La trama delictiva que operaba desde la prisión provincial desmantelada por la Guardia Civil tras una laboriosa investigación cuenta con un precedente en la provincia: el ciudadano argentino Walter Aníbal V. L. Este delincuente llegó a mover desde su celda un alijo de 2.500 kilos de hachís. Su caso se convirtió en un auténtico enigma para las fuerzas de seguridad ya que, aunque los investigadores obtuvieron pruebas de su implicación en los hechos, nunca se llegó a descubrir cómo daba instrucciones a los otros miembros de la organización.

Según informaron fuentes de la Guardia Civil, estos hechos ocurrieron hace aproximadamente tres años. Los agentes andaban tras la pista de una organización dedicada a introducir alijos de hachís. Las pesquisas determinaron que su antiguo líder era un ciudadano argentino llamado Walter Aníbal que se encontraba en prisión.

La investigación prosiguió y los responsables del caso constataron que entre los miembros de la red de narcotráfico y su antiguo cabecilla había comunicaciones. La operación concluyó con la captura de los narcos, pero nunca pudieron saber qué mecanismo utilizaba Walter Aníbal para contactar con sus pupilos y darles las pertinentes instrucciones. En la intervención se aprehendieron dos toneladas y media de hachís.

Los agentes barajaron muchas opciones -un teléfono en la celda, un contacto entre el personal de la prisión, etc.-, aunque, a pesar de que el caso siguió abierto por esta cuestión, no se llegó a determinar cómo lo hacía.

Otro caso sonado de traficantes que actuaban desde la prisión es el del clan de los Oubiña, quienes desde su encarcelamiento dirigieron envíos de toneladas y toneladas de cocaína.

El caso más sonado a nivel internacional es el del capo de la droga colombiana Pablo Escobar, pero su caso tiene un matiz diferenciador. La prisión en la que estuvo había sido construida con su dinero y, más que cumplir una pena, parecía que estaba de retiro en un hotel particular.