Málaga

El placer de pasear en bici sin temor a ser atropellado

  • Unos 6.300 malagueños recorrieron ayer varias calles de la capital en el VII Día de la Bicicleta · El tiempo acompañó y muchos reclamaron la creación de carriles específicos

Se quejan, y con razón, muchos ciclistas de la inexistencia de carriles bici precisamente en una ciudad, en una provincia en general, que tiene más de 300 días de sol al año y una buena climatología. En otras capitales europeas como Munich, Berlín, Florencia y hasta Londres tener un carril bici -de calidad y no parches en la acera- y utilizar este medio de transporte para ir al trabajo o de ocio es algo que ya está asumido desde hace décadas. Y eso que en esas ciudades es raro el día que no está nublado, nieva, chispea o llueve a cántaros en función de la estación del año en la que se esté. Sirva esta introducción para destacar el magnífico paseo que ayer se pudieron dar miles de personas por las principales calles de la capital aunque sea con la excusa de la celebración del VII Día de la Bicicleta.

La mañana fue soleada, algo ventosa, la temperatura, agradable y, teniendo en cuenta la dificultad existente para circular en bicicleta por la capital sin temor a ser atropellado, unas 6.300 personas decidieron echarse a la calle con, junto con andar, el medio de transporte más ecológico y barato del mercado. En esta ocasión se batió el récord de participantes, superando ampliamente los 5.800 inscritos del año anterior.

La jornada era festiva y, por tanto, había todo tipo de público. Desde ciclistas semiprofesionales con sus maillots hasta niños pequeños. Muchas personas iban además disfrazadas pues, al final de la jornada, se iban a repartir premios a los más originales. Los ganadores fueron una pareja disfrazado él de hippie y ella de niña, y un niño con una vestimenta militar. En ambos casos, los vencedores se llevaron a casa una bicicleta plegable. Hubo más premios, por ejemplo, a la familia más numerosa. Ganaron los Porras Heredia, que acudieron a la cita con siete familiares -el matrimonio y cinco hijos- y se llevaron de premio un televisor de 32 pulgadas que, lógicamente, tendrían que trasladar en coche pues volver a casa con el televisor cargado entre siete personas en bicicleta tiene que ser un espectáculo. "Hemos venido porque los niños han tirado de nosotros y así los teníamos todos juntos, pero el año que viene no volveremos y así se podrá llevar el premio otra familia", dijo el cabeza de familia, Eduardo Porras. También se premió la bicicleta más original, y ahí se llevaron el gato al agua cuatro hombres montados en un tándem con sombrillas para tapar el sol, un joven que tenía una bici a lo Harley Davidson, y un chaval que, junto a su padre y su tío, había diseñado una especie de bicicleta con una hélice incluida digna del doctor Emmett Brown en la trilogía de Regreso al futuro. Hubo además un sorteo de cascos, mochilas o tarjetas de regalo de El Corte Inglés -uno de los organizadores- para el resto de participantes.

Pero el día también tenía un carácter reivindicativo. Miembros de la asociación Ruedas Redondas repartieron 300 carteles con el lema No me basta con un paseíto al año. ¡Quiero carriles-bici para pasear a diario! y 2.000 folletos en los que se exigía al Ayuntamiento de Málaga que "ejecute ya la red de carriles-bici contemplados en el Plan Director de Bicicletas e incluido en el PGOU con los 40 kilómetros prometidos en la última campaña electoral. ¡Y sin esperar a que se lo financien otras administraciones!". Directivos de la asociación, ante la ausencia del alcalde, le entregaron el panfleto al concejal de Urbanismo, Manuel Díaz, que no supo muy bien qué hacer con el papel. Díaz no corrió en bicicleta pero sí lo hicieron el asesor municipal y ex árbitro de fútbol Antonio Jesús López Nieto o el concejal de Accesibilidad, Raúl López, en una bicicleta adaptada a su minusvalía.

Francisco Frías corrió junto a dos sobrinos y aseguró que "no se esperaba tanta gente" a la vez que se preguntaba por qué no se hacían carriles bici en la capital. En la meta también había una docena de jóvenes estudiantes de módulos deportivos del instituto Fernando de los Ríos que se habían apuntado como voluntarios junto al profesor Carlos Huesa y, en un banco cercano, Rosario de Haro descansaba junto a su hija. "No hemos hecho el recorrido completo", reconocía entre risas, "pero hemos echado una buena mañana". Su marido, también ciclista, aparecía a los pocos minutos con unas patatas y unos helados para reponer fuerzas. Aún quedaba el regreso a casa y, esta vez, las calles no estaban cortadas a la circulación por lo que había que estar atento para no sufrir un accidente a la espera de que una de las ciudades con más horas de sol de Europa tenga carriles bici.

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