, con una visita a una exposición del Colegio de Médicos que le había recomendado su marido. Le apetecía mucho porque es una gran apasionada de la pintura, pero jamás podía haber imaginado la sorpresa que le estaba esperando. Allí se encontró con todos sus amigos y familiares y, lo más importante, con los cuadros que ella había pintado de forma amateur y todos los que había ido adquiriendo a lo largo de su vida. De Celia Berrocal, Tomasa Martín, Antonio Montiel, Leonardo Fernández o Daniel Ponce Montuy. Detrás de esta sorpresa: los desvelos de su hija Isabel que lo urdió todo a sus espaldas para montar la exposición que su madre, sin saberlo, siempre había deseado. "Me costó bastante porque yo no sabía cómo se montaba una exposición y tuve que hacerlo todo en secreto", cuenta Isabel.

"Yo quería mantener la compostura, pero las lágrimas se me salían por los lados", cuenta aún emocionada Buenaventura que, al día siguiente pudo disfrutar a solas de la exposición y ver cómo la anunciaban los periódicos en sus agendas.

Aunque hubo algo que a Buenaventura, que regenta desde hace años una de las droguerías más populares de Huelin, conocida como La Tuti, le hizo especial ilusión. Y es haber podido ver expuestos los cuadros de su pintor preferido, el mexicano Daniel Ponce Montuy, con el que le une una historia muy especial.

Fue en 1991 cuando su marido decidió sorprenderla comprando en una subasta un lote de 30 cuadros de un artista en ese momento desconocido para ellos. Llegaron a sus manos casi a manos del destino porque esa colección debía haber llegado a Madrid para ser expuesta en una Bienal de Arte Contemporáneo. Pero quedaron bloqueados en la Aduana malagueña, como si estuvieran esperándola a ella, y años más tarde salieron a subasta pública.

A Buenaventura le fascinaron y dedicó los seis años siguientes a intentar localizar a ese pintor misterioso, al tiempo que rechazaba todas las ofertas de compra que se le presentaron. "Por fin alguien me puso en contacto con él; era un importante muralista mexicano y, cuando lo llamé me cogió el teléfono llorando porque no sabía que había pasado con los 30 cuadros que mandó a España", recuerda Buenaventura.

A ese encuentro telefónico le siguieron otros y, aún hoy tras la muerte del artista conocido por sus murales en México, Buenaventura sigue en contacto con la viuda de Montuy.

De todo esto ha podido disfrutar Buenaventura Ortega en su 53 cumpleaños. Ella, que siempre quiso estudiar Bellas Artes, que impulsó la creación de una escuela de pintura en su barrio, Huelin, que no se pierde ni una sola de las exposiciones que se montan en Málaga.

Ahora, dice, ha recuperado su pasión por la pintura y, lo más importante, todavía se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda el esfuerzo de toda su familia, que durante meses la tuvo engañada para que no supiera nada. "Ella se lo merecía porque ha estado toda su vida trabajando en la droguería con esa pasión por la pintura", explica la hija.

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