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La tortuga y los caracoles (0-0)

  • El Málaga se lleva el premio de consolación de Leganés, al que mantiene un punto por debajo l Penosa primera mitad y ocasión clarísima de Camacho a cuatro minutos del final 

Esta Liga es la fábula de la tortuga y los caracoles, y el de ayer fue un capítulo más de la historia. El Málaga avanza a un ritmo tan lento como peligroso, tiene bien lejos a los que debían ser sus iguales esta temporada. Pero parece un bólido al lado de los que le tienen que apretar por detrás. Las fábulas parecen cuentos para niños, pero ya se sabe que al final encierran una moraleja que todos deben tener bien presente. Eso deberán hacer los blanquiazules de cara al año que viene. Siempre y cuando esto acabe en fábula y no en película de terror, que es el guión que va tomando el asunto cada vez que se arranca una jornada del calendario.

Para un equipo acostumbrado a perder a domicilio, el punto puede suponer un estímulo. Y en cierto modo lo es, más por lo que deja de sumar el rival que por el propio botín. Es más, visto en perspectiva, no perder los duelos en rojo que quedaban (Leganés, Sporting, Granada y Deportivo) casi podría ser sinónimo de permanencia. Tampoco se vislumbra a un rival fácil de ganar en lo que queda, menos aún si se juega como en la mayor parte del partido de ayer.

En el aniversario del último triunfo a domicilio, la primera mitad fue un homenaje a esa inoperancia. Era el Día del Padre, pero los jugadores del Málaga parecían madres. Sin un tiro a puerta, sin miedo que meter a un Leganés que sí salió como si el fuego le quemara el trasero. Si hay algo que no perdona la afición blanquiazul, tan fácil ella de contentar (y ayer ruidosa y presente), es que su equipo no muestre sangre y viveza. A merced del Leganés, el empate al descanso parecía hasta bueno. No ha dado tiempo a fijar una tendencia con Míchel, pero su segunda alineación con dos delanteros volvió a dejar a un equipo seco de ideas. Demasiado desabrigado en el centro del campo y sin soluciones para construir los ataques. Con jugadores que no exhiben talento para desbordar ni para crear juego, sí parece un lujo que el técnico pierda un centrocampista más que ayude a tender puentes y a desaguar.

Una versión atropellada y precipitada de Jony fue la que cambió la presencia blanquiazul en el área rival. Quizá esa sea buena radiografía de este Málaga, tan carente de referentes y líderes. La brava actitud del asturiano, aunque sin mucho acierto, al menos liberó la condena de jugar agazapado y sin ocasiones más allá de un latigazo lejano de Sandro en una de las pocas contras que se recuerdan.

Al menos se pudo celebrar un nuevo partido sin encajar un gol. Hay que remontarse hasta el 19 de noviembre -en el Camp Nou-, hace dos entrenadores, para festejarlo. Eso sí vino bien tras el desastre contra el Alavés, que marcó en sus dos únicos tiros a puerta. Llorente, titular sorpresa, mostró indicios de que igual se puede contar con él. Y Kameni, quizá azuzado por el fantasma de Boyko, se marchó del choque con una parada decisiva a tiro de Rico. Si Míchel se pasó la semana ponderando las virtudes ofensivas de la segunda parte contra el Alavés, ya tiene cómo motivar a los suyos para sujetar al mejor Atlético de Madrid de la temporada el sábado que viene.

Pero la finalización continúa siendo el talón de Aquiles. Sólo un tiro a puerta en un partido de los importantes. Y obra de Camacho. Eso sí, ya quisieran los mejores delanteros rematar como el cabezazo picado que conectó a cuatro minutos del final. Claro que tampoco tiene mucho que acomplejarse Iago Herrerín mirando a otros porteros, al menos ayer. Su tremenda parada es la de la jornada. Por calidad y por impacto en el resultado.

El partido de ayer era larguísimo, tenía continuidad en Gijón. Y allí no llegó el empate pretendido, porque hay caracoles a los que se les está poniendo cara de tortuga. Como al Sporting, que ya mira a seis puntos de los blanquiazules. Al menos, el Granada se queda a ocho y se iguala con el Deportivo. Pero lo preocupante es que al Málaga se le está poniendo cara de caracol.

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