Discapacidad

La independencia de un dependiente

  • No deberíamos incrementar conceptos basados en culturas anteriores, sino refundir actividades que aporten sentido a la vida de muchos que no encajan en lo establecido

POR raro que nos parezca, y aunque a simple vista dé la sensación de ser un contrasentido, hay personas que siendo clasificadas como dependientes, luchan contra corriente para conseguir no serlo, o al menos, no sentirse así. Son tiempos los que vivimos donde se confunden los conceptos, más que eso, se asocian con actitudes que no concuerdan con las definiciones de los mismos. Si gritamos en medio de una plaza que queremos ser independientes, tendrá que ver mucho la geografía para que se entienda de un modo u otro.

Aquí, en el sur de Europa, si vas a la Plaza de la Constitución y desde el mismo centro de ella lo gritas con todas tus fuerzas, puede ser que algún ciudadano japonés te grabe con su cámara mientras sale de la Casa Natal de Picasso.

Sin embargo, estaréis conmigo en que en otras zonas de Europa, incluso en otros continentes, esta acción se puede considerar una provocación que seguro que no se queda sin castigo. Y el grito es el mismo, la palabra es igual, pero el contexto define un significado diferente para cada vocablo.

Una consulta rápida a la wikipedia nos explica que una persona es dependiente cuando necesita a otra, o de algo, para hacer una acción. Por lógica, será independiente cuando no necesite a nadie, ni ninguna cosa, para realizar una acción, lo que supondría que absolutamente todas las personas que están en nuestros entornos cercanos pasan a ser dependientes. Porque todavía no conozco a nadie que no necesite absolutamente nada ni a nadie.

Lejos de esta demagogia barata, entendemos que lo son aquellos que necesitan ayuda para realizar determinadas acciones de la vida diaria que consideramos necesarias, como puede ser comer, vestirse, etcétera. Una vez más, por analogía, el concepto es igualmente interpretable en función del contexto donde nos movamos, relativizando de forma absoluta los niveles de dependencia personales.

Sin embargo, nos movemos en un círculo vicioso donde encontramos un sistema que determina prestaciones en función de las manifiestas necesidades de atención que mostremos, siendo tanto más caritativos cuanto más carencias existan. No estando necesariamente en contra de los modelos asistenciales, sí entiendo que sería necesario un cambio en el modelo social de atención a las personas con dependencia.

Ello no quiere decir que deje de prestarse atención a la dependencia. Al contrario, implica que se atienda a las personas en función de sus necesidades. Hasta ahora se enmarca en el mismo cuadro a personas con diferentes edades, con diferentes necesidades de atención, pero incluso, se atiende de forma parecida a personas con diferentes ilusiones e inquietudes. Y eso no debe ser así.

Tenemos un modelo de atención social basado en el asistencialismo, que no lo critico, lo valoro y en él reconozco tras su largo caminar todas las actuaciones llevadas a cabo, que han solventado miles de situaciones embarazosas. Pero la sociedad en la que vivimos hoy en día es muy diferente a la que vivieron nuestros padres, y entendiendo que se mantienen situaciones similares a lo largo de años, también comprendo que surgen nuevas necesidades que no ven solventadas sus inquietudes mediante este tipo de recursos. Por ello, y porque son conceptos antagónicos, no deberíamos incrementar conceptos basados en culturas anteriores, aunque sean válidos, sino que debemos refundir actividades que aporten sentido a la vida de muchos que no encajan en lo establecido.

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