Reproducción asistida | Centro Gutenberg

La menor calidad del esperma obliga a técnicas más complejas para tener hijos

  • La concentración espermática ha disminuido más de la mitad en los últimos 30 años

  • Contaminantes ambientales, alcohol, droga, estrés y obesidad se barajan como la causa

Una profesional del Centro Gutenberg trabajando en el laboratorio.

Una profesional del Centro Gutenberg trabajando en el laboratorio. / Javier Albiñana

Contaminantes ambientales, hábitos de vida no saludables, estrés y obesidad parecen estar detrás de una realidad: los varones en general producen menos espermatozoides que hace décadas. A esta merma de la capacidad reproductiva se suma que muchos hombres –al igual que la mujer– aplazan su paternidad. Y, a mayor edad, menor concentración espermática y espermatozoides de peor calidad. Son dos variables exclusivamente masculinas que cada vez hacen más difícil tener hijos. Y si se suma que la mujer también suele tener más años cuando intenta el embarazo, la situación se complica aún más.

Esta realidad obliga a las clínicas de reproducción asistida a recurrir a técnicas cada vez más complejas y costosas para que las parejas puedan tener descendencia. Siempre se ha puesto el foco en el problema que supone que la mujer retrase la maternidad. Pero la edad del varón puede influir en una menor tasa de embarazo, un mayor número de abortos y un aumento de ciertas patologías en la descendencia.

Por eso la embrióloga del Centro Gutenberg Carmen Segura da tres consejos a los varones: que no retrasen la paternidad, que lleven una vida sana y que se impliquen en el proyecto reproductivo sobre el que tienen la mitad de la responsabilidad. Para tranquilizar a los futuros padres, aclara que el factor masculino como causa aislada de esterilidad “tiene muy buen pronóstico” y que los tratamientos dan unos “resultados magníficos”. En total, 7,6 parejas de cada 10 en los que el problema es sólo masculino “se van con su niño a casa”.

Los problemas de fertilidad del varón tienen buen pronóstico y los tratamientos, "resultados magníficos"

El factor masculino representa el 35% de las causas de esterilidad y además forma parte del 30% de las causas mixtas en las que intervienen problemas reproductivos del hombre y de la mujer a la vez. La embrióloga del Centro Gutenberg advierte que para poder ser padre hay que cuidarse. Los anabolizantes, los porros, otras drogas, el alcohol y el tabaco disminuyen la calidad del esperma.

Pero aunque los varones lleven una vida sana, los sanitarios constatan una disminución de la calidad seminal de causa desconocida y que sospechan que se debe “al estilo de vida y factores ambientales”. Estudios publicados en la revista Human Reproduction Update demuestran que la concentración espermática en la población masculina occidental ha disminuido más de la mitad en los últimos 30 años, a razón del 1,4% anual.

Hace décadas, se achacaban casi todos los problemas de reproducción a la mujer. Incluso existía un estigma si no se quedaba embarazada o abortaba de manera espontánea. Pero en la actualidad ya se ha constado también la repercusión del factor masculino: la merma generalizada de la producción espermática y la influencia de la mayor edad de los padres en la peor calidad seminal. Y a más dificultad para lograr el embarazo, mayor complejidad de las técnicas para conseguirlo; procedimientos que –aunque el problema sea achacable al varón–resultan más molestos para la mujer.

Si una pareja en la que la mujer es menor de 35 años tras un año de relaciones sexuales frecuentes no consigue el embarazo, “ambos” deben consultar a un especialista.

Lo más sencillo son las relaciones sexuales dirigidas, es decir, con el consejo de los profesionales para que tengan lugar en los días óptimos para la fecundación.

Pero si de forma natural no lo logran, la solución puede ser la inseminación artificial en la que los especialistas, a partir de una muestra se semen, seleccionan en laboratorio los mejores espermatozoides y los introducen en el útero para que se encuentren con el óvulo en la trompa, donde se produce la fecundación. Esta técnica cuesta, incluyendo la medicación, unos 800 euros.

Pero si el caso es más complejo, debe recurrirse a la fecundación in vitro (FIV) con microinyección espermática. En esta técnica, los óvulos deben extraerse a la mujer mediante una punción. El espermatozoide se introduce luego en el ovocito mediante una microinyección. De modo que la fecundación ocurre en el laboratorio. Después, el embrión se le transfiere a la mujer. La FIV –más molesta para la futura madre– además es más cara: cuesta unos 4.000 euros.

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