Málaga

Esto se acaba: no hay futuro

  • Como cantaba Leonard Cohen, conviene decirlo alto y claro: ya no vamos a llegar más lejos l El acelerador de partículas que el CERN tiene instalado entre Francia y Suiza y que se enchufará en agosto puede fulminar el planeta l Ya hay varias denuncias l Tanta historia con el 2016, para nada

NO son ganas de amargar la fiesta, pero es muy probable que en agosto ya no estemos aquí. Y no es que el alcalde haya prometido, en plan Goering, la Feria de-fi-ni-ti-va: no pocas voces han alertado sobre el problema, incluso se han presentado denuncias y algunos jueces las han aceptado a trámite. El fin del mundo puede estar muy cerca y hay quien se lo toma en serio. Fue Pablo Ríos quien me puso sobre aviso y luego pude comprobar en la prensa la gravedad de la cuestión. Les cuento: la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) culminó recientemente la construcción del LHC, un acelerador de partículas que constituye el experimento científico más grande de la Historia de la humanidad. El aparato en cuestión se encuentra enterrado a cien metros de profundidad en la frontera entre Francia y Suiza, pesa miles de toneladas, ocupa un túnel de 27 kilómetros de diámetro, su construcción ha precisado el trabajo de cinco mil físicos durante catorce años y ha costado cinco mil millones de euros. Tras el ajuste del último componente (el Atlas, un detector que mide 46 metros de longitud, 25 metros de altura y otros 25 de ancho y pesa unas 700 toneladas), el ingenio se encuentra listo para acometer su misión: disparar protones a una velocidad endiablada y a una temperatura de órdago (su interior llegará a estar 500.000 veces más caliente que el núcleo del Sol) hasta reproducir, exactamente, lo que fue el big bang; es decir, el nacimiento del universo. Aunque a la maquinaria le pulsarán el on en las próximas semanas, el enchufe decisivo tendrá lugar, previsiblemente, en agosto. La comunidad científica se muestra feliz con el juguete porque la investigación permitirá prever el comportamiento del cosmos en el futuro, pero no todos lo pintan de rosa. Dos físicos, uno norteamericano y otro español (no es un chiste) han presentado una denuncia ante un juez de Hawai (tampoco es un chiste) para pedir que por favor se paren los motores por lo siguiente: junto a la posible creación de un universo controlado, el LHC generará materia oscura, la misma que ocupa el 96% de nuestro universo y que se expande a una frecuencia mucho mayor que la materia. Es decir, hay un riesgo considerable de que el acelerador propicie la aparición de un agujero negro que engulliría al planeta y al mismo universo. Puede parecer cosa de ciencia ficción, pero el juez de Hawai ha admitido la denuncia a trámite. Desde el CERN se han limitado a decir que materia oscura habrá, pero no mucha.

Con semejante perspectiva, pasear por Málaga se convierte en una actividad irremediablemente distinta. Hay que tener un par de narices para salir a calle Carretería, a la Plaza del Teatro, al barrio de la Paz (con sus portales setenteros y su anodino conglomerado circulatorio), a la Plaza de Toros Vieja, a la Victoria, a Ciudad Jardín e imaginar que todo esto desaparece. Que la nada silenciosa sustituye estas esquinas. Entonces cae uno en la cuenta de que la materia oscura ya ha invadido parte de Málaga, como el colegio Virgen del Rocío de Carranque, en el que estudié la EGB, o la taberna La Raya en la Avenida de la Rosaleda, junto al río, en la que comí tantos bichitos con mi padre. Uno echa mano de la memoria y se encuentra con que ésta ha perdido materia a la que aferrarse. Pero cabe la esperanza de que, junto al nuevo cosmos, el LHC genere antimateria y sea posible vislumbrar un universo paralelo, una Málaga limpia, culta, libre, feliz, sin los complejos que nos hacen parecer víctimas resentidas ni los honorables malagueños de toda la vida. Entonces, ni futuro haría falta.

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