Málaga

Vivir a oscuras: un milagro para Raquel en Málaga

  • Una joven con un tumor cerebral y dolores de cabeza crónicos pide que se investigue su caso

  • Este mes se someterá a la 12ª operación 

Raquel, tras una de las intervenciones quirúrgicas

Raquel, tras una de las intervenciones quirúrgicas

“Cada día tengo que elegir entre darle fentanilo a mi hija –un analgésico 100 más veces más potente que la morfina– y con ello matarla un poco más o que no aguante el dolor. No puede sonreír, porque le duele más la cabeza, ni tampoco llorar, ver la tele o escuchar música. Vive a oscuras, con gafas de sol, las luces apagadas y las cortinas corridas. Cuando sale, se coloca unos cascos de obra”. Así da comienzo el testimonio de Ana Palma, la madre de Raquel Espinosa, una joven de 20 años que desde los 13 padece un tumor cerebral y que lucha contra un insufrible dolor de cabeza que la tiene enclaustrada en casa.

Ha pasado por quirófano en hasta 11 ocasiones tanto en el Hospital Regional de Málaga como en el Materno Infantil y los médicos tienen previsto someterla a tres nuevas operaciones este mes. “No queda más que probar, pero no hay mucha esperanza”, se lamenta la progenitora. La familia pide que un grupo de neurólogos investiguen su caso para poder brindarle una solución. “Se me está muriendo poco a poco y no lo voy a consentir. Si mi hija tiene que vivir 60 años, quiero que lo haga con calidad de vida y, si es un mes, también. Así de duro”, apostilla Ana.

El infierno de Raquel comenzó en febrero de 2013, cuando un dolor de cabeza hizo saltar las alarmas. Cinco días después le detectaron un tumor cerebral y, con apenas 11 años, ingresó muy grave en el hospital. “La buena noticia entonces es que no era maligno, pero se encontraba en la peor zona del cerebro. Si el tumor crecía, Raquel se moría”, recuerda la progenitora.

"No puede sonreír ni llorar, tampoco ver la tele o escuchar música. Se me está muriendo”

El jefe de Neurocirugía del Materno Infantil, Bienvenido Ros, se hizo cargo del caso de la menor. Tras las primeras intervenciones, llegaron los efectos secundarios, cuenta su madre: pérdida de equilibrio, hipersensibilidad al sonido y dolores de cabeza, que todavía eran soportables. Pero, dos años después, la situación se agravó. Raquel se despertó de madrugada con un fortísimo dolor que, desde entonces, “no se le ha quitado jamás”. Ni de noche ni de día, ni un solo segundo. El tumor cerebral que le habían encontrado creció de tamaño y la menor tuvo que someterse a un tratamiento de radioterapia. “Su fuerza de voluntad y sus ganas de vivir eran tal que iba al instituto y después cogía el Metro hacia el hospital para darse la sesión. El dolor de cabeza nunca se le quitó”, señala su madre.

Ana asegura que el neurocirujano que durante todo este tiempo ha tratado a su hija es un referente a nivel mundial, pero que ya no puede hacer más por ella. “Nos dijo que nunca la abandonaría, aunque cumpliera los 14 años. Y aunque nunca lo ha hecho tiene las manos atadas”, relata. El dolor de cabeza persiste. Los médicos, que siguen tratando de despejar esta incógnita, contemplan la hipótesis de que el sistema venoso del cerebro de Raquel se haya deteriorado y que éste se haya vuelto “más rígido”, como el de un anciano.

Raquel junto a su perra, con gafas de sol Raquel junto a su perra, con gafas de sol

Raquel junto a su perra, con gafas de sol

La joven también está siendo atendida por un neurólogo, con la esperanza de que pueda aliviar su sufrimiento. La familia ya ha acudido en varias ocasiones a una clínica de Madrid para pedirle opinión a un prestigioso neurólogo, Jesús Porta. “Él no ha tirado la toalla, pero está solo. Es muy optimista y sigue luchando por Raquel. Los fármacos tampoco han resultado eficaces. Cada vez necesita más cantidad de fentanilo, que tiene un poder de adicción fortísimo”, recalca la mujer.

"Estamos en la cuenta atrás"

El tumor, que está situado junto al tálamo, no se puede extirpar, lo que complica aún más el caso. Su madre reconoce que la joven, que permaneció fuerte durante un tiempo, ahora “está hundida en el pozo más profundo que cualquiera pueda imaginar”. Ni siquiera “se puede permitir llorar”, aunque llega un momento “en que no puede más”.

Su único refugio es su perra, a la que tampoco puede sacar sola a la calle porque los dolores de cabeza le hacen perder el equilibrio. “Estamos en la cuenta atrás. Se me va a morir. No sirve de nada ir a consulta. Tienen que ingresarla y hacerle pruebas”, asevera Ana, que seguirá peleando por devolverle a su hija la sonrisa. La semana pasada se reunió con el alcalde de Alhaurín de la Torre, Joaquín Villanova, que hizo público el caso a través de Facebook. La publicación ya ha sido compartida más de 2.000 veces.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios