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La era del hastío (1-3)

  • Batacazo sonado del Málaga ante un Las Palmas que venía temeroso

  • Diego González hizo el tanto del honor pero tanto él como Luis Hernández cometieron errores que costaron caro

  • La Rosaleda señaló a Al-Thani

Cuando se produce una ruptura, la primera reacción es de incredulidad. Qué ha pasado, con lo bien que estábamos; cómo llevamos cero puntos tras un calendario tan amable. La segunda fase abre un proceso de digestión que marca cómo se levanta cabeza una vez asumido el palo. Quizá haya llegado ese momento en La Rosaleda. Tal vez sean solo fantasmas madrugadores que espanten futuros resultados; o puede que un consuelo que de tanto tomarlo cada semana ya no haga efecto. Pero lo cierto es que el Málaga empieza a ser un aspersor de hastío. Una sensación que estaba en el rabillo del ojo y ahora es una gran piedra en pleno camino.

Sí, este Málaga no tiene patrón de juego. Míchel ha pasado de mágico a previsible. Hay jugadores de un nivel y un ánimo indignos. Y todo eso tiene remedio, faltaría más a estas alturas. Pero será el enésimo espejismo. Los proyectos conformistas de las últimas temporada han hecho aflorar plantillas mediocres sin más objetivo que una permanencia medianamente maquillada con una buena racha de un mes o un par de victorias sonadas para la foto. Es espectacular acumular diez temporadas seguidas entre los mejores, pero el Málaga es tan solo una oveja más del rebaño. Se percibe no solo en el paupérrimo juego -si es que este equipo maneja algún patrón-, también en la resignación de la afición cuando un rival tan blando como Las Palmas es capaz de cambiar el disfraz de cordero degollado por lobo feroz.

La sensación trasciende al ocupante del banquillo y los portadores de la camiseta, es una cuestión estructural. Un buen goleador o un canterano precoz van tapando boquetes. Pero el Málaga de Al-Thani es un club de parches. Cada temporada se van los mejores y vienen peores. Y la flauta se va quedando sin boquetes.

Perder debería ser doloroso. Pero se ha convertido en tedioso. La afición del Málaga ha dejado de enfadarse para aburrirse. Aunque ayer, eso sí, los cánticos contra el presidente ganaron decibelios y hasta sorna con ese "Al-Thani escribe un tweet".

El tanto de Diego González supuso una efervescencia mentirosa, apenas el honor de hacer el primer gol de la temporada. También sirvió para recordar el poco alimento que necesita esta afición para prender la llama. Pero la combustión se apagó pronto porque desde el terreno de juego no hubo arrestos ni orgullo más allá de la bilis de Recio y el alma que le está echando Mula.

Al fin llegó el gol, pero a balón parado, porque atacar es una piedra en el riñón para este equipo. Basta poner el molde de este verano para radiografiar qué pasó ayer: la defensa no se acopla, la idea en la medular no existe, hay jugadores que ni están ni se les espera, Borja Bastón se pasa más tiempo desesperado que atacando y el banquillo -contando tanto a Míchel como a los recambios-, no mejora lo que hay.

El Málaga es vicecolista, una posición que refleja bien el caldo de cultivo de los últimos años. Dicen los más viejos del vestuario que se está jugando a la ruleta rusa desde hace tiempo, y que este año hay peor equipo que el anterior. Ya no queda la excusa del mercado de verano, pero sí la del invernal. Rolón y Rolan no han debutado, Juanpi tendrá que recuperarse y alguno de los nuevos espabilará. O siempre quedará ese cacareado "hay tres peores". Con 35 jornadas por delante, se pueden remediar juego y clasificación. El mal endémico es otro asunto más allá del césped. Y de Twitter.

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