Málaga

Toallitas, el otro enemigo ambiental

  • Málaga retira cada año más de 3 toneladas de residuos domésticos

  • Provocan cuantiosos gastos y daños al medio ambiente

Toallitas que no se degradan y generan un serio problema ambiental

Toallitas que no se degradan y generan un serio problema ambiental

El gesto cada vez más habitual de tirar toallitas, bastoncillos, tampones, compresas, o algodones al inodoro está ocasionando cuantiosos gastos a los ayuntamientos, que se ven obligados a retirarlos de las depuradoras y estaciones de bombeo para evitar su atoro, además de graves daños medioambientales cuando parte de estos residuos contaminan los mares, con el riesgo de introducirse en la cadena alimenticia.

Sólo en la capital malagueña, durante 2018, la Empresa Municipal de Aguas de Málaga registró 3.073 toneladas de residuos sólidos de la red, en su mayoría toallitas higiénicas, una cifra ligeramente inferior a la del año pasado, según fuentes municipales. Sin embargo, desde el 2013 se vienen recogiendo una media de 3.274 toneladas anuales de residuos de las instalaciones de la empresa municipal. En 2017 pasado la cifra de sólidos retirados de depuradoras y bombeos de aguas residuales de Emasa alcanzó las 3.458 toneladas, un 11,4% más que en 2016. En la costa occidental, los residuos procedentes del cribado recogidos en las plantas depuradoras gestionadas por Acosol se acercaron también en 2017 a las 1.900 toneladas, con las toallitas como principal desecho.

El gasto que ocasiona eliminar estos productos de la red de alcantarillado pública puede llegar al millón de euros en el caso de la capital. Desde el Consorcio Provincial del Agua, que atiende a pueblos más pequeños, su presidente, Francisco Delgado Bonilla, calculó hace unos meses que el coste asciende a 3 euros anuales por habitante, sin contar el sobrecoste de energía que suponen estas actuaciones. Según la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento, el sobreesfuerzo económico que se produce como consecuencia de estos residuos supone entre un 10 y un 18% del coste público de depuración de aguas residuales.

La situación preocupa a los ayuntamientos y a los organismos de defensa del medio ambiente. Los primeros se han lanzado a campañas dirigidas a escolares para mostrarles los efectos de arrojar estos productos por el inodoro. Desde hace 11 años la capital malagueña lleva a cabo el programa Yo sí cuido el agua, dirigida a explicar a los alumnado de los últimos cursos de Primaria las consecuencias de no hacer un uso responsable de los desagües domésticos.

Las toallitas que se venden como como papel higiénico húmedo para WC no deberían usarse como tal ya que no se desintegran como el papel higiénico, asegura Juan Jesús Martín, biólogo del Aula del Mar, y uno de los técnicos que explica a los menores los daños que ocasionan estas prácticas al medioambiente. Según este experto, muchos de estos residuos domésticos se retiran de la red pero otros terminan en el mar, actuando como trampas para los animales marinos o bien convirtiéndose en microplásticos por efecto del sol y el agua, que son ingeridos por los peces “y pueden terminar en nuestro plato”. Si las toallitas consiguen llegar al entorno natural por no haberse eliminado antes de llegar a la depuradora, pueden tardar hasta 600 años en desaparecer. Marín cree que la conciencia ambiental debe iniciarse en casa, con los más pequeños, porque resulta imposible “meter un policía en cada baño”.

Las campañas van en esta dirección. El Consorcio Provincial del Agua tenía previsto repartir en 2018 alrededor de 5.000 mini contenedores entre escolares de los 43 municipios de su área de actuación, para que los menores actúen como altavoces educativos, concienciando a sus padres de la necesidad de implementar buenas prácticas en el uso de estos elementos. “Tenemos una gran responsabilidad en el ciclo integral del agua”, señaló la presidenta de la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol Occidental y de Acosol tras la puesta en marcha de la campaña de concienciación de esta empresa, dirigida a “descubrir las consecuencias negativas de estos residuos, que además de contaminar el mar y los acuíferos, hacen que el funcionamiento de las depuradoras sea muy complicado”.

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