La conferencia del director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, con motivo de los cursos de verano de la UMA no dejó a nadie indiferente. Crítico como pocos, expresó que "todos somos tratados como terroristas; sólo hay que ver todas las cámaras de vigilancia que existen en aeropuertos y demás lugares". Por ello, apostó por la transgresión: "Si realmente nos tratan como terroristas igual habría que serlo un poquito, porque hemos pasado de ser una cultura de producción a una de consumo en la que la inteligencia, el conocimiento y el arte son contrarios".

Y es que, en su opinión, cultura y arte han de ser vehículos para configurar una sociedad "más libres y humana, quitándonos la camisa de fuerza que suponen las ideologías establecidas y las estructuras heredadas". A su juicio, la cultura supone una liberación (acorde con el título de su conferencia, La rebelión del público), porque "supone la rebelión del que está escuchando, viendo una obra de arte o como espectador". "La única manera que tiene la sociedad de crecer es descubriendo nuevas formas de entendimiento a través del diálogo y el cuestionamiento de las estructuras establecidas por el espectador, dejando de ser sujetos políticos o consumidores". Todo ello, y a pesar de que cada colectivo tiene "su percepción", lo lanza porque hay una "tendencia general" hacia "la docilidad": "Nunca se ha vivido una época tan dócil como la actual, en la que todo el mundo hace lo que se le dice", expresó el director del Reina Sofía.

El director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía ve con buenos ojos que el arte no se entienda, porque representa ese objeto de deseo, que nos atrae y no sabemos muy bien por qué y esa dificultad de aprender es lo que hace que nos cuestionemos a nosotros mismos.