Málaga

La marcha de los 7.000 'legionarios'

  • Son los participantes inscritos en una prueba de resistencia en la que hay que recorrer 101 kilómetros por la serranía · Muchos optan por la bici y otros por hacerlo a pie

Concienciados para sufrir, dispuestos para ayudar al compañero y con el objetivo de intentar llegar hasta el final. Esa es la mentalidad con la que tomaron ayer la salida la inmensa mayoría de los 7.000 participantes de los 101 kilómetros, que organiza la Legión por los caminos de la comarca natural de Ronda, que abarca municipios de Málaga y Cádiz. Únicamente un selecto grupo de poco más de una decena de participantes salen con verdades opciones de ganar.

"Esos son unos máquinas y van en otra carrera", decía uno de los participantes antes de tomar la salida desde el campo de fútbol de Ronda. De estas instalaciones partieron 2.500 ciclistas, 3.000 marchadores, 700 duatlhetas y 500 por equipos, que provienen de toda España y varios países extranjeros. También contó la prueba de este año con caras conocidas, como Bernardino León Gross, actual secretario de Estado de Presidencia.

Entre ellos están los que acuden disfrazados, los que no quieren dejar a su mascota en casa o abuelos que no tienen ningún pudor en retar a las prendas deportivas de última moda y compuestos reconstituyentes para aguantar el gasto. Una camisa con sus dos vueltas dadas en los puños, un palo para apoyarse y unas botas de montaña, eso es suficiente para retar a la última moda deportiva.

Una vez más el tiempo quiso ser protagonista de la prueba de resistencia. Y aunque las previsiones no daban agua en la zona, durante las primeras horas de competición las nubes descargaron en varias ocasiones, obligando a los corredores a buscar los chubasqueros y cualquier objeto que pudiese valer para resguardarse. Eso sí, mitigó un poco el calor, que se convierte en el peor de los enemigos de los participantes conforme va avanzando la prueba y llega el cansancio.

El ánimo de las primeras decenas de kilómetros y las conversaciones en el interior del pelotón también se acaban conforme avanza la carrera, tomando el silencio el protagonismo de la carrera, y es que para entonces cualquier mínimo gasto de más puede suponer no llegar a la meta, algo que nadie quiere que pase.

Mientras los miles de corredores de afanaban en no quedarse en mitad del recorrido y verse obligados a abandonar, un enorme despliegue hace posible que todo funcione adecuadamente y que se produzcan únicamente incidentes que estén derivados de la propia competición. Para eso cientos de legionarios y voluntarios ponen en marcha un gigantesco dispositivo que no deja nada al azar. Todo se controla, desde los puntos de avituallamiento, donde se reparten miles de kilos de fruta y bebidas isotónicas, pasando por la iluminación de las zonas peligrosas para cuando llegue la noche, o los puestos de socorro, donde los corredores son atendidos de molestias. A ellos se unen los equipos de emergencias para el traslado de accidentados o los vehículos que se encargan de devolver a Ronda a todos los que se van retirando.

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