Calle Larios

Un poco de vudú precuaresmal

  • Pues claro que Málaga puede considerarse una ciudad inteligente y moderna l La Catedral se prepara para acoger una exposición sobre la Sábana Santa mientras en la playa aparecen gallinas decapitadas como resultado de un ritual animista l A ver cómo meten eso en el proyecto Smartcity

BUENA está la actualidad: en el Calle Larios de la semana pasada aquí su servidor se mostraba comprensivo hacia los agnósticos que se limitan a encogerse de hombros en lo que respecta a Málaga y esta semana sale a la luz el caso de cinco individuos denunciados por descabezar pollos y gallinas en pleno arrebato vudú. Los susodichos, al parecer, se despacharon a gusto en la playa de Guadalmar y en Churriana, de compadreo con los espíritus, y ya se sabe que cuando hay fantasmas de por medio suelen contarse daños colaterales. A uno, acostumbrado al barroco frenético de esta bendita ciudad y a su síntesis de paganismo orgánico y devoción de estampita e insignia en el ojal, estas cosas le pillan sin embargo a trasmano. En las fotos suministradas por la Policía Local pueden verse las aves, ya masacradas, dispuestas junto a ciertos alimentos, en una especie de ofrenda macabra. Quizá los oficiantes querían rendir homenaje a los Orishas para que nunca les falte un plato en la mesa, con la que está cayendo. O igual, quién sabe, lo que querían era cocinar una paella con algunos entremeses y algo se les fue de las manos. El paisaje es tremendo, porque uno creía que sí, que Málaga era ya una ciudad moderna, con su atraso endémico y sus deficiencias pero con mucho ganado, y que de alguna forma el aburrimiento imperante, propio de las smartcities, obedecía a la tranquilidad merecida. Nunca pasa nada, pero eso al menos nos mantiene a salvo de ciertos peligros. Pero ¿en qué categoría cabría adscribir a los causantes de tan extraña liturgia, en el caso de que se trate de algo más que una gamberrada? ¿Y si realmente compartiéramos servicios públicos, bloques de viviendas, jardines infantiles, aforos en los teatros y barras en los bares con gente que cree que la sangre corriente de un pollo vertida sobre no sé qué puede garantizarle eficaz protección para el futuro? Es cierto que en su casa cada uno puede practicar el arte marcial que se le antoje, pero ya se corre el riesgo de ir paseando por la playa y encontrarse con un aquelarre en plan matanza afrocubana. La cantidad de pasquines que se reparten en pleno centro de la ciudad a los peatones en los que se publicitan los servicios de profesores nigerianos o senegaleses, capaces de eliminar el mal de ojo y de encontrar el novio perfecto a las solteronas más empedernidas, no sólo no han menguado sino que en los últimos años se han multiplicado. De modo que el vudú y las fuerzas animistas comparten ya nuestros espacios y costumbres de una manera seguramente más contundente que lo que la evidencia apunta. ¿Qué corresponde hacer, entonces? ¿Se deberían integrar estas creencias? ¿Habría que hablarlo con el obispo? ¿Merecen los santones y oficiantes del sincretismo caribeño un templo propio? ¿Cortamos el tráfico para sus procesiones? ¿Organizamos exposiciones temáticas? ¿Encargamos un cuadro a Revello de Toro? Sorpresa: el malagueño, que cree que manda donde quiera que pisa, manifiesta sus mayores debilidades en la irrupción de lo desconocido. En eso se parece al resto del mundo.

Málaga es un prisma, un caleidoscopio, un juego de espejos que admite mil ópticas distintas. Ayer mismo se presentó una gran exposición dedicada a la Sábana Santa de Turín y otros elementos misteriosos relacionados con Jesucristo que podrá verse a partir del próximo día 20. La fe cristiana continúa coronando la síntesis, y aquí estamos, a pocos días ya del Miércoles de Ceniza, con todas las cofradías contando las horas, presentando sus carteles, bordando sus vestiduras, desplegando los primeros aromas del incienso. La vieja reivindicación humanista de una fe integrada en el crecimiento de la persona es ya una quimera, por no hablar del empeño kantiano en la consideración de la religión como un argumento moral. Sólo queda la pompa de unos y la clandestinidad de otros. Es lo que hay.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios