Málaga

"Tapar el río Guadalmedina sería condenar a Málaga a una desgracia"

  • El ingeniero y veterano conocedor de la cuenca Sur critica que la provincia tenga un déficit con respecto a las infraestructuras hidráulicas que la alejan del resto de Andalucía, a pesar de ser más sensible a las sequías

Nació en Madrid hace 67 años y sin embargo se considera "un paleño de pro". Es probablemente uno de los ingenieros de mayor peso y experiencia del panorama nacional y un gran conocedor de la cuenca Sur, donde ha trabajado durante cuatro décadas. Su sinceridad a la hora de afrontar la gestión del agua le han valido las críticas de ambos bandos. Durante la etapa del PP en la extinta Confederación Hidrográfica del Sur estuvo ocho años confinado en un despacho sin ordenador y sin funciones. Su última mala experiencia fue su destitución como alto directivo de la Agencia Andaluza del Agua tras el desmantelamiento de la Cuenca Mediterránea Andaluza a la que se opuso abiertamente. Ahora, está a punto de jubilarse.

-¿En qué ha cambiado la provincia con respecto a las infraestructuras hidráulicas en los últimos años?

-Me da lástima la situación en la que está la provincia y la cuenca mediterránea porque desde que estamos transferidos a Andalucía nos hemos encontrado con un centralismo mucho más duro del que había con el centralismo español. En la cuenca Sur, donde la precipitación y el recurso renovable por habitante es la mitad que en el resto de Andalucía, curiosamente las infraestructuras para que la garantía de uso del ciudadano sea semejante a la del Guadalquivir, es mucho menor. Esto ocurre porque cuando las confederaciones como modelo de gestión estaban implantadas en toda España en los años 20, en la cuenca sur no se creó hasta 1960 cuando empieza el nacimiento de la Costa del Sol. El resultado es que dispone de una infraestructura de gestión deficitaria y eso no se soluciona con palabritas del niño Jesús ni con discursos preciosistas. En los 12 años que estuve como director de la CHS la capacidad de embalse en la cuenca casi la duplicamos, pero desde 1996 no se ha hecho ni un metro cúbico más de capacidad de regulación, ni siquiera proyectos porque todos están paralizados.

-¿Cree que ha influido la corriente de la Nueva Cultura del Agua?

-Lo que se ha conseguido con eso es que a los políticos oportunistas de un partido o de otro les resulte muy cómodo abandonarse de manos de esa modernidad de tres al cuarto que no exige inversión. Es mucho más fácil ir convenciendo a la gente de que no gaste tanta agua. Un político que no tenga visión de política de estado en el tema del agua y la utilice como política de negocio de votos está vendiendo a una zona. Estamos distanciándonos del resto de Andalucía y en cualquier momento se empezará a notar porque además esas inversiones hay que planificarlas con mucho tiempo. Quince años de abandono en la planificación hidráulica es muy grave.

-¿Por qué ese rechazo a las presas en favor de las desaladoras?

-He sido uno de los defensores de la política de desalación cuando todavía no la defendía nadie. Pero no es la panacea de todos los problemas. Es cara y tiene muchas desventajas porque allí donde se ubican necesitan tener mucha energía disponible y no tienen tanta agilidad de producción de agua potable. Estamos en una zona eminentemente estacional por el turismo y hay unas puntas importantes en la demanda que las desaladoras no resolverían.

-¿Qué obras hubiera hecho si le hubieran dejado?

-Hay muchas que están mas o menos planteadas. En Málaga, por ejemplo, proyecté en 1983 el salvoducto desde la presa del Guadalhorce hasta el mar que estuvo funcionando unos años muy bien para gestionar los altos niveles de salinidad. Pero había que mejorar parte del trazado y la obra se abandonó. No se ha reparado en todos estos años pese a que quitaba 500 toneladas de sal al día al embalse y que hoy en día siguen entrando.

-¿Cree que se hará alguna presa más en la provincia?

-Espero que sí y además que se termine recreciendo la de La Concepción, que parece que no se quiere afrontar.

-Pero ni la presa del Genal ni la de Cerro Blanco han encontrado el apoyo para construirse...

-Yo fui el primero que estaba en contra del proyecto de Cerro Blanco porque esa presa se planteó como una fase de una planificación mayor. Esta presa no serviría para regular las aguas del río Grande, pero sí podía servir como regulación de cola desde un posible trasvase desde el Genal a través de la presa de río Verde. Sin ese primer logro no tenía ni pies ni cabeza y resultó que en esa etapa heroica de José Antonio Villegas al frente de la CHS se decidieron cosas inauditas sin saber lo que leían.

-Del famoso Plan Málaga al final tampoco se supo nada...

-Sólo se hizo la desalobradora de El Atabal, que es precisamente la obra que supone un mayor derroche de agua porque al mismo tiempo se hizo una bestialidad que fue la separación de la presa del Guadalhorce y Guadalteba. Las dos servían para mezclar la calidad de las aguas y lograr una salinidad media aceptable. Y no se les ocurre otra cosa que separarlas y el agua del Guadalhorce quedó desaprovechada para el uso porque se va salinizando hasta tener que ir desaguando cada cierto tiempo. Fue una desplanificación absoluta basada sólo en inventos. La gestión del agua es muy difícil y necesita experiencia. Los gestores de la administración tendrían que ir solapándose con los nuevos para que se vayan enterando de cómo se juega a esto. Pero ahora es al revés y se piensa que todo lo que se ha hecho anteriormente es perverso. Están tirando proyectos antiquísimos a la basura porque piensan que no sirven para nada y desgraciadamente sirven para mucho.

-Ante este panorama sorprende que Málaga haya superado una sequía tan grave sin apenas notarla...

-Gracias a una gestión impresionante de Antonio Rodríguez Leal, que es uno de esos políticos de calidad y con un concepto clarísimo de lo que es la política de estado, y muchas veces contradictorio con lo que es la política electoralista y clientelista. Pero se ha conseguido de casualidad y de carambola.

-Precisamente su forma de ver la gestión del agua le valió a usted y a Rodríguez Leal su salida de los cargos directivos de la Agencia Andaluza del Agua...

-Si no estoy de acuerdo en cómo se está haciendo algo lo digo y me pareció totalmente injusto. No creo que sea un problema personal sino de concepto general de que todo hay que llevarlo desde Sevilla y desde los delegados provinciales que son cargos políticos que actúan para conseguir votos con algo que nada tiene que ver con la gestión. No se van a dar cuenta de que la gestión basada en la provincialización es algo decimonónico.

-Con este modelo difícilmente se podrá mantener la oferta de crecimiento de la Costa del Sol...

-Es lastimoso porque el agua es un recurso insustituible y básicamente necesario en el cual se sustenta cualquier posibilidad de desarrollo y más en una zona como ésta donde el recurso es escaso. Hay muchas voces que plantean que hay que paralizar el desarrollo poblacional, pero que lo intenten y no sólo lo hablen. La realidad es que la población y el desarrollo urbanístico crecen y lo que se paran son las infraestructuras. El problema es que lo que se paraliza hoy se nota dentro de 20 años cuando las cosas van mal.

-¿Qué aprendió la administración después de las inundaciones de 1989 hace ahora 20 años?

-Las inundaciones en esta zona son cíclicas pero la gente en cuanto pasan unos años ya no se acuerda y empieza a invadir los cauces. La riada de 1969 fue más grave que la de 1989, aunque se recuerde menos porque en esa época esa zona todavía no estaba urbanizada. Se dan autorizaciones para construir sin pensar y luego si pasa algo la culpa siempre es del río o de los responsables de ese río.

-A raíz de esas inundaciones fue cuando se presentó el cinturón verde sobre el Guadalmedina y parece que también se ha olvidado...

-El problema no es el cinturón verde sino la propiedad de los terrenos. Habría que hacer un plan de ordenación territorial en el que se permitan construcciones dentro de una determinada superficie con la condición de que repueblen. Mientras tanto, la administración no podría imponer la repoblación porque sucedería lo que ocurre muchas vecesy es que se quemen solas.

-¿Qué solución habría que darle al Guadalmedina?

-Es evidente que de la presa para abajo hay que dejar la máxima capacidad de desagüe porque ya está muy ajustada la que tiene. Pensar en disminuir o tapar sería condenar a Málaga a una posible desgracia tremenda. La solución puede estar en controlar mejor los niveles de explotación de la presa del Limonero para garantizar al máximo la capacidad de gestión de una avenida pero siempre contando con el desguace totalmente expedito aguas abajo.

-De toda la transformación que está viviendo la ciudad, ¿cuál cree que es la obra más importante?

-Málaga tiene un patrimonio increíble que es el clima y que hay que complementarlo con el transporte. Obras como la nueva hiperronda o el aeropuerto son fundamentales, así como el transporte interno como el Metro o el AVE que ponen en valor al clima.

-Pero sin el saneamiento integral de la zona no sirve de mucho poner en valor al clima...

-Las infraestructuras de saneamiento son fundamentales pero hay una que es previa y es tener el agua que depurar. Todo hay que llevarlo en un equilibrio y a la vez.

-¿Qué solución cree que se le dará a las casas de El Palo?

-Es que las casas están legalizadas de por sí. Es un discurso de Costas sibilino porque la obra fundamental de legalización que se hizo en el barrio fueron las playas.

-Como amante de la cultura, ¿qué posibilidades cree que tiene Málaga para convertirse en Capital Cultural en 2016?

-Me gusta ser sincero en eso y lo veo difícil porque Córdoba tiene mucha solera. Pero en cualquier caso hay que intentarlo.

-Es curioso que siendo ingeniero hidráulico, sienta esa pasión por la poesía...

-Es curioso pero no raro porque Omar Terán, uno de los poetas más maravillosos que ha habido y que han escrito sobre el vino y el amor, era hidráulico, matemático y jefe de explotación de los canales del Nilo, o sea que tenía que ver mucho conmigo [risas]. He escrito 13 libros de poesía, el último La luz que acompaña al vino lo acabo de presentar en Toro (Zamora).

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