Opinión | Territorio Comanche

No nos viene Bien (de Interés Cultural)

  • Todo el argumentario habría sido digno de ser considerado por el mismísimo Valle Inclán como esperpento debido a la deformación sistemática de la realidad

La Farola y la cementera  detrás.

La Farola y la cementera detrás. / M. H.

PUES ya hemos construido una nueva polémica ciudadana. Probablemente tan ficticia como aquella en la que, referida a los túneles de la obra del metro, los que defendían los muros pantalla eran progres y los de la tuneladora eran carcas. El sentido común que lo ponga otro. Ahora la cuestión parece ser que reside en que le ponemos peros a que el Ministerio de Cultura haya declarado “Bien de Interés Cultural” (BIC) a nuestra Farola, o a algunos no les viene bien, o hay un clamor ciudadano de cuatro y el del tambor a los que no le viene bien, o lo que sea, oiga, que esto es Málaga, y para algunos temas nos la pintamos. Que no se nos olvide que, al parecer, lo emblemático es el mamotreto que quieren colocar a unos cuantos metros de la susodicha, pero ¿cómo se le ha podido ocurrir al Ministerio dotar de dicho reconocimiento a la Farola, con más de dos siglos de antigüedad, con lo que nos gusta derrumbar referencias como La Coracha, destruir La Mundial, enterrar restos arqueológicos, y fosilizar Baños del Carmen…? Igual la respuesta podría ser…precisamente por eso. En cualquier ciudad del mundo, dicho reconocimiento sería motivo de satisfacción, excepto en Málaga. Sin embargo, creo que se trata de una polémica ficticia por lo estéril, y que el malagueño es bastante mas inteligente que eso.

Por mas vueltas que se le de al tema, hay que reconocer que se trata de una situación difícil de comprender, tanto más cuando Ayuntamiento, Junta de Andalucía y Puerto, recurren tal designación. Todo el argumentario habría sido digno de ser considerado por el mismísimo Valle Inclán como esperpento debido a la deformación sistemática de la realidad.

Que la Farola es un edificio singular y emblemático parece fuera de toda duda, y con la facilidad que en Málaga confundimos lo viejo con lo antiguo, no parece muy desacertada la decisión de Cultura de reconocer como relevante lo que así lo considera la propia sociedad malagueña, y que, por tanto, deba ser protegido como así lo recoge la ley de Patrimonio Histórico Español de 1985. Estos bienes de patrimonio histórico que por su relevancia social e histórica y su singularidad necesiten de protección, son declarados Bienes de Interés Cultural (BIC), como distinción máxima que se le otorga a un bien a nivel nacional y es debido a su importancia. Como marca la ley, un monumento Histórico: obra arquitectónica o de ingeniería, escultura con algún interés histórico, artístico o científico, y de cierta relevancia social.

Toda la polémica al parecer reside en que después de que un bien sea declarado BIC por la autoridad competente, éste pasa a tener medidas especiales, y la administración pública a la que pertenece ese bien, en nuestro caso la Autoridad Portuaria, está obligada a establecer una estrategia de protección para su conservación, de tal forma que toda intervención, obra, o despliegue urbanístico que se realice alrededor del BIC y que pueda afectar su estado de conservación, queda prohibido. Del mismo modo, según reza en la ley, ningún BIC puede ser vendido, sin pedir permiso expreso a la administración. Es decir, medidas de protección y conservación a La Farola, dado que como BIC es patrimonio de todos los malagueños y nos otorga riqueza cultural.

Ante eso, el presidente de la Autoridad Portuaria de Málaga, se opone como argumento a cualquier declaración como Bien de Interés Cultural de un faro que esté operativo, como es el caso de La Farola. Afirma que a esa edificación “no le hace falta ninguna protección patrimonial adicional y la prueba es que está ahí, en perfecto estado”. Al estar en funcionamiento, el propio puerto se encarga de “tenerlo perfectamente mantenido”. Y naturalmente, el máximo responsable del puerto malagueño desvincula esta oposición a la declaración como BIC, del proyecto para levantar una mamotrética torre hotelera en el mismo recinto a unos 800 m de distancia. Dice que es una interpretación interesada, y que incluso si La Farola se declarara BIC eso no afectaría al proyecto, porque la torre estaría muy lejos. Vaya con la interpretación interesada…

Pero lo desternillante es que considera que la declaración como BIC de La Farola dificultaría su función. “La principal función del faro es ayudar a la navegación marítima, la protección de la vida humana en el mar. La declaración BIC produciría rigideces en la operativa portuaria de la farola, ya que el mantenimiento, la reforma de los radares o del radiofaro, necesitarían unos permisos que dificultarían la inmediatez con la que hay que actuar”, asegura Rubio. Parece que con un mamotreto delante, los radares, el radiófono y la señal lumínica funcionaran mucho mejor, que el hecho de ser declarado BIC. Y esta afirmación se realiza sin sonrojo. La verdad que igual se la tendría que haber trabajado un poco mas, aunque eso habría supuesto haber pensado el argumento durante algo mas que medio nanosegundo, lo que parece no se estila mucho en la Autoridad Portuaria.

Todo esto recuerda bastante a aquel delegado de medioambiente, que en gloria esté, que pretendió minimizar el impacto visual del mamotreto clavado en mitad de la bahía de Málaga con el peregrino argumento de que, si se miraba para otro lado, no se vería, como si dentro de las funciones de un rascacielos, una de ellas fuera su trasparencia paisajística. Un auténtico despropósito.

Igual no es buena idea que se contribuya mediante falsas polémicas, a crear un clima que poco tiene que ver con el respeto al patrimonio cultural, en la Málaga que aspira a ser la sede de la Expo de 2027, precisamente sobre la sostenibilidad urbana, y que por tanto tendrá que pasar por un filtro para su designación final por la Comisión Evaluadora. Mostrando que no nos ponemos de acuerdo ni cuando nos hacen un reconocimiento, igual no es buen ejemplo de marketing. Y así ha sido siempre. Una piel muy dura para justificar el pelotazo, y muy blandita para proteger de verdad, con iniciativas y hechos, y no de boquilla, lo nuestro, nuestras señas de identidad, y nuestro patrimonio. Poco nos pasa.

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