Tiempo Un frente podría traer lluvias a Málaga en los próximos días

Almería -Málaga CF

Suspiros de gloria (0-1)

  • El Málaga logra un tres de tres y se mantiene como líder en solitario sufriendo ante el Almería en el Mediterráneo

  • Golazo de Jack Harper y parada salvadora de Munir casi al final

El corazón se congela. El corazón se dispara. Ni él mismo sabe qué va a hacer, cuál será su próxima reacción. Se agita la respiración pero el alma se contrae. Las pupilas no saben ni dónde meterse. Es el maldito fútbol haciendo de las suyas, como un espíritu burlón que se mete en el cuerpo con ganas de reírse de ti. Pero al final te suelta, te mira de reojo y guiña. Te has salido con la tuya pero lo has tenido que sufrir, que merecer, que sudar. El Málaga logra su pleno esquivando a los demonios que le perseguían. Todas las curvas se vuelven rectas ahora para los hombres de Muñiz, que a veces parecen niños en el tren de la escoba. Al final ríes, pero el susto te lo llevas.

La diferencia en el fútbol siempre la marcaron las áreas y Segunda, lejos de ser una excepción, hace que el tópico se convierta en religión. El Málaga lleva nueve puntos de nueve posibles y eso es un tesoro único en una categoría donde todos los demás rivales ya se han dejado alguna miga por el camino. En el Mediterráneo salió triunfador porque tuvo y detuvo. Gol, se entiende.

Era la noche para que Jack Harper se llevase todos los besos. El canterano fue un alma libre con Blanco Leschuk como primo de Zumosol fajándose con Trujillo y Juan Ibiza. Hizo de un balón sacado por Luis Hernández una obra maestra -Muñiz llegó a decir que era un gol para poner en la escuela de entrenadores y en La Academia tras el encuentro-. El control fue primoroso y permitió al internacional escocés hacer una conducción divina, combinar con Pacheco, que sacó la pluma para devolver una asistencia deliciosa.

El gol resultó definitivo. Para Harper es además el primero. También el premio a su hambre y un mensaje a los de abajo: así se derriba la puerta del primer equipo. El que no entiende de puertas rotas es Munir. El marroquí apuró para jugar en Almería antes de irse con la selección. Bendita decisión. Poco antes de que el colegiado diese sus últimos silbidos sacó un mano a mano providencial.

Así se cocinan los triunfos en Segunda. Y hay que aceptar que esta será la tónica y que el preciosismo queda para noches contadas. Sin embargo, el Málaga tiene que terminar de ajustarse. De un área a la otro quedan muchos metros. Es verdad que el esfuerzo fue titánico y que el Almería mordió los tobillos, pero el centro del campo de un candidato al ascenso tiene que mostrar mayor solidez y mayor capacidad para manejar los encuentros.

Aunque todos pueden estar contentos por cómo marchan las cosa, hace bien el club en seguir mirando el mercado. Reforzar el armazón no es una mala idea a día de hoy. Pese a ser el Málaga un líder por derecho.

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