Seguridad

Controles policiales personalizados en la estación de tren y en el aeropuerto de Málaga

  • En la estación María Zambrano la policía nacional identificaba uno a uno a cada pasajero del AVE y le pedía la justificación para su viaje

  • Al aeropuerto solo se podía entrar con tarjeta de embarque

Vídeo de los controles policiales en la estación de tren de Málaga / Vídeo: A. R. | Foto: Javier Albiñana

La cosa se está poniendo seria y este viernes se ha podido comprobar de forma fehaciente tanto en la estación de tren como en el aeropuerto de Málaga, donde policías nacionales y agentes de seguridad privados están identificando y preguntado el motivo de su viaje a cada uno de los pasajeros.

En el aeropuerto de Málaga el control es férreo a la entrada. Solo pueden acceder aquellas personas que tengan ya su tarjeta de embarque. De hecho, este diario ha entrado a la terminal con la autorización de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea y acompañado por dos policías nacionales de incógnito. Los familiares o amigos que no vayan a viajar se tienen que quedar fuera.

En la terminal 3 a las 10:30 el ambiente era desangelado. Apenas tres o cuatro colas para embarcar. Poco movimiento de personas en el filtro de seguridad, donde habitualmente hay bastante trajín. Hay en torno a medio centenar de vuelos de salida programados a varios destinos nacionales y europeos como Madrid, Bilbao, Ceuta, Londres, Amsterdam, Berlín o Bruselas. Turistas extranjeros, muchos de los cuales tienen vivienda en la Costa del Sol, profesionales, integrantes de equipos deportivos o estudiantes deambulan por los pasillos o están esperando a facturar. 

"Llevo una hora haciendo cola para facturar", lamenta Ana Rodríguez, una joven malagueña que viaja a Londres para desde allí trasladarse a la Universidad de Canterbury, donde estudia Marketing y Negocios. "He venido una semana a Málaga para ver a mis padres y ahora regreso para estudiar y porque no sé si podré volver o no a Inglaterra en los próximos días", comenta esta joven, quien señala que "se están cancelando muchos vuelos y los que hay suben de precio". Rodríguez tiene dos días clases presenciales en esa universidad británica y otros días son on line. La confusión en Reino Unido es también máxima. "Se supone que tendría que hacer cuarentena al ir desde España pero la verdad es que allí nadie me ha dicho nada. En el aeropuerto tampoco hay tanto control y yo creo que los británicos se están tomando este tema del coronavirus con más tranquilidad", explica. De hecho, esta joven malagueña afirma que en tierras británicas no es obligatorio llevar la mascarilla puesta en la calle. 

A su lado está Marta Fernández, una malagueña que vive en Florencia pero que viaja a Londres precisamente porque le han cancelado el vuelo directo que tenía a Bolonia. "Es una faena. Ahora tengo que ir a Londres y hacer escala para poder volar a Italia, donde llegaré a las 12:00 de la noche", resaltó. Ha venido a Málaga porque tenía que hacer varios trámites familiares y regresa a Florencia, donde aún no está empadronada. "A mí no me han pedido nada y tampoco sé si tengo que hacer cuarentena para ir allí", añade. 

La ocupación del aeropuerto está bajo mínimos y los comercios se resienten. Muchos están directamente cerrados y otros apenas abren unas horas. Este último caso es el de, por ejemplo, la tienda de maletas Flymate, que habitualmente tiene tres empleados trabajando a jornada completa y ahora solo tiene a una a media jornada. Esa trabajadora es Susana Navas, quien lamenta que "las ventas han caído una barbaridad". Lleva 20 años trabajando en el aeropuerto y asegura que la situación actual "no tiene nada que ver con la de años anteriores". "Este viernes hay algo más de movimiento, normalmente de turistas residentes que se van, pero lo que hay hoy se podría equiparar al volumen de un día de enero a las 10 de la noche y, de hecho, este pasado lunes y martes solo había una pantalla con vuelos", dice. 

En la zona de llegadas decenas  de personas, la mayoría turistas extranjeros, aparecen por la puerta con cara de felicidad pese a la pandemia. El sol siempre anima y tras unas horas de viaje la vida se ve con mejor perspectiva cuando se toca tierra firme. "Estoy jubilada, tengo una casa en Benalmádena y vengo varias veces al año. No tengo miedo porque en mi país estamos igual y aquí al menos disfruto del sol", afirma Karen Smith

En la estación María Zambrano agentes de la policía nacional han identificado uno por uno a todos los viajeros que salían o llegaban. A las 12:15, por ejemplo, ha pisado tierra malagueña un AVE procedente de Madrid y, automáticamente, tres agentes han organizado filas para los pasajeros, sumándose luego un cuarto agente para aligerar la espera. Miraban el DNI, les preguntaban de dónde venían -el AVE hace varias paradas en su trayecto- y les reclamaban algún tipo de documento que justificara su estancia en Málaga. 

"Venimos de Getafe, en Madrid, pero toda nuestra familia vive en Málaga. Venimos con un justificante de cuidado de personas mayores que nos han pedido tanto en Atocha como ahora en Málaga para poder salir y entrar", destacan Caty Vargas y Luis Rodríguez

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