Desayuno Málaga Hoy-FYM HeidelbergCement Group

El gran reto de las empresas malagueñas para impulsar un mundo más sostenible

  • Expertos debaten sobre las fortalezas y las debilidades de las compañías malagueñas en sus criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG)

Natasha Walhberg, Tomás Azorín, Carmen García, Natalia Sánchez y Enrique Salvo.

Natasha Walhberg, Tomás Azorín, Carmen García, Natalia Sánchez y Enrique Salvo. / Javier Albiñana (Málaga)

Se llaman ESG y son los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo que deben cumplir las grandes empresas y que son mirados con lupa por los inversores a la hora de meter su dinero en una u otra compañía. Ser sostenible ha pasado de ser un posible concepto de marketing a una necesidad real y a ese carro deben sumarse todos: desde las administraciones hasta las microempresas, pasando lógicamente por los ciudadanos.

Cómo integrar las ESG para que haya un verdadero impulso en la sociedad ha sido objeto de debate en un desayuno informativo organizado por Málaga Hoy y FYM HeidelbergCement Group en el que han participado Tomás Azorín, director de Estrategia y Transformación de Heidelbergcement Hispania; Natalia Sánchez, vicepresidenta de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM); María del Carmen García, directora gerente de la Fundación Ciedes; Natasha Walhberg, cofundadora de Social Climate; y Enrique Salvo, profesor doctor de Botánica y Fisiología Vegetal en la Universidad de Málaga. El Museo Thyssen de Málaga acogió este encuentro durante casi dos horas en los que se trataron los siguientes asuntos.

¿Qué es la ESG y para qué sirve?

Tomás Azorín explica que “la ESG nos ayuda a modernizarnos ya que se busca una sociedad equitativa y viable en la que haya un equilibrio entre lo ambiental y lo económico”. En este sentido, el directivo de HeildelbergCement señala que “una ciudad sostenible está formada por ciudadanos y empresas sostenibles y cada uno va a una velocidad, aunque las grandes empresas tienen la obligación de actuar como tractoras”.

Natasha Walhberg está de acuerdo y apunta que al hablar de las ESG se suele poner el foco en el apartado ambiental, “pero hay que impulsar más las otras dos patas”. María Carmen García apunta por su parte que hay que poner más énfasis en la gobernanza. “En Málaga estoy viendo el desarrollo de cierta conciencia desde el ámbito empresarial de integrar la sostenibilidad pero nos falta el salto del buen gobierno, crear estructuras de diseño de políticas y proyectos de toda la estructura, por lo que nos queda mucho por trabajar en Málaga en la parte de la gobernanza”.

Enrique Salvo, por su parte, explica que en Andalucía apenas hay una veintena de empresas certificadas con ESG e incide que “no pueden ser tres elementos aislados sino que todos tienen que funcionar a la par y hacer cómplices a los trabajadores, los clientes y los suministradores”. 

Un momento de la conversación en el Museo Thyssen. Un momento de la conversación en el Museo Thyssen.

Un momento de la conversación en el Museo Thyssen. / Javier Albiñana (Málaga)

¿Hay un interés real de las empresas? ¿Se puede incluir a las pequeñas en esta estrategia?

Natalia Sánchez explica que en el empresariado malagueño “ha habido un proceso de maduración porque en origen lo que había era la voluntad de hacer cosas positivas por el entorno pero todo eso ahora se está estructurando y la agenda de los ODS le ha dado un protagonismo a las empresas que habitualmente no se le concedía”. La vicepresidenta de la CEM afirma que “muchas empresas pequeñas tienen buenas prácticas” aunque subraya que las medianas y grandes, lógicamente, tienen más recursos y “pueden hacer apostolado con las pequeñas”.

Azorín afirma que cualquier empresa, independientemente de su tamaño, puede apostar por la sostenibilidad. En su empresa, por ejemplo, “tenemos un código ético y los proveedores que quieran trabajar con nosotros tienen que adaptarse a él y también promovemos el modelo de construcción sostenible”. Este directivo afirma que la sostenibilidad “tiene que partir del esfuerzo de muchos y lo bonito es salir a la calle y contar qué es lo que se está haciendo”.

Salvo está de acuerdo pero cree que “el ejemplo lo tiene que dar el sector público”, a la vez que afirma que “esto funcionará cuando sea obligatorio tener esa certificación para conseguir una adjudicación pública”. Walhberg, por su parte, ve imprescindible que haya “una implantación real, con conciencia, que no sea solo una etiqueta sino que tenga impacto real en la empresa y en el entorno y en este sentido se puede hacer mucho más en Málaga”.

María Carmen García considera, por su parte, que “estamos en un momento único con la agenda de 2030 y los ODS, que buscan todo tipo de objetivos y todos nos podemos sentir implicados”. “Todos debemos aprovechar para dar un salto más y el que crea que la agenda 2030 es una utopía se equivoca”, añade la directora gerente de Ciedes, quien dice que “la pandemia ha ayudado a la gente a replantearse las cosas y hay una sensibilidad especial”. “La sensibilidad es la clave. Si no se llega a la gente no se va a conseguir”.

Tomás Azorín habla ante la mirada de Carmen García y Natalia Sánchez. Tomás Azorín habla ante la mirada de Carmen García y Natalia Sánchez.

Tomás Azorín habla ante la mirada de Carmen García y Natalia Sánchez. / Javier Albiñana (Málaga)

Una oportunidad de negocio

Salvo afirma que el cambio climático está produciendo “ecoansiedad” y en cierta forma es cierto. Hay muchas noticias negativas sobre esta materia, pero se puede revertir y dar una imagen positiva. Una de ellas es que la lucha contra el cambio climático y, en general, el cumplimiento de las ESG también puede ser una buena oportunidad de negocio.

“No hay fuerza más potente para orientar una empresa que el propio mercado y el mercado está demandando empresas que sean sostenibles porque la pandemia nos ha hecho más conscientes de cómo vivimos y de la necesidad de priorizar cosas”, subraya Natalia Sánchez, quien añade que “se están viendo muchas oportunidades de negocio, por ejemplo, con la economía circular”.

La cofundadora de Social Climate apunta que "hay apostar por lo social y lo ambiental también es rentable porque esas actividades solo se vinculaban a fundaciones y ONGs como cosas altruistas pero hay empresas dedicadas a ello que son totalmente rentables y hay que darle más bombo a eso”. Walhberg añade además que con el Pacto Verde Europeo hay fondos para que pequeñas empresas puedan posicionarse en este sector.

Ser sostenible se veía más como un coste que como una inversión para las empresas pero ahora se está viendo que no tiene por qué ser así”, corrobora María Carmen García, mientras que Tomás Azorín detalla que “hay grandes oportunidades de negocio con el reciclaje, el tratamiento de residuos, etcétera porque estamos ante el reto de transformar todo un modelo económico y ser neutrales en carbono en solo 20 años”.

¿Qué hacen las empresas por el medio ambiente?

Enrique Salvo apunta que el sector turístico, el más importante para la economía local, “debe tomar más conciencia sobre la sostenibilidad porque se ve que hay mucho por hacer”, mientras considera que también hay déficit en la construcción, la agricultura o la industria. Tomás Azorín cree que “cada empresa de cada sector hace lo que puede y va cada una a su ritmo aunque siempre tiene posibilidad de comprometerse y participar”.

Los participantes momentos antes del inicio del desayuno informativo Los participantes momentos antes del inicio del desayuno informativo

Los participantes momentos antes del inicio del desayuno informativo / Javier Albiñana (Málaga)

Natalia Sánchez, por su parte, señala que “las empresas se están preocupando por el uso de energías renovables” y está creciendo la apuesta por edificios inteligentes. “Las empresas se han puesto las pilas por las olas de calor o por la falta de agua porque parece que hasta que no le vemos las orejas al lobo no se hace nada”, dice Natasha Walhberg, quien considera “una vergüenza que en Málaga apenas haya techos solares en las comunidades de vecinos, aunque también es cierto que hay que ayudar a las barriadas con menos rentas para hacerlo”.

Impacto social

Natalia Sánchez asegura que “la acción social debe ir muy orientada a las ciudades porque ahí va a vivir el 85% de la población”, aunque alerta del riesgo del “crecimiento de la desigualdad”. María Carmen García destaca que “en Málaga hay empresas muy comprometidas socialmente con asociaciones, fundaciones, etcétera” mientras que

Tomás Azorín explica que “al principio nos preocupaba la paz social interna pero cuando vimos que había que salir también a la calle, entenderse mejor con los vecinos, las administraciones, los clientes, etcétera descubrimos un mundo apasionante en Málaga como el del asociacionismo donde la gente participa mucho”.

Los participantes discutieron sobre los salarios en Málaga y la necesidad de las empresas de subirlos. Enrique Salvo afirmó que “los salarios no crecen” mientras que Sánchez dijo que “el salario mínimo interprofesional ha subido un 30% en tres años y los convenios una media del 2%”. García, por su parte, afirma que “hay una gran brecha en la ciudad entre los que tienen mucho y los que tienen poco”.

En cualquier caso, Sánchez destaca el “ejemplo” que han dado las empresas malagueñas durante la pandemia al hacer respiradores, parar su producción para hacer equipos de protección o la colaboración entre hospitales públicos y privados, algo en lo que todos coinciden.

Gobernanza

Tomás Azorín anima a las empresas a que hagan un “decálogo ético sobre qué cosas quieren hacer y qué no” y pone en valor las políticas de transparencia a la hora de tomar decisiones que implica una buena gobernanza. No obstante, también advierte que “el cliente pide productos buenos, bonitos y baratos pero no pide tanto que sean sostenibles por lo que hay que concienciar más sobre eso”.

Natascha Walhberg pide dar más poder de decisión al tejido asociativo de la provincia y lamenta que falte implicación, por ejemplo, con los planes de igualdad. Natalia Sánchez cree que “la gobernanza puede ser un factor de competitividad para las empresas” mientras que García señala tajante que “sin una buena gobernanza no puede haber desarrollo ni en las ciudades ni en las empresas”.

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