maría josé parages lópez. MAESTRA

"Tenemos un problema serio de formación del profesorado"

  • La directora del colegio La Biznaga explica el milagro que ha llevado a un centro de estar a punto de desaparecer a tener lista de espera

María José Parages abre la puerta del invernadero hecho con botellas de agua por el alumnado, las familias, profesorado y personal del centro.

María José Parages abre la puerta del invernadero hecho con botellas de agua por el alumnado, las familias, profesorado y personal del centro.

El colegio público La Biznaga estuvo condenado a muerte. La construcción de la Ronda Este destruyó su acceso principal y dejó el edificio encaramado en una colina, asomado sobre la autovía y sin posibilidad de llegar a él por un camino suficiente para dos vehículos. Aquel despropósito tuvo cumplida factura. Años después el que aún era el único centro público del distrito con más escuelas privadas de la ciudad tenía apenas medio centenar de alumnos y serio riesgo de cierre. María José Parages López (Madrid, 1958) asumió casi por casualidad la dirección hace ocho años con un proyecto de escuela inclusiva que ha obrado el milagro. La Biznaga tiene este curso 250 estudiantes y lista de espera. Es sobre todo un colegio diferente. No solo por su invernadero construido con botellas vacías de agua, el huerto que ha resistido airosamente la canícula del verano, un jardín de lectura ideado por el alumnado, un patio en el que se preparan los productos del huerto en cocinas de sol y un proyecto de zonas de juegos de mesa que, siguiendo la idea de un padre, convierte ruedas usadas en mobiliario. Sobre todo es un colegio diferente porque la enseñanza, el aprendizaje, las decisiones y la responsabilidad no son unidireccionales, sino colectivas. Tan de los escolares, las familias y el profesorado como de Miguel e Isabel, el conserje y la limpiadora.

-¿Qué es La Biznaga?

-Una escuela pública y como escuela pública es de todos y todas y debe revertir en todos y todas. Es un espacio de cooperación en el que se cambia el yo por el nosotros. Intentamos construir la escuela que queremos entre todas las personas que participamos. Fácil no es.

-¿Porque supone muchos cambios?

-Lo primero a cambiar es el modelo educativo para que dé participación a todas las personas, sean cuales sean sus condiciones y características.

-¿El modelo convencional no está abierto a todos?

-No.

-¿A quién beneficia?

-No sé si es muy conveniente que yo lo diga pero está hecho para las élites. Si montas una escuela donde de entrada una personas tienen éxito, otras van tirando y otras ya están excluidas creas un sistema estratificado. Si además a unas escuelas van quienes nos van a dirigir, a otras la gran parte de la población y otra parte va guetos... Nosotros entendemos que la escuela pública tiene que cambiar eso, no solo porque esté subvencionada, sino porque tiene que dar respuesta a todos y todas.

-Las familias que deciden este colegio aceptan esa fórmula, los niños asimilan los cambios, pero ¿y los profesores?, porque usted no elige a su equipo.

-Ese es uno de los grandes handicap que tenemos. Intento explicar a la Administración que si hay un modelo educativo concreto es preciso que el profesorado tenga esos principios y formación, porque si no es muy difícil.

-¿Qué plantilla tienen?

-14 ahora mismo, de ellos cuatro nuevos. Todos los años viene profesorado nuevo y a veces son personas que no comprenden, no conocen el modelo o no lo quieren porque no están formados. Entiendo que las familias tienen que sentirse muy decepcionadas cuando vienen a un centro buscando un modelo educativo concreto y les toca un maestro o una maestra que hace justo lo contrario.

-En 2008 y 2009 hubo movilizaciones de familias que no tenían plaza en centros concertados y no querían venir a La Biznaga. Ahora, tienen lista de espera. ¿Cómo se ha operado tan rápido el cambio?

-Lo que hicimos fue poner a todo el colegio a trabajar cooperando, darle participación a las niñas y niños, a las familias y preguntarnos qué tipo de colegio queríamos e ir cambiando. Teníamos claros los principios, porque tampoco podíamos obligar a trabajar al profesorado en un determinado modelo. No le puedo decir a un maestro o maestra que deje los libros de texto, pero sí que en la clase se trabaja cooperativamente, sí le puedo indicar cuáles son los principios.

-Sin embargo, el trabajo por proyectos es popular y está más o menos extendido, los principios, sin embargo, son ya otro asunto.

-¡Esa es la historia! A nosotros nos preocupan más los principios que trabajar por proyectos, que son la consecuencia, por eso me preocupa tanto la formación porque con un profesorado formado tú puedes hablar y llegar a acuerdos. Yo intento decirle a la Administración que el profesorado debe compartir el modelo y los principios porque una experiencia como esta puede morir en muy poquito tiempo si el profesorado no responde. Y si fracasa no se dirá que ha fracasado la Administración, sino que ha fracasado el proyecto Roma [modelo educativo perteneciente al movimiento escolar llamado pedagogía alternativa que promueve la escuela inclusiva] . Este es un problema muy serio.

-¿Por qué esa resistencia por lo menos a probar? ¿Miedo a salir del espacio de confort?

-Supongo que es un poco de la dificultad de salir de un espacio confortable. Cuando te mueves en un modelo más cooperativo donde das participación pierdes tu estatus; tu poder. ¿Dónde está el miedo a preguntar a las niñas y niños qué patio quieren? ¡Pero si es una ventaja que estén en un espacio que les resulte acogedor! Nosotros no separamos Infantil y Primaria en el recreo. Salen todos juntos y para que eso funcione tienes que hablar con ellos, ponerte de acuerdo y ver las normas. Intentamos que los chicos y chicas mayores tengan la sensación de que son responsables de los pequeños. Les repetimos mucho que miren quién les mira y piensen qué les enseñan. Es fundamental que sepan que sus actos tienen consecuencias. Tratamos de construir la ciudadanía del futuro, que también es la ciudadanía de ahora, esa que no espera a que nadie mire para tirar el papel al suelo, una ciudadanía más solidaria y justa.

-¿Qué perfil de familias trae sus hijos a La Biznaga?

-Familias rebotadas de la escuela, familias que pertenecen al profesorado y vienen buscando otra cosa, familias que han tenido dificultades y vienen buscando casi una tabla de salvación, familias de la zona. Son perfiles variados pero que conviven muy bien.

-Esa carretera imposible de acceso a través de las casas de La Mosca, ¿por qué?, ¿hay mala intención con tantos colegios privados y concertados en el entorno?

-No lo sé. No me atrevería a decirlo. Hasta que se hizo el Parque Clavero éste era el único público de la zona. Cuando se construyó la autovía se cortó el acceso y nunca se repuso, quedando como único acceso una vía secundaria por la que escasamente caben dos coches. Es un problema muy serio. Imagina cómo es esto a las 8:45 de la mañana. Abrimos el patio para que las familias aparquen, dejen a las niñas y los niños y cuando ya están en clase, empiezan a bajar. Hemos llegado a esa entente pero el problema es que el patio está siempre muy sucio y aunque le pedimos al Ayuntamiento y a Limasa que lo limpien dicen que no porque es un espacio privado. El año pasado se aprobó en el Pleno por unanimidad retomar el asunto de acceso y yo, ilusa de mí, esperaba hoy [31 de agosto] encontrar algún cambio, pero no.

-Sorprende que se hayan hecho reformas en el colegio financiadas por las familias.

-Sí, sí, la AMPA. Cada año hemos reformado una cosa. El primer año fueron los baños. Preguntamos a las niñas y a los niños cómo los querían, los planificamos, la AMPA nos ayudó económicamente y los servicios operativos del Ayuntamiento, también. Lo hicimos junto con el alumnado y Miguel. Al año siguiente arreglamos los pasillos y el AMPA también ayudó y este año han ayudado en la obra de atrás, donde hemos puesto una encimera y una pila, porque nosotros hacemos muchas cosas pero también enseñamos que luego hay que dejarlo todo limpio porque no podemos dar más trabajo a la persona que nos cuida, que es Isabel.

-¿Miguel, Isabel? ¿Quiénes son?

-El conserje y la limpiadora. Creo que son los pedagogos más grandes que tenemos en el colegio; personas absolutamente participativas.

-¿Es colegio bilingüe?

-No. No queremos. Además, no me parece muy lógico cómo se está llevando el bilingüismo. Nuestra apuesta es no ser centro bilingüe, pero sí dar muchas horas en las que se hable en inglés. Dar una determinada asignatura en inglés ¿tiene sentido?, ¿resuelve de verdad el problema del inglés en España? Lo dudo. Habría que cambiar el modelo porque no se trata de que sepamos más gramática inglesa que nadie sin tener capacidad para conversar.

-¿Por qué se dedica a la enseñanza?

-En principio quería hacer Educación Física, pero cuando lo dejé me decidí por Magisterio. La verdad es que el primer año que llegué a la escuela, después de pasar un primer mes fatal y de llorar mucho pensando que no servía, me enganchó y, todavía hoy, cada día que pasa me apasiona.

-Conoció la Ley General de Educación, la Logse, ahora la Lomce... ¿Qué le parece la evolución del sistema educativo?

-¿Soy sincera? Creo que está involucionando.

-¿En qué sentido?

-Hubo una etapa en Málaga y creo que en toda Andalucía en la que el profesorado sentía la necesidad de investigar, de formarse, de renovar, de buscar otra escuela, y creo que eso ahora no se da con el mismo bullicio que antes.

-¿No hay entusiasmo?

-Creo que se está perdiendo, pero además creo que hay un problema serio de formación desde la propia universidad. El profesorado que sale no tiene ese espíritu de buscar, cambiar e investigar, ni, desgraciadamente, la formación para ello. Por ejemplo, en diversidad hemos involucionado muchísimo. La normativa que ha salido buscando ayudar lo que ha hecho ha sido ir para atrás. Cuando alguien llega a la escuela con alguna peculiaridad, y no hablo solo cognitiva, se saca del aula. Por ejemplo, al alumnado que no habla español lo enviamos a un aula de acogida, un espacio donde están otros dos o tres que tampoco saben español. Pero, vamos a ver, ¿cómo se aprende un idioma, en un aula o hablando? ¿No sería más fácil organizar el apoyo en el aula para que ese niño además de aprender español pueda participar del aprendizaje de sus compañeras y compañeros? Los niños de apoyo, como se dice en los colegios, se sacan del aula para hacer no sé qué, mientras los demás siguen trabajando, en vez de tener ese apoyo en la clase, donde pudiera también cooperar con los demás. Cuando vuelve al aula, ¿quién restituye a ese niño lo que han hecho los demás, algo que nadie le va a enseñar pero por lo que luego sí va a ser evaluado? Eso es una involución.

-O sea, pretendiendo dar recursos se desampara.

-Al principio dábamos apoyo al profesorado porque se entendía que no estaba formado para atender la diversidad. Eso ha ido derivando y degenerando, de modo que el apoyo no lo recibe ya el profesorado para que pueda atender la diversidad, sino las niñas y los niños.

-¿No cree que la formación de los maestros debería ser tan exigente como la de un médico?

-Habría que tener en cuenta la formación y la práctica. Eso de las oposiciones, ¿qué sentido tiene?

-¿Un MIR?

-Debería, pero claro, ahí te metes en otra historia. ¿Qué tipo de profesorado evalúa a ese MIR? Es necesario práctica pero también una formación teórica muchísimo más fuerte. ¿Cómo puede haber profesorado que no sepa cómo funciona el cerebro si es la herramienta de trabajo que tenemos con los niños y las niñas? Es como si un médico no supiera cómo es el cuerpo humano. No tiene sentido. Debería ser una formación muy fuerte centrada en el cómo se aprende no en el qué. ¿Tiene sentido centrarse en qué aprender cuando ahora todo está en un móvil? Deberíamos enseñar a acceder a la información, seleccionarla, saber cómo utilizarla y, sobre todo, desarrollar la autonomía social y moral.

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