Málaga

Un hospital 'tomado' por la Policía y 'libre' de móviles

Un ejército cercano al centenar de periodistas se agolpaba ayer a las puertas del Hospital Materno Infantil de Málaga para cazar al menos diez segundos de la imagen de Brett y Naghemeh King, los padres del niño británico con tumor cerebral que fue sacado del un hospital del Reino Unido, a su llegada al centro malagueño. Los medios -tanto nacionales como británicos e internacionales-, a su vez, estuvieron vigilados todo el día por una decena de policías distribuidos estratégicamente alrededor del centro: cinco agentes custodiaban la entrada y el resto de ellos aguardaban en las dos puertas de urgencias. A ellos se unían los guardas de seguridad del recinto, que en todo momento vigilaban el espacio para que ningún periodista pudiera entrar con móvil o cámara. Una barrera de seguridad exclusiva para que los informadores no accedieran a las instalaciones y que se disolvió ligeramente una vez los progenitores llegaron al centro.

Las cámaras de televisión, los objetivos fotográficos y el acento inglés de muchos de los periodistas allí presentes no pasaron desapercibidos para los pacientes y sus visitantes. La escena llamaba fácilmente la atención de cualquiera: decenas de personas corrían detrás de la nada ante la mirada incrédula de los viandantes. "¿Quiénes son y por qué vais detrás de ellos?", preguntaban algunos al ver cómo las cámaras perseguían a un grupo de hombres entrajados por los alrededores del hospital.

La nota de color a la larga espera, no obstante, la pusieron aquéllos que accedían al hospital y se encontraban la estampa de improviso. Las caras de extrañados y las dudas sobre lo que ocurría ese día en el Materno dejaron paso a las fotografías, los selfies con la escena de fondo y los comentarios sobre tal despliegue en la ciudad.

"Se ve que está aquí el niño inglés", murmuraban dos señoras al encontrarse de bruces con las cámaras agolpadas en la cristalera de entrada. "¡Ay, soy famosa!", bromeaban otras visitantes. "Luego dicen que están en paro, con todos los que están hoy aquí", criticaban aquéllos a los que les hacía menos gracia la presencia mediática.

Dentro del hospital, la cafetería se convertía en el punto clave, no sólo por ser el lugar donde el padre y uno de los hermanos del menor conversaban con el abogado, sino también por ser la zona donde los periodistas reponían fuerzas -sin cámaras de por medio-. "Desde mucho antes de las siete de la mañana había ya medios. A nosotros nos viene estupendo pero, ¿qué ha pasado?", curioseaba uno de los camareros que, tras las explicaciones de un periodista belga, contaba la noticia a sus compañeros con el sabor de una exclusiva.

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