Tiempo Un frente podría traer lluvias a Málaga en los próximos días

Málaga C.F.

La Rosaleda decide

  • El Málaga deberá jugarse ante un Sporting aún no descendido la cuarta plaza por no cerrar el partido ante el Atlético, que le remontó. El colegiado perjudicó de nuevo a los de Pellegrini

Un brusco cambio de estados de ánimo fue lo que se vivió ayer en el Vicente Calderón. Algo muy ligado al Atlético de Madrid, no tanto a este Málaga tan regular desde que cogió la velocidad de crucero que le hace pelear por jugar la Liga de Campeones. Seguramente, este hábito fue lo que hizo decantar la balanza en favor de los rojiblancos, cuando en la primera parte el amo y señor del partido había sido el Málaga. Un Málaga extrañamente cohibido en la segunda mitad y que tendrá que defender, curiosamente, la cuarta plaza ante el rival de ayer. Un Atleti al que no puso la puntilla. Será en La Rosaleda y ante un Sporting aún no descendido.

Con lo que había en juego, no cabía otra que salir con todo lo disponible. Pellegrini fue fiel a la rotación en el lateral derecho que está efectuando últimamente. Ayer le tocó el turno a Sergio Sánchez. Simeone no pensó en la final de la Europa League y, pese a que se había deslizado la duda, jugó Falcao. Junto a él, todos los habituales.

Como pregona el técnico chileno, el balón lo quería el Málaga sobre todas las cosas. El equipo mandaba. Lo hacía a ese ritmo en ocasiones desconcertante, pero el control fue suyo desde el inicio.

También el Atlético se pertrechaba atrás buscando una contra, su jugada preferida. La encontró pasada la media hora. Adrián, al que bien se conoce por La Rosaleda, la llevó con clase y potencia. Falcao falló lo inexplicable. Justo lo que había hecho el conjunto blanquiazul, que por momentos recordó a ese equipo que da miedo a los suyos por lo mucho que puede llegar a perdonar. Isco y Rondón, éste en dos ocasiones, marraron cuando el único obstáculo entre el balón y la red era Cortuois.

Entre medias de estas reincidentes desgracias se había producido un claro penalti de Mario Suárez a Demichelis. De esas jugadas que no se comprende cómo se observan desde lo más alto de la grada y no desde 10 metros, distancia a la que se encontraba Muñiz Fernández. Una de esas jugadas a las que el resultado final resetea o guarda en la memoria. Huelga decir qué ha ocurrido en este caso.

Justo cuando los lamentos cambiaban a la orilla rojiblanca apareció ese cañón que tiene Eliseu en su zurda y que por la escuadra hacía que el sueño llamado Champions pasara a ser realidad por esos instantes.

Al descanso se iban los de Pellegrini con la Liga de Campeones en el bolsillo. Únicamente a expensas de lo que hiciera el Valencia para ver si se podía aspirar a ser tercero.

Se hizo esperar el Málaga para volver del vestuario. Más tardó Muñiz Fernández en mandar reanudar. El Atlético había salido antes de tiempo. Quizás para huir de la bronca de Simeone, quizás para plasmarla lo antes posible. Marcaba el Mallorca ante el Levante y el escenario se ponía cada vez mejor. No así en el terreno de juego, muy mojado, donde ambos equipos parecían otros.

Dos avisos de Adrián y Diego no fueron sino que el anticipo de lo irremediable. Con más músculo, los colchoneros obligaron al Málaga a echar un paso atrás y el balón ya no era tan suyo.

La inercia que cogió el partido se reflejó en el lapso de diez minutos. Justo el tiempo que necesitó el Atlético en voltear el resultado con los goles de Koke y Adrián.

Pudo incluso marcar el tercero el conjunto local ante un Málaga del que Isco intentaba tirar pero que no acababa de encontrar la conexión. Y, si la hallaba, como en una ocasión con Sebastián Fernández, el desacierto ante la portería rival volvía a ser el de desesperar.

Hubo una jugada al final en la que Sergio Sánchez sí estuvo fino y alojó en la red un rechazo que había dado en Camacho. Pero el colegiado ya había pitado fuera de juego del aragonés. Algo más que dudoso y que significa que, en vez de amarrar la cuarta plaza en el Calderón, tendrá que hacerlo el Málaga en Martiricos. La Rosaleda decide.

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