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Lo normal en Navidad es que el anfitrión de la cena de Nochebuena quiera agradar a sus invitados con lo mejor que pueda ofrecer. Es tiempo de darse esos caprichos que durante otros meses del año ni siquiera se plantean. Pero no porque estén más baratos, al contrario, pues los precios de alimentos tradicionales que se consumen en estas fechas suben en torno a un 40 por ciento por el aumento de la demanda y porque los intermediarios y comerciantes aprovechan la coyuntura para hacer su particular agosto.

No obstante, si usted quiere disfrutar de unas buenas cigalas, un bogavante, unas ostras, un cochinillo o un besugo y su bolsillo no da para grandes alegrías no tiene que desesperarse. Sólo tiene que ir a varias superficies comerciales y comparar los precios, como realizó este diario el pasado viernes 21 de diciembre. Acudimos al Carrefour Los Patios, al supermercado de El Corte Inglés, a un Mercadona, un Lidl, un Eroski Center y al mercado central de Atarazanas. Se gasta gasolina o bonobús, pero ese viaje puede suponer el ahorro de bastantes euros.

La primera conclusión es que, al contrario de la idea general, el mercado central no es siempre más barato que las grandes superficies. Obviamente en esta instalación hay centenares de puestos y el precio oscila en función de la hora -este diario fue a las 12.30- pero, homologando los productos y siguiendo una media, el besugo, la dorada o las cigalas están más caras que en otros sitios. También hay productos más baratos. En principio, se entiende que los productos que se venden en el mercado central son frescos, si bien en el resto de superficies comerciales consultadas también acudimos directamente a la sección de pescadería y no a la zona de embarquetados.

En líneas generales, la carne es algo más barata que el pescado, sobre todo si se tiene en cuenta que puede dar de comer a más personas, aunque obviamente depende del producto. El cochinillo es uno de los productos que ofrece mejor relación calidad-precio, si bien es cierto que hay que saber prepararlo.

Otra conclusión es que, por mucho que los ciudadanos lamenten el continuo aumento del coste de la vida, los supermercados y el mercado están llenos desde primera hora de la mañana. A ver si va a ser verdad eso que dice el ministro de Economía, Pedro Solbes, de que no sabemos cuánto vale un euro.