El escaparate de jugar contra los grandes, en esta ocasión contra el Barcelona, suele servir para que los futbolistas den un plus a su habitual aportación. Pero el Málaga está como está y no es por casualidad. Los jugadores blanquiazules no distinguen de rivales. Naufragan los que suelen hacerlo y apenas llegan a la orilla los que siempre lo hacen jornada tras jornada.
Roberto, el portero, fue el mejor de la defensa. Anduvo muy acertado salvando el 0-1 ante Luis Suárez. Lástima que poco después el acordeón malaguista desafinó para facilitar la revancha del delantero uruguayo. La línea de cuatro zagueros fue un verdadero desastre.
Y eso no significa que los demás estuviesen mucho mejor. Nada más lejos de la realidad. Iturra y En-Nesyri se salvan de la quema. Samu se borró con una expulsión fuera de toda duda y Chory Castro sigue dando lo que tiene, que ya no es mucho. Lacen no está para mucho a día de hoy, pero sí demuestra profesionalidad.
Diego Rolan fue una vez más un jugador artificial. En el minuto 2 de partido, cuando el equipo montaba un contragolpe, se embolicó con el balón y acabó perdiéndolo y facilitando una ocasión para el Barcelona.
Los cambios fueron tres de los refuerzos invernales. Ideye mejora lo que hay y había, los otros (a pesar de algún detalle) son más de lo mismo.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios