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Repetir la historia

  • Míchel fue destituido por última vez por un club de la Liga (el Sevilla) el 12 de enero de 2013

  • Aquella vez, también en la jornada 19, perdió por 2-0 en Mestalla en una atmósfera similar

De lo que sucede cuando la historia se repite se ha escrito mucho. También de los caídos, de los condenados que no aprendieron de ella. Pero aquí no se va a hablar de guerras marcadas por el invierno ruso, aquí se va a hablar de cómo aplicarlo al fútbol y a la vida, que a veces son sinónimos y no nos damos cuenta. Hasta cuándo se va a sujetar a Míchel sólo el jeque Al Thani lo sabe. O no, quizás tampoco lo sabe el presidente, tan acostumbrado a pasar de todo como a reaccionar a golpe de botón tras cualquier enfado pueril.

El entrenador, de momento, tiene una bala más. Y no contaba con ella, porque él mismo le dijo a los jugadores antes del partido contra el Espanyol que si perdían se iba a la calle. Y al final a donde va es a Getafe y con tres fichajes de invierno.

1Delantero. Míchel tirará de un punta ante el Getafe para poder encajar su dibujo preferido

Calca el entrenador madrileño un episodio oscuro de su vida. Porque hablando de repetir la historia, está sucediendo algo similar a lo que vivió cuando estuvo a cargo del Sevilla. Llegó como recambio de Marcelino con la temporada empezada y gustó. Por su porte, su verbo y porque el juego y los resultados -dentro de lo que cabe- acompañaron. Cuando le tocó arrancar un proyecto de inicio, se le vieron los lamparones. Su Sevilla se quedó sin credibilidad al mismo paso que su discurso. La atmósfera era irrespirable en el entorno y la grada. Y un 12 de enero de 2012, tras caer contra el Valencia en Mestalla por 2-0 en la jornada 19, acabó su historia en Nervión.

El paralelismo es claro. Además, desde aquel 12 de enero de hace cinco años, Míchel no había vuelto a entrenar en España hasta que tomó el relevo del Gato Romero en un Málaga muy tocado (mas no hundido). El resto de la historia ya la conocen. Ahora llega otra vez a la jornada 19, al ecuador de una temporada, con el equipo desarmado y sin argumentos futbolísticos, con 11 puntos de 54 posibles. Sin saber si será el último partido o si continúa teniendo carta blanca para perder y jugar mal.

A Míchel los Reyes Magos le han traído algo más que refuerzos, le han otorgado una oportunidad más de demostrar que puede con la situación, que no está absolutamente incapacitado para seguir al frente de la nave. Ahora, con tres nuevas piezas para equilibrar el equipo del que tanto se queja. Vuelve al 4-1-4-1 que tan buenos resultados le dio en la recta final del curso pasado.

El cuajo de Iturra le ha abierto una vía que tenía abandonada por desconfianza en su roster. Con el chileno de stopper, pondrá por delante al dúo Adrián-Recio, que volverán a formar pareja de baile pero con más metros y libertad y con el colchón de seguridad que se supone que es Colocho. Adiós, por lo tanto, a jugar con dos delanteros. Viendo las cifras realizadores, no se echará de menos.

En la zaga habrá nueva línea. Rosales, Luis Hernández e Ignasi Miquel darán la bienvenida a Fede Ricca, que tomará el relevo de Diego González, que ha cumplido como apagafuegos en el lateral izquierdo.

Listo el blindaje, queda esperar que Keko, Chory y Peñaranda -o el que sea- tengan chispa y tino. Porque, de momento, Alberto Bueno viaja con el equipo pero no está para competir durante 90 minutos. No es opinión, lo dice el propio futbolista. Aun así, si sigue la línea de Miquel e Iturra, a poco que haga será indiscutible. Se espera su debut, si el guion lo permite, como revulsivo.

Y así se planta Míchel y su Málaga en Getafe, con el objetivo de cambiar el curso de una catarata con un golpe de efecto que mantenga a ambos (técnico y equipo) con vida hasta que terminen de llegar los refuerzos invernales. El Málaga ha vivido de todo en su historia, a veces ha roto para bien. Otras también ha roto... a llorar.

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