Málaga

Ecos de una feria de Málaga adormecida en la ciudad del turista

  • Los malagueños cambian el ambiente festivo en las calles del centro por una jornada de playa, aunque varios puntos respiraron aire flamenco

Barriles típicos de feria en la confluencia de calle Larios con la Alameda Principal.

Barriles típicos de feria en la confluencia de calle Larios con la Alameda Principal. / Marilú Báez (Málaga)

Marta y Carmen se despertaron este sábado con cierta desazón. A las jóvenes hermanas García les faltaba la alegría típica de esta semana en Málaga. Por eso decidieron colocarse unas buenas flores rojas en el pelo y partieron rumbo al centro en el que debiera ser el primer día de feria de la ciudad.

Como si de un espejismo se tratase, los barriles rosas con lunares blancos que rezan Cartojal con esa tipografía inconfundible dieron la bienvenida por la tarde a estas malagueñas en la confluencia de la calle Larios con la Alameda Principal. Se asemejaban a un espejismo, aunque ahí estaban, como siempre. Pero el centro de Málaga apenas guardaba un resquicio de ferias pasadas. Eso sí, las terrazas estaban llenas.

Si no fuese por los agentes de Policía que patrullaban por parejas, con más frecuencia a medida que se acercaba la noche, parecían ser las únicas malagueñas paseando por una calle de una ciudad extranjera. Podían oír frases sueltas en inglés, francés y alemán. Parecía como si estuvieran transitando la mismísima Torre de Babel para desembocar en la plaza de la Constitución. El sonido de las bandas en directo, de las charangas, las sevillanas y los verdiales se cambiaron por el de las ruedas de las maletas.

Un grupo de amigos en el centro de Málaga brindan por la 'no feria'. Un grupo de amigos en el centro de Málaga brindan por la 'no feria'.

Un grupo de amigos en el centro de Málaga brindan por la 'no feria'. / Marilú Báez (Málaga)

La feria duerme. La auténtica feria malagueña descansa para volver, ojalá, con la mayor de las fuerzas. Volverá a reunir a amigos y familias entre cantes flamencos y vestidos coloridos de gitanas de auténtica belleza local. Estos atuendos se cambiaron en la jornada del sábado por una ropa veraniega de tirantes, aunque algunos se resistieron a no cubrir su cuerpo con algunos lunares, flecos o sombreros de ala ancha.

A las 16:30 de la tarde, el ensordecedor ruido que produce la bajada de persianas de algunos establecimientos sorprendía a los turistas, y a los pocos malagueños, que paseaban por la calle Granada. No obstante, quedaron algunos resquicios y ecos de ferias pasadas como si fuesen una quimera. Locales autóctonos en los que unas palmas siempre se golpean a compás y en los que las manos parecen flotar entre melodías de bulerías y seguidillas.

El Pimpi y La sal y el son impregnaban rincones del centro histórico con ese toque tan propio. Detalles flamencos y cofrades adornaban las paredes de estos locales en los que se congregaban esos grupos de personas que sí buscaban un ambiente de feria. Cordobeses, segovianos y aragoneses se entremezclaban disfrutando de una feria que sin ser, para ellos fue, al menos en su día inaugural.

El ambiente distó poco de un sábado veraniego. La Policía Local indicó que no se registraron incidencias reseñables en las primeras horas de la tarde. La feria duerme, y los malagueños optaron por pasar una jornada tranquila en la playa y alejarse de las calles de un centro histórico que cada vez sienten menos suyo. Pero Málaga sueña, y su gente volverá a tomar las calles en esa feria a la que muchos desean volver.

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