Málaga

La carrera de obstáculos de Guillermo Torres

  • Denuncia que varios semáforos de la Avenida de la Aurora siempre estén en ámbar para los vehículos, lo que pone en peligro el cruce de las personas con movilidad reducida

Guillermo Torres en el semáforo que hay enfrente de su casa.

Guillermo Torres en el semáforo que hay enfrente de su casa. / JAVIER ALBIÑANA (MÁLAGA)

Hace seis años que Guillermo Torres, un joven jienense, aterrizó en Málaga para emprender una nueva vida y cumplir su sueño: dedicarse al mundo del cine y el teatro. Con una parálisis cerebral que le afecta -predominante- a los miembros inferiores de su cuerpo y le impide mantenerse en pie sin ayuda, Guille da “gracias a Dios” por estar aquí para contarlo. “Soy soy un privilegiado porque intelectualmente estoy bien. He podido estudiar una carrera y nunca he tenido que ir a un aula especial”, manifiesta. Sin embargo, en el camino ha tenido que ir sorteando los obstáculos -no solo físicos- que la vida le ha ido interponiendo.

Aunque insiste en que tiene mucho aprecio a su ciudad natal, confiesa que allí la gente sentía pena hacia él. “Me decían pobrecito y yo no lo entendía porque con mi silla me puedo mover de aquí para allá. Es mi vehículo de vida”, explica. Además, cuenta que lo rechazaron hasta en cinco colegios públicos.

A pesar de estas circunstancias, recuerda tener una infancia muy feliz. “Mis padres siempre me han apoyado al 100%, y mis compañeros y profesores del colegio fueron maravilloso. Siempre he notado su cariño”, señala. Una sensación que se repitió en el instituto en que cursó Secundaria, pero se truncó en el tercer centro al que fue para estudiar Bachillerato.

De nuevo, explica que los compañeros y profesores se portaron con él “de manera excepcional”. Pero fue el monitor encargado de ayudarle si quería ir al baño o hacer cualquier otra actividad quien le ha marcado negativamente y acarreado “muchas secuelas”. “Muchas veces llegaba a mi casa orinado porque no me acompañaba al servicio”, admite. Asegura que, incluso, llegó a coaccionarle para que dijera al equipo directivo que el monitor se había hecho daño por su culpa y, así, poder darse de baja.

Luchador nato, Guille siguió hacia adelante y en 2015 hizo los exámenes de selectividad para poder acceder a la universidad. Las pruebas fueron orales y grabadas para que el corrector pudiera comprobar que no había habido ningún trato de favor. “Muchas veces la gente me pregunta si fue complicado hacer el examen de matemáticas oralmente, y la verdad es que fue en el que más nota saqué”, cuenta -entre risas-.

Convencido de su pasión por el séptimo arte, el joven intentó entrar en la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD) de Málaga sin éxito. Tras un año preparando la prueba de acceso, le informaron de que no podían adaptar ninguna de sus enseñanzas a una persona con movilidad reducida. Motivo por el que Guille se decantó por su tercera opción, Comunicación Audiovisual, también en Málaga.

Un grado que, además de encantarle, le descubrió su afición por el guion y la locución. Y una ciudad que es su hogar aún en la actualidad -dos años después de terminar la carrera- y de la que destaca su "oferta cultural". Si bien, expresa que está llena de “barreras arquitectónicas”.

Critica que, en la Avenida de la Aurora, zona en la que vive junto a sus padres, hay cuatro semáforos que siembre están en ámbar para los coches, independientemente de si el habilitado para los peatones se encuentra en verde. “Si a esto se le suma que hay un coche en doble fila, no me ven. En muchas ocasiones han estado a punto de atropellarme”, denuncia. Además, considera que en el extrarradio de la capital malagueña las aceras “son muy estrechas”.

Guille, que se mueve con completa autonomía por la ciudad pese a las dificultades, también reprueba la adaptación de los autobuses. “Si llueve, las rampas de este medio de transporte no funcionan y la zona que hay para las personas con movilidad reducida es muy estrecha, hay que dar muchos giros”, apunta. Por ello, el comunicador audiovisual prefiere la opción del metro, “mucho más cómodo y accesible”, a su juicio.

Y, aunque la ley obliga a todos los edificios a adaptar sus infraestructuras a las personas con movilidad reducida, el jienense reconoce que tiene “muchos problemas” para acceder a peluquerías y que también los tuvo en su día para encontrar una academia de inglés adaptada en la que recibir clases presenciales para obtener el título que le acreditara el nivel B1 en este idioma.

En el cine, al que acude con asiduidad, critica que la adaptación esté, en algunos casos, en la primera y fila y, en otros, en la última. También manifiesta que, aunque el Teatro Cervantes es muy accesible pese a su antigüedad, el Soho le sorprendió por el caso opuesto.

El joven combina su pasión por las artes visuales con la Semana Santa. Hermano de la Archicofradía del Paso y la Esperanza, reclama a la Agrupación de Cofradías de Málaga que habiliten una zona para aquellas personas que presentan este tipo de discapacidad y quieren disfrutar del desfile de tronos. Explica que Cruz Roja sí les facilita un espacio, pero solo dos días de toda la semana.

La fortaleza de Rafa Nadal 

Guillermo Torres reconoce que la vida de las personas con discapacidad es “complicada”, pero quiere mandar un mensaje de esperanza a todo el que se encuentre en su situación: “Que luchen, que tengan mucha paciencia y fortaleza mental, como la de Nadal”, bromea. “Vendrán tiempos duros, pero cuando consigues algo la satisfacción es inmensa porque nuestro esfuerzo es el doble o el triple”, continúa.

Fanático también del Atlético de Madrid y del Cholo Simeone, concluye parafraseando al mister: “Con esfuerzo y trabajo todo se consigue en la vida. Nunca dejéis de creer, partido a partido”.

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