La crisis ha destruido la ventaja que ganaron las regiones menos desarrolladas entre 2000 y 2007, ensanchando otra vez la distancia que las separa de las más ricas y convirtiendo la armonía entre las economías de cada territorio en una quimera. Esta circunstancia ha sido constatada por el economista Juan Ramón Cuadraro-Roura de la Universidad de Alcalá en un estudio en el que se analizan las razones de este retroceso en la convergencia.

Desde el punto de vista del PIB territorial las comunidades autónomas se dividen en dos grandes grupos: las más desarrolladas (País Vasco, Rioja, Navarra, Aragón, Madrid, Baleares y Cataluña) y las menos (Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Murcia, Valencia y Asturias). Entre 2000 y 2007 las primeras crecieron por debajo de la media nacional, mientras que las segundas lo hicieron por encima de la media, de modo que la distancia entre unas y otras se achicó. Sin embargo, la crisis aunque ha afectado a todas ha implicado "más divergencia y disparidad", apuntaba ayer Juan Ramón Cuadrado durante la segunda reunión del grupo Economistas por Andalucía. Esta evolución ha sido de tal calibre que en sólo siete años la brecha entre Andalucía y el País Vasco se ha anotado cuatro puntos más.

Las razones fundamentales de este rápido giro hacia la asimetría territorial hay que buscarlas en gran medida antes del boom económico previo a la crisis, porque "los cambios estructurales de las comunidades más desarrolladas empezaron en los años 90, no ahora". Fue entonces cuando esas comunidades se especializaron en sectores que después se han demostrado más capaces de generar empleo y han resultado más productivos. Sin embargo, el auge del ladrillo extendió la ilusión económica en las zonas más pobres que rendidas ante su fulgor aplazaron el proceso de cambio de la estructura productiva, de modo que su economía ahora ni está especializada ni es productiva.

Las diferencias en el perfil académico de los expertos reunidos ayer en Málaga bajo el epígrafe Economistas por Andalucía no impidieron el consenso al menos en tres puntos. El primero alude a los irreversibles errores cometidos en Andalucía durante los años 90 con el pretexto de la paz social. Los expertos subrayaron cómo los recursos que debieron dirigirse precisamente a favorecer la transformación de la estructura económica regional y mejorar la productividad acabaron convertidos en una suerte de oxígeno para mantener con vida empresas inviables: desde Santana hasta Intelhorce o Hytasa, entre otras.

El paso del tiempo no ha favorecido la reparación de los errores como después se ha puesto de manifiesto en casos concretos como Delphi en Cádiz o el sector del mármol de Almería "que no puede vivir sin ayudas", según detallaron los participantes en el encuentro.

Los economistas andaluces lamentaron errores de bulto de la política económica como el cometido con Deoleo "que se ha dejado escapar" hasta el punto de que ahora el accionista de referencia de la compañía que posee el 32% del mercado mundial del aceite es un fondo inglés. "A lo mejor ahí sí cabía algún tipo de ayuda"

También coincidieron en lamentar la política de formación desplegada por la Junta de Andalucía por limitarse a suministrar fondos a la patronal y a los sindicatos, en lugar de poner la responsabilidad y el dinero "en manos del sistema educativo".

El tercer punto que se puso de manifiesto en este segundo encuentro de Economistas por Andalucía, foro de discusión y análisis para propiciar la salida de la crisis, fue el programa RISS3 que contiene la estrategia de investigación e innovación de Andalucía hasta 2020. Elaborado al pairo de los aires que marca la Comisión Europea con su programa Horizonte 2020, los economistas temen que se haya elaborado en la Agencia IDEA con las mismas "prisas y precipitación" con las que el extinto Instituto de Fomento de Andalucía elaboró su acción política en los años 90.