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Sangre, sudor y fuegos artificiales

  • El Rey Felipe VI presidió un multitudinario estreno del Metropolitano

  • Una bandera de España cayó en paracaídas para dar inicio al encuentro

  • Griezmann marcó el primer tanto

El Málaga fue testigo de lujo de una de esas noches que siempre se recuerdan. Dentro de muchos años, cuando el Wanda Metropolitano acumule cifras históricas de partidos, siempre se echará la vista atrás y se recordará cómo el Málaga fue el primer rival en la casa de los rojiblancos. Nadie quiso perdérselo. El rey Felipe VI presidió el encuentro desde el palco. Reconocido seguidor colchonero, el monarca sufrió y disfrutó con el juego de los suyos junto a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Ambos se asustaron, como todo el aficionado congregado en el Metropolitano, cuando vieron caer a Luis Hernández tras un salto con Diego Godín. Por surte, todo quedó en un susto y en varias grapas que dormirán esta noche con el central blanquiazul.

Todo ello, antecedido y precedido por un espectáculo que parecía hacer ver al espectador que lo que iba a presenciar era una final de la Champions League y no un partido del comienzo de LaLiga Santander. Un paracaidista descendía desde el cielo de Madrid para dejar una bandera española en el centro del campo. Suerte que el rival fue el Málaga y no el Barcelona. La estampa hubiese sido más que curiosa. Pero el fútbol une. Y al Málaga siempre le unirá al Atlético el ser el primer rival, tanto del nuevo como del anterior Metropolitano. Fue en mayo de 1943 y el entonces Malacitano cayó por un abultado 8-3 frente al antiguo Atlético Aviación. Ese recuerdo copó la atención en la comida de directivas, en la que dirigentes malaguistas hicieron entrega a los rojiblancos de un emblemático obsequio con la crónica de aquel encuentro.

En la crónica del de mediados de septiembre de 2017 aparecerá solo un gol, el del héroe con melena rubia local que responde al nombre de Griezmann. En verano pudo marcharse y lo de ayer no hubiese ocurrido. Pero se quedó y ayer escribió el primer párrafo de su nuevo estadio. El epílogo del capítulo lo pusieron los fuegos artificiales. Quién sabe si hubiesen sido de otro color en caso de victoria visitante. Griezmann no quiso.

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