Pedro Navarro | pediatra

“Con la pandemia, la gente ha visto que las vacunas salvan vidas y evitan secuelas”

  • Confirma que las medidas anticovid han contribuido al descenso de otras patologías infecciosas

  • Aconseja a los padres que ante síntomas similares a un catarro lleven sus niños al pediatra

Pedro Navarro, en la sede del Colegio de Médicos de Málaga.

Pedro Navarro, en la sede del Colegio de Médicos de Málaga. / M. H.

Pedro Navarro es pediatra, vicepresidente del Colegio de Médicos y experto en vacunas. Sostiene que la pandemia ha puesto en valor la importancia de las vacunas para prevenir enfermedades contagiosas y, por lo tanto, también sus secuelas.

–Este año, con las medidas de higiene anticovid, casi no hay gripe, ni bronquiolitis entre los niños...

–Al estar los niños confinados, utilizando mascarillas y con medidas de higiene más estrictas es lógico que se haya controlado también otro tipo de enfermedades. Otros años han llevado a los niños a la guardería o al colegio con fiebre. Este año se ha mantenido la premisa de que no podía entrar en esos centros ningún niño enfermo. Las mascarillas, el lavado de manos, la ventilación de las clases... todo eso ha favorecido que las enfermedades infecciosas se hayan combatido con mucho más poder. Eso ha evitado muchos contagios.

–¿Entonces qué conclusiones hay que sacar de cara al futuro para la prevención de las demás enfermedades infecciosas?

–En el futuro... es imprevisible. Tendríamos que tener a los niños de forma discontinua, con medidas de protección. Mascarillas, aulas ventiladas, distancia de seguridad... Llevarlo hasta ese extremo va a ser difícil. Pero la conclusión que se puede sacar es que las medidas higiénico sanitarias evitan en gran medida la transmisión de cualquier tipo de enfermedad infecciosa. Con lo cual, sin ser tan estrictos como con el Covid, en el futuro habrá que tomar alguna de estas medidas que este virus nos ha enseñado. Ventilación, que los niños no estén muy hacinados, lavado de manos... La mascarilla es más complicado. Pero todo esto nos tiene que enseñar.

–¿No solo para los niños, también para los adultos?

–Para todos, claro. Yo creo que va a haber un antes y un después del Covid. No sé cuánto durará esta situación, pero respecto a los hacinamientos, las bullas en los bares, las grandes aglomeraciones de fútbol y de espectáculos, habrá un antes y un después.

–¿Iremos a los conciertos con mascarillas?

–O habrá otras medidas de seguridad... Costará un tiempo volver a la normalidad anterior; es una opinión personal. Pero somos latinos y somos muy afectivos con los besos y los abrazos. Y nos gusta lo que llamamos en Andalucía las bullas... Eso se puede limitar. No sé si ese miedo durará un año o dos. Como cuando un amigo fallece, que nos dura el miedo dos días; nos cuidamos, pero a los tres días ya nos hemos olvidado.

–Según las tasas, el Covid prácticamente no afecta a los niños.

–Efectivamente. Los niños no son los supercontagiadores que al principio se pensaba, ni se han infectado en la misma proporción que los adultos. Además, en los que se han infectado, los síntomas han sido muchísimo más leves. Esa es la realidad. No sabemos por qué ocurre eso. No creo que haya una razón simple, pero la evidencia es así. Se especula mucho. Según la Organización Mundial de la Salud, de los diagnosticados de Covid, solamente un 13,4% son menores de 24 años. El resto son mayores de esa edad. Los menores de cuatro años son un 1,2%, de cuatro a 14 un 2,5% y de 15 años a 24 un 9,6%.

–¿Por qué ocurre eso?

–Hay mucha especulación. Parece ser que el niño tiene una respuesta inmunológica innata muy fuerte, es la que aparece en las primeras horas que uno tiene contacto con un germen, producida por las células blancas. Y esa respuesta innata tan fuerte hace que el virus no se replique porque lo ataca de forma inmediata y evita que se multiplique. Otra teoría apunta que el niño tiene menos receptores para que el virus se una a la célula. Y, si tiene menos receptores, el acceso a la célula es menor; por lo tanto su replicación y su daño también es menor. Otra hipótesis, más controvertida y menos concluyente, es que el coronavirus es un virus que el niño padece frecuentemente en los resfriados comunes. El niño sufre muchísimos resfriados por lo que tiene mucho contacto con ese virus y puede que ocurra una inmunidad cruzada.

–¿Con otro tipo de coronavirus?

Evidentemente, no con el SarCov2 que es el que produce Covid 19, sino con otros coronavirus.

–Con primos de este virus...

–Efectivamente, de la misma familia, que son coronavirus que producen el resfriado común. Los niños tienen continuos resfriados y catarros y se puede pensar en una inmunidad cruzada. Estas son las hipótesis que se barajan porque lo que sí está claro y es concluyente es que hay menos casos de niños infectados [que de adultos] y los síntomas [si contraen el virus] son bastante más leves.

–La pandemia ha puesto en valor la importancia de las vacunas y arrincona a los antivacunas...

–Claro. Hasta ahora, todo lo que suponía vacuna se asociaba con niños, con la edad pediátrica. De unos años para acá se ha modificado un poco esa idea. Primero con la vacunación masiva en adultos de la gripe, luego con la del neumococo y también cuando se ha empezado a vacunar a embarazadas contra gripe, difteria, tétanos y tosferina. Ya los adultos, desde hace unos años, en este grupo de pacientes, han tenido contacto con las vacunas. Ahora, con esta ansiedad que hay, se ha visto que la única forma de combatir una enfermedad infecciosa es descubrir una vacuna y anular ese virus. La gente se ha dado cuenta de la importancia de las vacunas. Los antivacunas tienen razonamientos un poco arbitrarios; le demuestres lo que le demuestres, pensarán que se les inyecta un chip, como decía Bill Gates. Pero están las personas que son un poco ambiguas, que no son antivacunas, pero que tampoco tenían ilusión o entusiasmo por vacunarse.

–Indecisos...

–Efectivamente. Estos indecisos se han dado cuenta de la importancia de las vacunas porque salvan vidas y en enfermedades que dejan secuelas, las evitan. Con lo cual, esos padres o esos abuelos estarán muy pendientes de que sus hijos y sus nietos complementen el calendario vacunal de forma completa.

–¿Con el confinamiento y el miedo al Covid ha bajado la vacunación infantil?

–Al principio, cuando nos confinaron, entre marzo y mayo, hubo un miedo terrorífico. La gente tenía pavor y los centros de salud estaban con muchas limitaciones de movilidad. Esos meses fueron dificultosos para la vacunación [infantil]. Pero a medida que se tranquilizó la población y los sanitarios conocíamos algo más del virus, los centros de salud organizaron circuitos limpios y seguros. Con lo cual, el niño llegaba con rapidez y se vacunaba [contra las patologías del calendario infantil] sin tener que esperar. Se hizo lo que llamamos un rescate. Esos niños que no se habían vacunado, se empezaron a llamar y a vacunar. Y prácticamente se ha vacunado el mismo número que en años anteriores. Lo importante es que las vacunas que no se le pusieron en su momento porque se retrasaron, ahora se han puesto para que el niño siga su calendario vacunal habitual aunque lo haya iniciado más tarde o haya perdido una dosis que luego se ha recuperado.

–¿Algún mensaje a los padres?

–Hay que incidir en que el hecho de que el niño tenga poca patología no significa que no tenga la enfermedad. Con lo cual, cualquier niño que tenga sintomatología, debe ir al pediatra para que éste determine si es coronavirus o no. En el caso de un niño que tenga fiebre, congestión nasal, tos, dolor de garganta o un cuadro como de un resfriado normal, es bueno que el pediatra lo valore para que, si cree conveniente, le haga una PCR. Es la única forma de controlar la pandemia. Hay que rastrear bien y saber cuáles son los enfermos. Aunque los niños son menos contagiadores. Se ha visto en el ámbito escolar la menor incidencia del Covid. No ha habido ese cierre de colegios que al principio se temía. Se ha demostrado que los niños se han contagiado poco entre ellos. Casi siempre el contagio del niño ha venido por un adulto.

–¿Algo que desee añadir?

Las infecciones y brotes han sido poco frecuentes en el entorno educativo después de la apertura de los colegios tras las vacaciones de verano. Ello significa que son lugares seguros. En gran medida se debe a que los niños transmiten menos el virus que los adultos y también al estricto y acertado protocolo que han puesto en marcha los centros escolares. Hasta que no tengamos una inmunidad de grupo por la vacunación masiva de la población, los niños deben seguir manteniendo las medidas preventivas de lavado de manos, utilización de mascarilla, distancia de seguridad y ventilación de las aulas escolares.

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