Málaga

Los amigos de la menor que mató a su amiga dicen que ya conocían la pistola

  • Un juzgado sienta en el banquillo a la madre de la joven y a su padrastro por su responsabilidad al dejar el arma en casa

Una madre que practicaba la santería cubana, un padrastro con estética neonazi y todo un arsenal de armas prohibidas que guardaba en su casa de la calle Victoria: catanas, machetes, puños americanos, defensas eléctricas, llaves de pugilate... Y una pistola, la del crimen. Amalia fue condenada a cuatro años de internamiento en un centro de menores por matar de forma accidental a su amiga Rosa cuando ambas tenían 16 años. Ayer, se juzgaba a la madre y a la ex pareja de ésta por homicidio imprudente, al dejar un arma de fuego a disposición de la menor, y por tenencia ilícita de armas.

Los hechos ocurrieron en octubre del pasado año 2002 cuando las dos amigas después de comer un shawarman y ver una película descubrieron, según la versión de Amalia, la pistola escondida tras el tambucho de la persiana "que había cedido al cerrar la ventana". Cargaron la pistola "jugando" y ésta se disparó.

El padrastro, David S., que ya no mantiene relación con la madre de Amalia, reconoció que tenía bastantes armas blancas en su poder porque "las coleccionaba" tras su paso por la Legión y que efectivamente las guardaba en el dormitorio donde dormía la adolescente.

David explicó que guardó la pistola, para la que no tenía licencia, tras el tambucho de la persiana un mes antes del suceso, pero que ni su pareja ni la hija de ésta sabían de la existencia del arma.

El relato de Bárbara, la madre de Amalia, su ex pareja y la joven fue el mismo, pero poco tiene que ver con la versión de los amigos de las dos chicas: que Amalia había dicho en varias ocasiones que para ser santera, como su madre, debía hacer un sacrificio humano antes de cumplir los 18 años, que iba a ir "a pegar tiros con su padrastro", que habían visto y manipulado en varias ocasiones las pistolas de éste, que estaban a la vista y sobre la mesa del dormitorioý

Aunque la joven en su primera declaración indicó que el arma estaba en la cómoda donde su madre guardaba la ropa interior, ayer rectificó "porque en su momento estaba nerviosa" e insistió en que cuando la descubrió tras el rollo de la persiana era la primera vez que la veía.

El jefe de la Policía Científica, por su parte, declaró que, tras encargar una inspección del tambucho "me dijeron que los tornillos estaban fuertemente presionados y que había mucho polvo sin huella de que allí hubiera habido un objeto", dijo.

La acusación particular pide cuatro años de cárcel para la madre y su ex pareja por homicidio imprudente y tres por tenencia ilícita de armas, mientras que el fiscal pide dos años por homicidio imprudente para cada uno de ellos y 30 meses por tenencia ilícita de armas. La acusación particular, además, pidió ayer al término de las declaraciones que se deduzca testimonio contra la joven por falso testimonio, después de que los amigos dijeran que habían visto e incluso jugado con la pistola en varias ocasiones, mientras que ella dijo que era la primera vez que veía un revólver en su domicilio.

Amalia vivía con su padre en Oviedo y vino a Málaga a pasar el verano. Se lo estaba pasando bien y, como su madre estaba embarazada, decidió prolongar su estancia unos meses más para conocer a su hermano. Tenía muchos amigos y, aunque solían reunirse en los Jardines de Picasso, muchos pasaban con frecuencia por su casa porque no solía haber nadie, ya que la madre trabajaba en un restaurante de noche. "Allí nos arreglábamos y cascábamos de nuestras cosas tras volver de una marcha", dijo una amiga. Tras cumplir la medida de cuatro años de internamiento que le impuso el juzgado de menores, Amalia volvió a Oviedo con su padre.

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