Accesibilidad

‘Aparcados’ en la primera fila del cine

  • Las quejas de un malagueño en Facebook cuestiona la política de accesibilidad de las salas de personas en silla de ruedas

  • El protocolo de evacuación, el principal escollo

Luis Troughton, nadador de competición, con un trofeo.

Luis Troughton, nadador de competición, con un trofeo. / M. G.

Ir al cine debe ser una actividad placentera, cultural, entretenida y reflexiva en la que, durante 90-120 minutos, se olvidan las preocupaciones rutinarias y uno puede cambiar momentáneamente su vida por una historia de comedia, aventuras, suspense o ciencia ficción. Pero para los espectadores que necesiten una silla de ruedas, ir a una sala casi siempre será un drama muy real.

Luis Troughton es un joven de 21 años recién cumplidos, que estudia Ciencias Ambientales en la Universidad de Málaga y un nadador de competición. Nació con una parálisis desde las rodillas hasta los pies, por lo que necesita una silla de ruedas en su día a día. El pasado 8 de diciembre asistió a un cine de Rincón de la Victoria, al que lleva yendo toda la vida, con la novedad que el personal de la taquilla solo le vendería un asiento en la fila 1 de la sala, la única adaptada a personas con movilidad reducida.

Según cuenta Troughton, nunca había tenido problemas al respecto porque dejaba colocada la silla de ruedas en un lateral de la sala que no fuera de tránsito de gente –”en un lateral, junto a la papelera y detrás de la pantalla”– y subía a una fila donde se viera mejor la película con la ayuda de un acompañante o por sus propios medios: “tengo los brazos bastante ágiles, soy deportista y no tengo problemas de subir y bajar una escalera”.

La respuesta de la empresa a la reclamación que Troughton redactó ese día alegaba que por el protocolo de seguridad y de evacuación, las personas en silla de ruedas tienen que sentarse en la fila 1 de la sala, agregando que este espacio cumple con “la normativa de distancia mínima a la pantalla”.

La principal queja no solo de este usuario, sino de colectivos como la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE) y la Asociación de personas con lesión medular y otras discapacidades físicas (Aspaym), es que este espacio es poco conveniente ya que no se puede apreciar bien la imagen de la pantalla del cine; y el cuello se resiente en esta zona, precisamente a un público que cuenta con más problemas de columna vertebral y de médula al que les resulta más doloroso tener la cabeza hacia arriba durante 90-120 minutos para ver una película.

Esta queja, publicada en el Facebook de Luis y que se ha compartido más de 1.600 veces, no es nueva. Pese a que la Ley 55/2007 del Cine, dice en su disposición adicional tercera que las administraciones públicas “promoverán la accesibilidad al cine de las personas con discapacidad física o sensorial”, permitiendo un uso “sin discriminaciones de los medios audiovisuales”; las salas suelen dejar la primera fila como zona adaptada a movilidad reducida.

“[Las empresas] matan dos pájaros de un tiro: no tienen que adaptar nada porque no es ni la primera fila, sino delante de la primera fila donde tienen dimensiones para dar salida a los espectadores, y así no tienen que adaptar otras partes de la sala”, explica Miguel Ángel Martín, presidente de Málaga Inclusiva, la asociación que representa a COCEMFE en la provincia. Una queja similar a la de Troughton fue presentada hace dos años por Aspaym Málaga en Change.org, alcanzando las 14.800 firmas y donde pedían “a los cines malagueños una sala de cine inclusiva, en la que no tengamos que elegir entre ver una película o nuestro cuello”.

“Pagamos el mismo cine que todo el mundo y no tenemos por qué quedarnos aparcados en el peor sitio de la sala”, recuerda Troughton, criticando igualmente que no a todas las personas que tienen movilidad reducida les dan el mismo trato. “Justo después de mí, a un hombre con dos muletas le dieron la fila 12. No me sirve que me digan que a mí sí me tienen que ayudar a bajar si me pasa algo, y al resto de gente de movilidad reducida como gente con muletas, personas mayores y niños chicos no”.

Este periódico ha intentado, sin éxito, conocer la postura la sala de cine.

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