Málaga C.F.

La mano de Muñiz

  • El entrenador consigue recuperar en distintas fases a cinco futbolistas que parecían no ser aptos para la causa

  • El último ejemplo es el renacer de Juanpi después de un verano crítico

La mano de Muñiz es firme. La mano de Muñiz se nota. Pero, sobre todo, la mano de Muñiz es justa. Y eso se puede demostrar con tangibles y con intangibles. Desde la primera experiencia que tuvo en el Málaga hace más de una década ya se veía que sabía encontrar la manera de conectar a jugadores que, por diversas cuestiones, estaban desconectados.

Como buena mano tiene cinco dedos. Cada uno de ellos distinto al otro, pero todos útiles en conjunto. Cinco ejemplos, cinco, de futbolistas que están comprometidos con la causa del ascenso tras experiencias complicadas y situaciones deportivas y extradeportivas de diversa índole.

Cualquiera de ellos pudo salir este pasado verano y ahora algunos son hasta pilares del Málaga

El último ejemplo de ello es la resurrección de Juanpi Añor. El venezolano vuelve a ser una pieza útil. Después de un verano complejo en el que no se concretó su salida, a base de silencioso pero arduo trabajo regresó al once titular en competición liguera. Todavía no tiene ritmo para hacer brillar su dorsal 10, pero sus litros de sudor son muy valorados por el técnico.

Similar fue el sendero recorrido por Javi Ontiveros. Un chico con un talento desbordante pero que hasta la aparición de Muñiz no ha terminado de poner su esencia al servicio del bloque. Le quiere con los pies en el suelo y la cabeza todo lo fría posible. Ambos canteranos, si siguen la senda trazada, pueden convertirse en dos de los jugadores más desequilibrantes de la categoría.

El caso de Luis Hernández es curioso. El madrileño fue la sensación en la segunda vuelta de la temporada 2016/17. Llegó en el mercado de invierno y fue el káiser de la zaga. El Málaga le ató y le renovó el contrato al alza. Pero el curso pasado fue una apisonadora para todos, él incluido. Muñiz le ha devuelto la confianza y le ha convertido en el jefe que una vez fue. Le ha quitado el in- a la palabra seguridad.

Algo similar ocurre con Adrián González. Más allá de lo meramente futbolístico, al centrocampista le perseguía la sombra de su padre y entrenador Míchel. Eliminado ese sambenito, le convenció para quedarse y ser importante. Con la salida de Recio e Iturra, no le queda más remedio que actuar en el doble pivote. Sin entrar a valorar lo acertado que pueda estar en ciertos momentos, su entrega es innegable y su compromiso con el proyecto también. Gente de dentro y fuera del vestuario alaban su actitud como capitán blanquiazul.

Otro caso espectacular es el de Cifu. No es la primera vez que el granadino convence a un técnico de que merece estar en la plantilla. Ya ocurrió con Míchel. Pero cambian algunos matices. Aunque la lesión le ha cortado un poco las alas, su temporada estaba siendo colosal. Tiene limitaciones, sí, pero compensa todo con toneladas de trabajo y honradez en el campo. Infatigable, sube y baja el carril como si le fuera la vida en ello. Además, ha demostrado que sabe centrar con cierta precisión, que ya es más de lo que se podía decir de Rosales.

Y lo más llamativo es que todos pudieron salir (de un modo u otro y en distintos escenarios) del Málaga en el transcurso de este pasado verano. Muñiz destaca por saber manejarse en estas situaciones y también sacar el máximo de sus futbolistas. Si a esto se le añade la valentía para abrir las puertas a la cantera, al club le queda un patrimonio deportivo que ya no tenía.

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