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Crisis en manos de irresponsables

  • Husillos asegura en privado que va a dimitir por el no de Al-Thani al fichaje de Lucas Alcaraz

  • En el club la versión oficial es que no se sabe nada de ello

El Málaga, en una de las etapas más críticas y decisivas de su historia, sigue pegándose tiros en el pie. La entidad está en manos, como poco, cuestionables que, en lugar de gestionar y tomar decisiones, se boicotean. El penúltimo capítulo tiene como protagonistas a dos clásicos: Abdullah Al-Thani y Mario Husillos, presidente del Málaga y director deportivo respectivamente.

En pleno proceso de reestructuración, mereciendo especial atención la parcela deportiva por el reciente descenso, cada uno ha demostrado ir por su lado, actuando de espaldas al otro. Si no es imposible explicar cómo es posible que el director deportivo tenga fichado a un entrenador y el dueño del Málaga salte en su púlpito preferido negando la operación.

El caso tiene en vilo a todo el malaguismo, que vive falto de certezas y que observa atónito cómo acontecen situaciones escandalosas. Poniendo algo de orden cronológico al asunto, horas después de que saltase la noticia de que Lucas Alcaraz era el elegido por Husillos para hacerse cargo del banquillo del Málaga el curso 2018-19 en Segunda División, el presidente reaccionó con un tuit que corrió como un reguero de pólvora: "Con todo mi respeto para el señor Lucas Alcaraz, no está entre nuestras opciones. Le deseo mucha suerte con otro equipo. Trabajemos en silencio, por favor".

Ese silencio debe producirse entre Al-Thani y Husillos, no existe otra explicación. Pero la cadena de reacciones no paró con el boicoteo del jeque a la contratación de Alcaraz. El argentino movió ficha y desveló a sus íntimos que tenía tomada la decisión de dimitir.

Para Husillos esta injerencia del presidente es motivo para abandonar el cargo y así se lo ha hecho saber a su entorno y algunos afectados más. Sin embargo, en Martiricos aseguran fuentes oficiales que no existe ningún tipo de información al respecto. En el Málaga son tajantes.

Así que sólo queda esperar para ver cómo se siguen desarrollando los acontecimientos, que no auguran nada bueno para el Málaga. Más allá de opiniones personales sobre la gestión de la parcela deportiva por parte de Husillos -algo que daría para un debate largo e interesante-, las intromisiones del presidente vuelven a dinamitar los procesos naturales del club, que sigue gobernando desde una distancia irresponsable y dejándose llevar por caprichos. La deriva deportiva es también consecuencia de su nula capacidad (y la de sus hijos, pagados a precio de altos directivos pero que rara vez ejercen) para gestionar un club deportivo de élite.

Hay varios casos muy sonados de intervenciones del presidente en la parcela deportiva. El fichaje del malabarista Mastour a espaldas precisamente de Husillos o el de Esteban Rolón [con todo el culebrón de Javi García y su posterior encontronazo con Míchel] el pasado verano son algunos recordados. Aunque quizás hizo más daño con su falta de celeridad para autorizar ciertas operaciones de calado, especialmente hace un año, destacando sobre todas ellas la fallida renovación de Pablo Fornals. Su intervencionismo, otras veces, trajo consigo el aplauso del gran público cuando, contrariamente al deseo de Arnau y Juande Ramos, rechazó vender a Ignacio Camacho al West Bromwich Albion.

Independientemente de lo que suceda finalmente, el Málaga es el gran perjudicado del modus vivendi de la entidad en todas sus parcelas. Ahora mismo anda paralizado en sus esferas más altas cuando debía ser prioridad absoluta la reconstrucción y reestruccturación del equipo, que en unos meses debe partir -por presupuesto- como máximo favorito de Segunda al ascenso. La incertidumbre que se genera dentro del club salpica fuera y perjudica seriamente los intereses de un Málaga que en unas horas juega en Barcelona contra el Espanyol su penúltimo partido en Primera.

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