JUAN SÁNCHEZ PORRAS. PSICÓLOGO

"Las muertes por suicidio doblan a las que se producen en accidentes de tráfico"

  • Su experiencia profesional le avala para reivindicar un plan nacional de prevención del suicidio similar al activado contra la siniestralidad vial o la violencia de género. Afirma que es una "epidemia silenciosa" convertida en tabú

Juan Sánchez Porras (Montefrío, Granada, 1951) lee en positivo. Valora que la crisis económica haya devuelto los jóvenes a las aulas, a los abuelos al epicentro de la familia y, en general, haya convertido a los individuos en seres más empáticos. Incluso encuentra una lectura positiva en tanta noticia sobre corrupción porque cree que es efecto de una sociedad más transparente.Esta capacidad para hallar luz es sorprendente en una persona acostumbrada al trato diario con las zonas de sombra del alma humana. Psicólogo con una larga trayectoria en la enseñanza, colabora desde hace 15 años con el Teléfono de la Esperanza, ONG de la que es responsable en España. Su último empeño es levantar los tabúes que ocultan el suicidio y promover un plan nacional de prevención que acote un fenómeno que en España se cobra el doble de vidas que los accidentes de tráfico.

-¿La crisis nos ha hecho mejores?

-Nos ha hecho más vulnerables, sobre todo en personas que ya tenían signos de vulnerabilidad, pero también ha hecho que nos demos cuenta de nuestra propia vulnerabilidad y de la vulnerabilidad de los otros, de modo que nos ha hecho más empáticos y solidarios. Nos hemos dado cuenta de que los valores del tener eran frágiles y hemos dado más importancia al valor del ser. En el Teléfono de la Esperanza a partir de la crisis tenemos más voluntarios. Arrimar el hombro enriquece a la persona y de alguna forma palia otras dificultades.

-¿Ese trabajo altruista hace más fuerte

-Sí. Aquí hay personas que están paradas y ayudan a otras a elaborar su curriculum, a preparar entrevistas, les enseñan a buscar trabajo... Levantarse por la mañana y tener algo que hacer, tener un proyecto en la vida es fundamental. [Juan Sánchez busca en unas notas manuscritas. Quiere ser preciso.] Los proyectos de vida proporcionan orgullo y nos hacen compasivos con los demás. El compromiso con los otros da templanza a la persona, hace se sienta valorada y válida.

-¿La familia ha salido reforzada de tantas adversidades?

-Es el sustento principal en tiempos de crisis. Si una familia es fuerte se fortalecen los valores, aunque si los lazos familiares son débiles también se deterioran más rápido. La crisis ha dado la oportunidad para que los padres estén más tiempo con los hijos .

-Y los abuelos han cobrado peso en la institución familiar.

-Son una pieza fundamental. Las familias se están agrupando y las pensiones de los abuelos están ayudando. ¡Cuántos hijos están volviendo a casa de los padres! Ahora la figura del abuelo es un soporte emocional importante.

-Sin embargo, aunque la sociedad es más empática, la desigualdad social es mucho mayor.

-Me preocupa la situación de cinco millones de personas sin trabajo, de miles de familias que han sido desahuciadas de sus viviendas y me duele que miles de jóvenes hayan tenido que salir de España buscando un empleo. Estas son personas muy preparadas y capacitadas para aportar muchas cosas a la sociedad. Las crisis hacen que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. Eso produce rabia e inconformismo y por eso vemos ahora mismo plataformas y partidos que recogen ese descontento social.

-Se ha roto la pasividad social.

- La gente se está moviendo, aunque también creo que estamos saliendo de un estado de confort que era peligroso. La crisis, por ejemplo, está provocando que la gente estudie más. No vamos a aplaudirla, pero sí que tiene sus valores y sus contravalores. Aunque, creo que debe implantarse un sistema fiscal que posibilite un mayor bienestar social a los más desfavorecidos, que reduzca las diferencias de clases y dejemos de ser el país con mayor desigualdad en la eurozona, según lo constata el coeficiente Gini.

-En este país se ha sufrido mucho. Las generaciones de la posguerra se forjaron en la adversidad, pero ¿somos ahora más vulnerables?

-Hace años te comprabas unos muebles y eran para toda la vida. Te casabas y era para toda la vida. Comprabas una casa y era para toda la vida. Tenías un trabajo y era para siempre. Era una sociedad más inmovilista. Hoy todo va deprisa. Los medios de comunicación, internet y la tecnología facilitan mucho la vida, pero nos hacen más vulnerables, nos aceleran la vida y adaptarse a los cambios cuesta. Incluso ha cambiado la manera de manejar emociones y sentimientos. Son los mismos, pero la forma de conectar con la gente, de tener esos sentimientos y esas emociones ha cambiado. Hace 40 años era impensable enamorarse a través de internet. Se escribían cartas de amor.

-Y ahora se confiesa el amor y el desamor con un whatsapp.

-Es la inmediatez. Se está perdiendo la conexión verbal, la transmisión de los sentimientos, mirarse a la cara, a los ojos... La gente habla contigo mientras está guaseando con otra persona. No se habla de sentimientos, se envía un emoticono o se escribe jaja o jiji... Pero sí surge el amor, aunque los canales por los que surge hayan cambiado. ¿Todo esto nos hace más vulnerables? Yo creo que sí. Los jóvenes están menos dados a valores como el esfuerzo, quieren inmediatez. Quieren las cosas aquí y ahora. Están menos preparados para la frustración y cuando surgen conflictos tienen menos herramientas para enfrentarse a ellos. Por eso creo que la inteligencia emocional debe formar parte de la educación en los colegios. Es necesario enseñar cómo manejar y valorar las emociones.

-¿Debería preocupar más que los resultados de PISA?

-Bastante más. Llegar al conocimiento es muy fácil. Está a un clic, pero, ¿cómo educo los sentimientos básicos del ser humano? Quien es capaz de gestionar emociones y sentimientos es mucho más feliz. Aquí en el Teléfono de la Esperanza vemos cómo al primer conflicto amoroso sucede una depresión enorme y eso si va aderezado por otras vulnerabilidades de la persona se producen verdaderos conflictos emocionales y trastornos.

-¿Quién levanta un teléfono para hablar con un desconocido?

-Una persona que está sola. Hay gente que llama al Teléfono simplemente para saber que hay alguien en algún sitio con quien puede entablar una conversación. Es un signo de soledad.

-¿Hay mucha soledad?

-Mucha. Parece mentira que en una sociedad con tantos medios exista tanta soledad. La soledad es el primer motivo de las llamadas al Teléfono de la Esperanza, después vienen los trastornos psicológicos y los problemas de pareja.

-¿La soledad es trasversal social, cultural y económicamente?

-Sí, afecta a todo el mundo. Luego está la soledad compartida que es la peor, porque teniendo a alguien al lado esa persona se siente sola.

-¿Abunda?

-También. Por dependencia emocional, adicción a esa persona, por miedo a romper una relación porque te sientes frágil, porque tu autoestima es baja, porque no sabes qué va a ser de ti... El miedo a la soledad es terrible.

-¿Cómo ha cambiado la sociedad en los 43 años de historia del Teléfono de la Esperanza e, incluso, en los 15 años que lleva usted como voluntario?

-Muchísimo. Han cambiado los medios de comunicación, los modelos de familia, las adicciones, la economía... Aunque los sentimientos y emociones sean los mismos, se han generado otras formas de vida. Pero también esta es una sociedad más transparente. Por ejemplo, violencia de género ha existido siempre pero antes era impensable denunciar, la homosexualidad era un estigma enorme e, incluso, corrupción ha habido también siempre pero ahora aflora más. Hay tabúes y mitos que se están rompiendo para bien.

-¿Una sociedad es corrupta por definición o porque puede?

-Porque encuentra la oportunidad. Ahí tendríamos que ser tajantes, duros.

-Existe un gran silencio en torno al suicidio, pero algún dato se escapa y parece que la crisis ha provocado un incremento de casos.

-El suicidio está creciendo. Hay el doble de muertes por suicidios que por accidentes de tráfico y 70 veces más que por violencia de género.

-Pero de esto no se habla.

-Es un mito, un tabú. Se llama la epidemia silenciosa y es algo que hay que atajar y prevenir. Hay 6,2 suicidios por cada 100.000 habitantes en España, 7,79 en Andalucía y 10,72 en Málaga.

-¿Por qué superamos tanto la media nacional e incluso andaluza?

-No hay una causa que lo explique ahora mismo. Es un fenómeno importante. Piensa que el año pasado hubo en España 3.539 suicidios, de los que 2.724 fueron hombres y 815 mujeres. Es un dato alarmante.

-¿Qué explica el suicidio?

-No es una causa única. No se puede decir que las causas del suicidio sean económicas. El suicidio es un problema de salud pública y así debe atajarse. Es necesario un programa nacional de prevención de suicidios. Si hacemos campañas de prevención de tráfico, si hacemos campañas de prevención de la violencia de género, por qué no hacer una campaña de prevención importante contra el suicidio, para que esta sociedad tome conciencia.

-¿Por qué es un tabú?

-Porque no ha interesado mucho sacarlo fuera.

-¿Alguna explicación religiosa?

-Hasta hace poco las personas que se suicidaban se enterraban aparte, estaban totalmente estigmatizadas. Es un tabú importante a nivel incluso familiar.

-En los medios de comunicación la norma siempre ha sido no hablar del suicidio.

-Pero deben tratarlo. Sin sensacionalismo, sin fotografías de la persona, sin mostrar el método empleado, la escena y sin títulos en primera página. Sin alarde. Sin decir si fue por bancarrota, un desengaño amoroso u otro problema porque en el suicidio concurren muchos factores que hacen a la persona muy vulnerable. La prevención es muy importante y los medios de comunicación tendrían que hacer alarde de los recursos que tiene la sociedad para atajar los posibles suicidios.

-¿Cómo se previene?

-Hay que eliminar mitos y tabúes, encender luces y alarmas que señalen dónde puede haber un acto suicida. En Málaga estamos trabajando en Miraflores de los Ángeles con Justa Alegría y el Ayuntamiento para formar a informadores claves como psicólogos, trabajadores sociales o personal sanitario y explicarles dónde podemos ver señales, aplicar unas pruebas para evaluar la salud emocional y diagnosticar dónde hay posibles ideaciones suicidas. ¿Por qué no hacer esto en un ámbito más general? Queremos crear a través del Teléfono de la Esperanza una red de prevención tanto nacional como andaluza, un teléfono donde la misma persona o alguien de su entorno que pueda ver síntomas pueda acudir, porque el que se suicida no quiere morir, quiere dejar de sufrir y hay que buscar alternativas a ese sufrimiento, hacer que encuentre luz en ese túnel.

-¿El suicidio también se da en todas las clases sociales, culturales y económicas?

-Sí, por supuesto y luego el sentimiento de culpa y el miedo que queda en los familiares es enorme. Cuando una persona se suicida hay 20 a su alrededor con un sentimiento de culpa, con muchos porqués sin respuesta, que no sabe encauzar la ira y rabia que sienten, y que incluso son personas en riesgo.

-¿Por qué 15 años como voluntario en el Teléfono de la Esperanza?

-Esa frase tan tópica de que recibes más que das es verdad. Te creas un compromiso, ves que lo que haces tiene valor, que hay feedback y todo eso se transfiere tanto a nivel muy personal como familiar. Es un principio de coherencia entre lo que piensas, lo que sientes y lo que haces que yo ejercitaba, pero que aquí he perfeccionado.

-¿Cuántas llamadas reciben?

-7.000 solo en Málaga y en España más de 100.000. A través del teléfono se atienden las situaciones de crisis, pero también hacemos cursos de prevención y salud emocional, y el módulo central que es el programa de agentes de ayuda.

-¿Cómo es su relación con Málaga como ciudad de acogida?

-Magnífica. Me gusta como ha evolucionado. Cuando llegué en el 86 era otro mundo, pero ha evolucionado muchísimo, se ha abierto al mar, a nivel cultural ha crecido . Es otra cosa. Hay calidad de vida, aunque todavía queda por andar. La crisis también se nota. Cuando sales del centro y vas a las barriadas todavía ves muchas cosas por hacer, pero estamos en el camino.

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