El laboratorio del Málaga reabre sus puertas. Cinco jornadas han bastado para comprobarlo. El trabajo de Juan Ramón Muñiz y de su cuerpo técnico, donde destaca Álvaro Reina, está dando sus frutos hasta el punto de que ha resultado fundamental en cuatro de los cinco triunfos blanquiazules. De los ocho goles que lleva el líder de Segunda División, el 50 por ciento han nacido de la pizarra.
Todo el mundo sabe que en Segunda División es algo básico tener recursos a balón parado para decidir partidos. Los equipos son muy competitivos y a veces hacen imposible abrir la lata de otra manera. Muñiz conoce la categoría a las mil maravillas y exprime esta suerte, que hacía mucho tiempo que el conjunto blanquiazul no sabía rentabilizar. En el último curso se desperdiciaron innumerables saques de esquina y faltas indirectas. En este inicio el Málaga es peligroso hasta de banda.
Acapara elogios Luis Hernández, que además de mostrar un nivel defensivo más alto que el año pasado, se ha convertido en un filón gracias a su potente saque de banda. El madrileño inició la acción que terminó desembocando en el 1-2 en Lugo, lo mismo que ocurrió contra el Alcorcón. Aunque el tanto lo terminaron de cocinar Ontiveros y Blanco Leschuk, su origen lleva su sello. El culmen llegó este pasado sábado frente al Córdoba, con una acción de tiralíneas en la que puso un balón en el área para que el delantero argentino se la sirviera de cabeza a Adrián. Una maravilla.
El cuarto tanto nacido del laboratorio lo firmó Ricca, después de una falta que botó con un tacto exquisito Ontiveros, que por otro lado está empezando a ser una pieza básica en el engranaje ofensivo del conjunto blanquiazul.
Tampoco sobra decir que en el Málaga está llamando mucho la atención por razones obvias el aspecto ofensivo de la estrategia, pero pasa desapercibido que en defensa el equipo también ha minimizado riesgos. Los rivales apenas han sido una amenaza a balón parado. La jugada más dañina fue la que se produjo en Almería, fruto también un poco del desorden y la fortuna. Y ahí estuvo Munir para abortar una acción que sí nació de una falta pero cuyo desarrollo fue un tanto casual.
De hecho, el Málaga sólo ha recibido un tanto en lo que va de curso y fue en Lugo casi al empezar el encuentro tras un error de Ontiveros. Es posible que de no ser por aquello llevase ya 450 minutos sin recibir un gol. Son pocas las veces que los contrarios se han plantado con claridad delante de la portería malacitana. El equipo malacitano es el menos goleado de toda la Segunda División evidentemente. Es el sello de los equipos de Muñiz: reducir riesgos, rentabilizar los goles marcados, aprovechar la estrategia, defenderse con orden...
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