Concepción de la Rubia. Responsable de Participación Ciudadana del Hospital Clínico

“Un hospital no es una carnicería; el orden lo marca la gravedad”

  • Defiende las vacunas, a las que considera un seguro porque han demostrado su fiabilidad

  • Pide que el nuevo Regional tenga dos plantas de asistencia sociosanitaria

Concepción de la Rubia, responsable de Participación Ciudadana del Hospital Clínico.

Concepción de la Rubia, responsable de Participación Ciudadana del Hospital Clínico. / Javier Albiñana

Su labor en el Hospital Clínico es darle voz a los pacientes y sus asociaciones con el objetivo final de mejorar la asistencia. Y no sólo sanitaria, sino también social. Lo lleva en la sangre: Concepción de la Rubia es enfermera y antropóloga. Es la responsable de Participación Ciudadana del Clínico. Toda su vida ha estado dedicada a la sanidad pública. Empezó con apenas 17 años, como auxiliar, atendiendo a los bebés en el Civil.

Luego se formó como enfermera y nada más acabar la carrera se metió a trabajar en las Urgencias del Clínico, donde ha desarrollado gran parte de su vida profesional. Finalmente ha llegado a un puesto que le viene como anillo al dedo porque escuchando a los enfermos se dedica a mejorar cada día la asistencia, a recoger sus aportaciones y a hacerles partícipes en la toma de muchas decisiones que cambian el hospital.

–Empezó como enfermera en las Urgencias del Clínico. ¿Duro empezar así en la profesión?

–Es lo mejor del mundo. A mí me encanta porque se hace de todo, se aprende todos los días, hay una unión en el equipo que no se da en otros servicios y la gente que está allí es porque quiere, es vocacional. En otros sitios puede ser porque te ha tocado... En Urgencias hay gente joven con muchas ganas de formarse.

–Desde hace un año se encarga de Participación Ciudadana ¿en qué consiste?

–Llevo el enlace de la ciudadanía con el hospital. Llevo las asociaciones, voluntarios, trabajo social, biblioteca... para no aburrirme.

–¿Y por qué hay que darle participación a la ciudadanía?

–Yo creo que tengo el puesto más importante. El gerente no sabe lo bien que me ha puesto. Yo soy muy abierta y suelo conectar bien con la gente. Los compromisos que yo hago los llevo a cabo entonces la gente cree en mí. El hospital siempre ha tenido una dirección que ha puesto las mejoras en el hospital. Pero siempre desde la perspectiva profesional. Y la perspectiva de los ciudadanos es diferente. A lo mejor nosotros queremos hacer un ala con un salón de actos estupendo y a lo mejor lo que ellos quieren es un servicio en la primera planta.

–¿E influyen esos ciudadanos en la toma de decisiones?

–Claro. Nosotros hacemos grupos focales y escuelas de pacientes. Cada unidad clínica escoge a cuatro pacientes y trabajamos con las asociaciones correspondientes a cada unidad. Por ejemplo, si es la de Oncología se coge a la Asociación Española contra el Cáncer o a Asamma [la asociación de mujeres que han sufrido un tumor de mama]. Esas asociaciones incorporan su voz y los ciudadanos incorporan la perspectivas de cómo les ha ido. Entonces se ponen las mejoras. Son los portavoces de la calle.

–¿Y se modifican cosas en base a sus opiniones?

–Sí. Por ejemplo, nosotros hemos puesto un hospital de puertas abiertas. Sin embargo, el grupo focal ha pedido que por favor se cierre un poco la visita, que no venga tanta gente a la habitación porque cuando están recién operados se llena de gente la habitación y el enfermo no es capaz de decir a la familia que no venga. Tendría que ser una normativa del hospital. Otros han dicho que la televisión se corte a las 11 de la noche.

–En síntesis, ¿por qué es importante darles participación a los pacientes y sus asociaciones?

–Para poner las mejoras en el hospital desde la perspectiva de la ciudadanía; así no tienen que llegar a la reclamación porque ya lo están diciendo desde el principio de buenas maneras.

–¿Y ellos se sienten partícipes de los cambios?

–Claro. Tenemos dos grandes comisiones. Una comisión en el primer trimestre del año y otra en el último. En la primera hacemos los proyectos y trazamos la perspectiva del año. Este año por ejemplo se ha hecho un proyecto en el hospital para colaborar en las Urgencias con niñas con anorexia. Y en la segunda comisión se hace la evaluación.

De la Rubia lleva más de 40 años trabajando en el sistema público de salud. De la Rubia lleva más de 40 años trabajando en el sistema público de salud.

De la Rubia lleva más de 40 años trabajando en el sistema público de salud. / Javier Albiñana

–¿Cuánta gente participa en estas iniciativas?

–Nosotros tenemos 90 asociaciones trabajando en el hospital. Tenemos una imprescindible que es Acción Plural, con 37 voluntarios. Incluso hay cuatro asociaciones que han nacido en el hospital, que son Expaumi (de ex pacientes de la UVI), Aive (de intérpretes voluntarios), Fmaec (para la atención contra el cáncer) y Acción Plural (es la que tiene todos los voluntarios). Lo que más hacen es enlazar el hospital con el domicilio porque cuando la gente se va de alta a su casa tiene sustillo. Por ejemplo una que se llama Sí por la vida, de Alhaurín de la Torre, tiene máquinas para tratar el linfedema [hinchazón del brazo tras la extirpación de los ganglios de la axila]. Hacen una labor social.

–¿Cuando empezó este enfoque y por qué es importante?

–Este puesto se crea en el 2009. Mi balance es superpositivo porque hace que la gente se implique. Antiguamente ibas al médico y te decía que te tomaras tales pastillas. Hoy la gente está muy informada por internet entonces colabora con el médico en sus cuidados. A partir de esa relación médico-paciente que ha cambiado, también ha cambiado la perspectiva del hospital: tenemos que contar con la voz de los ciudadanos.

–¿Y todo este trabajo de las asociaciones es voluntario?

–Aquí no se le paga a nadie, todo es voluntario. Cada asociación tiene un proyecto y lo presenta al hospital que se lo acepta o no. Pero ese proyecto no es remunerado, es que se le aprueba. Por ejemplo, hay asociaciones que quieren hacer acompañamiento mientras sus pacientes reciben un tratamiento. Y no es lo mismo que el profesional le diga que no le va a pasar nada a que se lo diga otra persona que ha pasado la enfermedad; esto último les da más tranquilidad porque es una relación entre iguales, no es la relación sanitario-paciente.

–¿Y además de participación los pacientes no quieren menos listas de espera y menos esperas en Urgencias?

–Claro... Precisamente vamos a dar una charla a las asociaciones sobre por qué unos pacientes tienen que esperar y otros no. Y es porque uno tiene un infarto y otro un dolor de oídos. Se lo vamos a explicar para que sean portavoces hacia la ciudadanía. Ha habido agresiones porque la gente no quiere esperar. La gente llama a atención primaria y le dan la cita para dentro de cuatro días y se vienen a la Urgencias. Pero las Urgencias de un hospital no es como en la carnicería que el orden es 1,2,3... Aquí la prioridad va en función de la patología. El orden lo marca la gravedad del paciente.

–¿Van muchas personas a Urgencias que podrían resolver su problema en un centro de salud?

–Yo pienso que el 80% se podría tratar en atención primaria.

–¿Habría que potenciar la atención primaria?

–Sí. Nosotros tenemos de 400 a 500 urgencias diarias. Y los lunes puede llegar a 700. Con los extranjeros, las pateras, la gente que no está censada, a veces es como una feria... En Urgencias lo están haciendo muy bien porque han puesto a dos médicos para esas consultas rápidas. Y luego tienen otras 11 consultas.

"Los pacientes no quieren tanta gente en la habitación, pero no son capaces de decir a la familia que no venga”

–¿Algún proyecto en marcha?

–La codificación de la biblioteca del usuario. Hay muchísimos pacientes que se tiran en el hospital mucho tiempo. Tenemos cerca de 7.000 libros en 15 idiomas. Queremos crear una ventanilla para que puedan venir los familiares y los pacientes a la biblioteca para ver lo que quieren, además de llevar los libros a los que están ingresados en las plantas.

–¿Faltan enfermeros?

–Hay momentos puntuales en los que se llena la Urgencia o la planta. Pero la dirección está por cubrir la enfermería.

–¿Qué reivindicaría en materia sanitaria?

–Haría falta un hospital sociosanitario. Hoy en día hay muchos pacientes sociosanitarios, gente que no tiene ayuda familiar [tras recibir el alta]. Antiguamente el bienestar social era la mujer, pero hoy en día las mujeres necesitamos trabajar. Yo pondría en el nuevo hospital dos plantas sociosanitarias. Por ejemplo, para que a un extranjero que se ha caído y que no tiene familia lo podamos dejar allí hasta que sea autónomo. Lo mismo que el abuelito que necesita cuidados y no se puede ir a la casa porque no tiene familia. Hace falta un hospital sociosanitario. Lo sanitario está cubierto con el Carlos Haya y el Clínico. Yo muchas veces me he encontrado con enfermos que dicen que no se van porque no tienen ese recurso familiar en su casa y se asustan de irse. Y ahí está una asociación que se llama Harena y que les da soporte.

–¿Cree que el nuevo hospital estará en el 2024 como ha anunciado la Consejería?

–No lo sé.

–¿Y el del Guadalhorce cuándo cree que se abrirá al 100%?

–La gerencia lo tiene programado para el año que viene. Lo dijo el gerente y yo confío en él.

–Además de enfermera es antropóloga ¿y eso?

–Me apasiona ese triángulo espíritu, cuerpo, mente. Como falle uno de los tres, se somatiza en enfermedad.

"El balance de estos nueve años es muy positivo. Tenemos unas 90 asociaciones que trabajan en el hospital”

–¿Qué le parecen los movimientos antivacunas?

–Yo soy de la generación de las vacunas. Yo creo en las vacunas, si no no sería enfermera. A la gente yo le digo que se vacune, que es un seguro, que hay que prevenir. Después de tantos años, las vacunas han demostrado su fiabilidad.

–¿Le han agredido?

–Nunca, ni siquiera verbalmente.

–¿Y qué le diría a esos que insultan, amenazan o agreden?

–Que nosotros no estamos contra los pacientes, que estamos aquí para ayudar.

–¿Qué más se puede hacer para atajar las agresiones?

–Hay que informar a la gente, decirle que si se tarda más es porque alguien que está peor. Por eso decía que tienen que saber que un hospital no es como una carnicería donde se respeta el orden de llegada. Aquí el que tiene un infarto pasa antes. Y la prioridad la determinan los profesionales.

–Empezó a trabajar con 17 años. Tiene 60. ¿Cómo ve la evolución de la mujer?

–A mí me gusta mucho trabajar, pero es verdad que las mujeres hoy en día son superheroínas. Todas estamos pluriempleadas. La casa es nuestra; la comida, la limpieza, las actividades de los niños... Y además, el trabajo. Eso no lo ha vivido mi madre. Antes las mujeres eran amas de casa y atendían a su familia. Hoy estamos en el trabajo pensando en que no estamos con nuestros hijos y estamos con nuestros hijos pensando en el trabajo. Estamos como con dos personalidades. Además tenemos que estar muy guapas, al día, formadas porque todavía tenemos que demostrar que valemos. Es como si estuviéramos infravaloradas todavía. Y hemos perdido las concesiones... Ya no te dan el sitio en el autobús, porque somos iguales. De iguales nada, ahora hemos ido a la otra parte de la balanza. Nos falta la capa de Superman.

"Las mujeres de iguales, nada. Nos hemos ido al otro lado de la balanza. Solo nos falta la capa de Sperman”

–El Museo Picasso cumple 15 años. Ha transformado la ciudad...

–Veo muy bien la evolución de la ciudad. Se está poniendo preciosa. Te metes en internet y hay mil opciones. Y los museos Picasso y Thyssen son dos joyas.

–El Metro al Civil ¿soterrado o en superficie?

–Soterrado, es más seguro. Yo no lo cojo porque vivo en la otra parte de la ciudad, no me he montado todavía. Pero creo que es más seguro por debajo de la tierra.

–¿Veremos pronto el nuevo hospital en los aparcamientos del Civil y el Metro llegando allí?

–Yo quiero ver el hospital. El Metro no me importa. Aunque tenga que ir andando al hospital... [Risas]

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