El Málaga necesitaba un resultado como el de Pamplona. Pero también un encuentro con tantas consecuencias positivas como el exhibido. Más allá de sacar los puntos, el equipo evidenció una sensible mejora en cuestiones relativas tanto a la actitud como a la aptitud. Fue una respuesta magistral en un contexto tenso, ya que la crisis de resultados obligaba a una mejora y coincidió que en la jornada ganaron los tres equipos que estaban en puesto de descenso. Así que la vuelta de Navarra sólo trajo la mala noticia de las sanciones para Jesús Gámez y Darder, más que nada la del fuengiroleño. En cuanto a Schuster, sin duda la victoria supuso un gran refuerzo para él, aunque las enigmáticas declaraciones que hizo tras el encuentro y su actual posición de tensión dejan su situación con un asterisco que tiene más recorrido a nivel interno que externo.

La semana será mucho más relajada por Martiricos. El próximo compromiso, la visita del Real Madrid, sigue siendo un test más que exigente y difícil será arañar al menos un punto. Pero se podrá preparar de manera más laxa tras el rearme experimentado contra Osasuna. Las consecuencias de una previsible derrota contra el Madrid habrá que valorarlas según los resultados que se den, pero el asunto de los averages y los duelos directos por la permanencia que habrá garantizan a los blanquiazules que no caerán en puestos de descenso. El técnico palpa lejanía aunque focaliza su trabajo en conseguir la permanencia bría sido muy factible en el caso de haber salido derrotado de El Sadar. Pero, más allá de lo que ocurrió ante el Valladolid con los gestos y palabras de Schuster a la grada, la situación personal del alemán sigue dando que hablar. Entre otras cosas, porque sus misteriosas palabras en la rueda de prensa posterior al choque se encargaron de continuar regando la incertidumbre. Independientemente de dar a entender que las críticas seguirían en torno a él a pesar de la victoria, dejó una frase sorprendente. "El resultado no influye en nada de lo que se puede decidir esta semana", comentó el preparador. Insistido en el tema, lo zanjó con un "ya veremos, ya verás".

El mensaje del club en torno a su figura es claro: es entrenador del Málaga y lo seguirá siendo. Públicamente no se ha dicho nada de él ni para bien ni para mal desde su famosa polémica el día del Valladolid.

Sin embargo, según pudo saber este periódico por fuentes de las oficinas de Martiricos, el pensamiento no es tan compartido. Existen voces disidentes sobre su labor, si bien cualquier decisión queda marcada por el tema económico. Destituir al entrenador en estos momentos conllevaría un elevado coste dados los cuatro años y medio de contrato que aún tiene por delante, ello paraliza cualquier posible decisión drástica. Algunos de los que le ven trabajar a diario han dejado de creer en él como técnico de futuro y se hallan preocupados por el divorcio entre él y los No se contempla una decisión drástica, que conllevaría un alto desembolso ecónomico aficionados, cuestión que ha quebrantado la paz social, y temen que pueda salpicar el rendimiento deportivo y, por tanto, pueda afectar al objetivo de la permanencia.

Schuster no es ajeno a ello y palpa el ambiente enrarecido dentro de la entidad. Ya comentó públicamente que no se sintió querido por la afición "desde el primer día que llegamos" y es conocido su malestar, algo lógico dado que ya ha habido varios partidos en los que la grada pidió su dimisión y le señaló como culpable de la errática trayectoria en la clasificación. Sin embargo, a día de hoy sigue focalizando sus sentidos en cumplir con el objetivo que se le encomendó para la temporada: salvar la categoría. En ese contexto, la situación se antoja inamovible, por lo que el alemán seguirá en el banquillo blanquiazul hasta el 30 de junio salvo que alguna de las partes modifique su postura.