medio ambiente | la zona donde se inició el fuego se ha recuperado de forma natural

Seis años de un 'infierno' sin juzgar

  • A finales de este año expira el plazo dado a la instrucción tras declararse la complejidad de la causa, que está aún pendiente de que se termine de valorar los daños causados

Seis años han pasado ya desde el día en el que una tormenta de fuego arrasó con todo lo que encontró a su paso en los seis municipios malagueños a los que afectó. Por suerte la naturaleza ha cumplido y hoy Barranco Blanco (Coín), el punto de inicio de aquel devastador incendio, luce un milagroso resurgir verde que invita a la esperanza. Por desgracia, en cambio, la Justicia no ha cumplido con la suya y aún ni siquiera ha terminado la instrucción, a pesar de que el presunto autor fue identificado y detenido apenas un mes después de aquel fatídico 30 de agosto de 2012.

Un dispositivo de extinción sin precedentes, formado por unas 1.100 personas, fue movilizado para hacer frente a un incendio que tardó cuatro días y medio en darse por extinguido y que afectó a 7.175 hectáreas forestales, más otras mil de superficie agrícola y urbana. Más de 5.000 personas fueron desalojadas de forma preventiva por el avance del fuego. A su paso las llamas calcinaron decenas de viviendas, vehículos, infraestructuras urbanas, parajes naturales de enorme valor ecológico y la vida de dos personas que fueron sorprendidas por el fuego.

Y todo ello sigue a día de hoy sin juzgar. Un cúmulo de circunstancias han hecho que este caso, con sus 41 tomos de documentación derivados de la investigación que llevó a cabo el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, continúe dando vueltas por el Juzgado de Instrucción número 3 de Coín sin muchas novedades.

Ni siquiera se han terminado aún las valoraciones periciales de los cuantiosos daños que se derivaron de aquel incendio, el más grave ocurrido en la provincia en 20 años. Sin embargo, el tiempo se agota porque el próximo 5 de diciembre expira el plazo de la prórroga de la complejidad de la causa que declaró este juzgado en 2015.

Eso implicaba que la instrucción se ampliaría otros 18 meses más dado la dificultad que estaba suponiendo identificar y valorar todos los daños que causó el fuego. La decisión judicial se basó en la solicitud que presentó la Fiscalía de Málaga para poder continuar con la instrucción aludiendo a la entonces reciente reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y en cuyo artículo 324 se indica que si es declarada compleja el plazo de duración de la misma será de ese tiempo.

Pero transcurrido ese plazo se amplió por otros 18 meses más y en que en diciembre de este año vencen definitivamente, lo cual implicará que todas las diligencias de instrucción que no estén acordadas para entonces no podrán hacerse después. Aunque después de seis años, las únicas diligencias que quedan por instruir son la valoración de los daños, un trámite que ahora se ha topado con un nuevo obstáculo.

Y es que, según fuentes judiciales, la empresa tasadora a la que la Junta de Andalucía le había encomendado esta tarea terminó el contrato en noviembre del año pasado y ahora tendrá que ser otra la que se encargue de terminar lo empezado. De hecho, cuando se declaró la complejidad de la causa hace tres años el Juzgado de Instrucción número 3 de Coín reconoció que aún había 55 posibles afectados por localizar y a los que ofrecer acciones para la reclamación de daños, la mayoría extranjeros.

La investigación se centró desde el principio sobre las personas que pudieron tener acceso a la finca desde donde partió el fuego y fue cuando todas las miradas se dirigieron a un joven vecino de Alhaurín el Grande que trabajaba como jardinero, y que fue detenido por la Guardia Civil un mes después del siniestro. Supuestamente fue el responsable de la quema de los restos de poda, pese a su prohibición en esa época, y que la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIIF) confirmó previamente como la causa del fuego.

El investigado, que podría enfrentarse a una pena de hasta nueve años de prisión por los presuntos delitos de incendio, homicidio por imprudencia y lesiones, se encargaba supuestamente de las tareas de mantenimiento de la finca, ubicada junto al pie de monte de la ladera del cerro Alaminos y junto al carril denominado Charco del Infierno, donde el Infoca situó el punto de inicio del incendio. En ese lugar, los investigadores encontraron evidencias y restos vegetales de adelfas, ciprés, palmera y jacaranda, con los que se había realizado una hoguera que, al parecer, fue abandonada cuando estaba todavía incandescente.

Los indicios apuntaban a que presuntamente el arrestado trató de quemar estos restos por la mañana, y que debido a que estaban demasiado verdes no prendieron y se fue sin asegurarse de que no quedaba ningún resto incandescente. Las adversas condiciones meteorológicas que hubo ese día facilitaron que el fuego prendiera después y que las llamas se propagaran con una gran virulencia dado que la temperatura superaba los 37,6 grados, la humedad relativa se encontraba en un 18%, mientras que el viento de terral alcanzó rachas de hasta 34 kilómetros por hora. Es decir, se cumplía la regla de los tres treinta (más de 30 grados de temperatura, menos del 30% de humedad relativa y más de 30 kilómetros por hora de viento) que indica un contexto muy desfavorable en caso de incendio.

Eso propició que las llamas se propagaran en dos frentes, uno hacia el norte en dirección a caseta Alaminos y otro hacia el oeste en dirección a Barranco Blanco, que fue el paraje desde donde se dio aviso del incendio sobre las 18:50 de aquel fatídico día. Todo se complicó cuando se metió un levante tremendo mientras soplaba el terral al mismo tiempo, lo que hizo que se formara una especie de tornado en torno a la medianoche que levantó una columna de fuego que alcanzó los 5.000 metros. Fue un fenómeno muy extraño no conocido hasta ahora en España, que provocó una tormenta de pavesas de una enorme magnitud hasta el punto de que llegaron hasta el centro urbano de Marbella.

La dramática huella que dejó a su paso es cada vez menos visible. Desde apenas unos meses después del incendio se empezaron a vislumbrar brotes de vida en Barranco Blanco, un privilegiado entorno donde algunas casas de ensueño salpicaban lo que hasta ese día era un frondoso valle boscoso. Este periódico ha podido comprobar como la naturaleza sigue incansablemente tratando de devolver el aspecto que tenía este lugar antes de que las llamas lo calcinaran y a día de hoy gran parte de lo que se salvó del incendio ha rebrotado o ha salido de semillas.

El monte mediterráneo sabe bien cómo salir airoso de estos siniestros y jaras, lentiscos, enebros, palmitos o alcornoques vuelven a lucir el color verde de antaño. Sólo cuando se mira hacia la sierra Alpujata asentada sobre rocas peridotitas se nota los efectos devastadores de aquel fuego que arrasó con una zona boscosa de pinos resineros que "tardará al menos diez años más en volver a ser lo que era", según explicó el profesor titular de Botánica de la Universidad de Málaga, Andrés Vicente Pérez Latorre.

También la recuperación de pinos en la en Sierra Blanca ha sido escasa. Aunque más favorable ha sido la de los alcornoques y alrededor del 80% de los que se salvaron han logrado sobrevivir, "un porcentaje mucho más alto de lo esperado", dijo el experto. Sólo su corteza carbonizada recuerdan lo que ocurrió en aquel lugar hace ahora seis años. Ahora el acceso en vehículo a la zona se ha limitado durante la campaña de mayor riesgo de incendios para tratar de proteger lo que se salvó de un siniestro que nadie quiere que se repita.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios