Malagueños sin fronteras

La cara malagueña de la UE

  • Este economista malagueño ejerce puestos de responsabilidad en la Comisión Europea desde hace 20 años. Nació y se crió en el barrio de La Victoria. Actualmente vive en Bruselas, pero dos o tres veces al año viaja a Málaga, donde tiene su segunda residencia

LA casa de Manuel Gavira está a miles de kilómetros de la calle Larios, pero allí siempre "se cocina malagueño". El gazpacho, el gazpachuelo y los pucheros nunca faltan en su mesa, a pesar de que esa mesa suya no pisa territorio español. Está en el corazón de Europa. En concreto, en Bruselas (Bélgica), a donde este malagueño, economista de profesión, emigró a mediados de los 80 atraído por el sueño de construir eso que entonces se llamaba Mercado Común y que hoy todos conocemos como Unión Europea (UE).

Vivió en calle La Victoria. Estudió en Maristas. Llevó bajo sus hombros a la Virgen de Gracia, la del Rescate. Hizo la carrera en El Ejido y se casó con una malagueña. Toda su vida transcurrió en Málaga hasta que un buen día, antes de cumplir los 30, decidió cruzar la frontera para aportar su grano de arena a la creación de la UE. "Vivir este proceso me parecía una experiencia que merecía la pena, aunque eso implicara dejar mi tierra", explica.

Unas oposiciones le abrieron la puerta de la institución, en la que ha desempeñado diversos puestos de responsabilidad durante los últimos 20 años. Desde enero pasado gestiona las ayudas regionales para Francia, Bélgica y Luxemburgo, en el seno de la Dirección General de Política Regional de la Comisión Europea. Allí comparte oficina con los más de 700 funcionarios destinados en esta Dirección de Política Regional que tiene su sede en Bruselas. El peso de este departamento es importantísimo en el seno de la UE, relata Gavira: gestiona nada menos que un tercio del Presupuesto comunitario.

"Mantengo contacto permanente con Málaga. Mi madre, mi familia y mis amigos están allí e incluso sigo colegiado en el Colegio de Economistas de Málaga". Sus vínculos con la tierra natal no se han roto en absoluto. Gavira viene a Málaga dos e incluso tres veces cada año: En Navidad, en las vacaciones de verano y, siempre que puede, en Semana Santa que, según dice, la lleva "en el corazón".

El economista no sólo viaja a Málaga siempre que puede junto a su mujer, sino que, además, le hace toda la publicidad posible entre sus nuevos amigos y sus compañeros de trabajo. "Trato de hacer propaganda de lo que llevo dentro y ya he traído a muchísima gente de fuera. La verdad es que tengo a Málaga como uno de los mejores sitios de la tierra".

Por eso acude siempre que puede y por eso la ha elegido como segunda residencia. Hace ya años que se compró una casa en Chilches (Vélez-Málaga), donde se aloja cuando viene a pasar unos días y que probablemente, será la residencia en la que se asentará definitivamente tras su jubilación.

Porque Manuel Gavira lo tiene claro: "Cuento con volver. De hecho, es que nunca me he ido del todo". Ni siquiera se olvida de Málaga cuando está en su lugar de trabajo, en Bélgica. "Sigo las noticias locales a través de internet; sobre todo las grandes actuaciones, que es lo que más me interesa", explica.

Por ahora se tiene que conformar con dos o tres periodos de vacaciones al año. En el futuro volverá a Málaga, donde también reside su hija, que vive en Estepona. Y volverá para quedarse. Entonces podrá dejar de añorar las dos cosas que más echa de menos ahora desde Bruselas: los colores del mar y del cielo. "Ya me lo advirtieron antes de marcharme: mira este cielo azul y mira este mar porque no los vas a encontrar en ningún otro sitio". El tiempo le demostró que tenían razón.

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