Weligton robson pena de oliveira. jugador del málaga cf

"Con el problema del tiroides pensé en dejarlo porque mi vida peligraba"

Siete temporadas después, decenas de entrevistas después, Weligton continúa teniendo mucho que decir. Y hasta lo dice en malagueño cuando se le recuerdan las pintas de su llegada. "Qué pechá de reír", acierta a decir. Porque es un tipo frontal, sin dobleces ni pelos en la lengua. Y, a pesar de todo lo contado a estas alturas, en la buchaca se guardaba una historia impactante, la que la temporada pasada le tuvo medio año en la enfermería y muy alejado de ser ese imponente central que es. Leer su calvario impacta. Sin embargo, le ha vuelto a fortalecer. Todo a los 35 años. Cuando a esa edad alguno ya tiene que pensar en ligas menores, él mantiene esa figura estilizada y las ganas de seguir siendo el Mariscal.

-Empecemos por lo importante: ¡ya le tocaba una alegría con el tema de su nacionalización!

-Por fin, sí. Ya terminé todos los trámites. Tuve muchos problemas que me impidieron hacerlo antes. La gente decía que cómo no la tenía antes, pero no ha sido por falta de empeño o no trabajar en el tema. He buscado hasta que al final lo hemos conseguido. Ya no está en mis manos, está en manos del gobierno. Me dijeron que de tres meses a un año puedo tener la nacionalidad.

-Una vez obtenida, si se diera el caso de tener que elegir España o Brasil, ¿qué haría?

-Me acuerdo bien del tema de Diego Costa, que tanto dio que hablar aquí y allí. Me quedo con una frase suya que me viene como un guante: dijo que España fue el país que le dio todo, y conmigo no es al revés. Yo todo lo que tengo es gracias al Málaga, a España. Sería para mí un regalo para terminar a lo grande. Quiero seguir trabajando para defender los colores blanquiazules, si por lo que sea me toca un día lo otro, pues encantado.

-Vio el España-Holanda en directo. ¿Le impactó mucho?

-Sí, mucho. Sabía que era el último tirón de esta selección, porque hay muchos jugadores que no llegarían al próximo Mundial. Fue un reflejo del Barcelona del último año. Para mí siempre han sido el pulmón del Barcelona y de España Xavi e Iniesta. Se veía que no estaban tan finos como antes, pero tampoco esperaba que sería eliminada en la fase de grupos. En cuartos de final o en semifinal, pero me quedé muy sorprendido con el desempeño de los jugadores.

-Y con Brasil y ese 7-1 también se llevó otro mal rato...

-Tuve la oportunidad de estar en la Copa Confederaciones. Me sorprendió positivamente porque son jugadores que ya tienen cierta experiencia pero a la vez son jóvenes, que juegan en clubes grandes, pero en la selección aún no tenían el peso que debían tener. Jugando en casa, ante su afición, hizo una Confederaciones impresionante. Cambió mucho el chip en el Mundial. Sabía que, sin tener una muy buena selección, por el espíritu aguerrido de Felipao y por jugar en casa podría haber ganado, pero para mí no era claro, claro favorito. Fue demasiado el 7-1. Lo bueno es que no dio tiempo a sufrir mucho, desde principio ya se vio lo que iba a pasar [risas]. Como dije antes, las cosas malas tienen que servir para mejorar. De cara al futuro se habla de que hay que mejorar mucho en cantera e instalaciones. Ojalá sirva de lección para que Brasil abra los ojos y pueda mejorar muchísimo. No sólo en el fútbol, sino en muchos deportes.

-Entremos en materia. Son siete años ya aquí. ¿Recuerda cómo le propusieron venir?

-Ni mi familia ni yo estábamos contentos en Suiza. Mi representante buscaba una salida y me dio la opción de venir aquí. No conocía la ciudad ni el club, pero sabía que la Liga era de las mejores. Bendita llamada, fue un matrimonio perfecto. El club me necesitaba, yo lo necesitaba y hemos crecido juntos.

-Es el único superviviente del ascenso.

-Ha pasado mucho ya. No me imaginaba estar tanto tiempo aquí, pero las cosas han fluido naturalmente. Al final se ha pasado todo este tiempo.

-Con el paso del tiempo la gente cambia, pero su envoltorio sigue siendo el de entonces.

-Pero cambió la edad. Ya no soy tan joven como cuando llegué, aunque la ambición y las ganas son las mismas.

-Vino con Helder. ¿Se acuerda de que todos decían que el bueno era el portugués?

-[Se ríe]. Siempre hay cosas positivas y cosas malas, depende de cómo cada uno las quiera afrontar. Para mí las malas son una motivación. Así ha sido desde el principio de mi vida y los frutos se recogen.

-Nunca mejor dicho, porque usted era aquel granjero que llegó tarde al fútbol.

-La vida me enseñó desde pequeño a valorar las pequeñas cosas. Tengo a gente conocida que ha empezado en equipos grandes y con 27-28 años han terminado en Segunda B o sin equipo. Gracias a Dios, empecé tarde pero con 35 años juego en la mejor Liga del mundo y en el Málaga, que es un club al que tengo mucho cariño y aprecio. Empezar tarde es una ventaja con respecto a muchos jugadores, que es el tema del cuerpo. Soy canijo, tengo 72-73 kilos, así que las lesiones me tenían respetado y eso es algo que ayuda mucho. Lo único fue lo que me pasó el año pasado, que ocurrió algo extraño y difícil.

-A usted siempre le respetaron las lesiones, pero entonces vivió un calvario con los problemas de tiroides y no dijo nada. ¿Cómo fue aquello?

-Muy difícil, lo pasé bastante mal. No sabes qué hacer mientras no conoces la realidad de lo que es. A partir del momento de saber lo que tienes y empezar a controlarte, bien. Pero hasta entonces, sufres muchísimo. Tuve pérdidas de peso, caída de pelo, depresión, ataques cardíacos... coincidió con el nacimiento de mi segunda hija y pensaba que sería porque no dormía por la noche y no descansaba bien, pero cuando hicimos la analítica de los tres meses me enteré de que tenía tiroides.

-¿Fue muy difícil asimilar una dolencia que no es futbolística?

-Desde que me enteré me tranquilicé. Hablé con el doctor aquí y otro de mi confianza en Brasil que me comentó que a cualquier momento podía ocurrir algo, porque me aceleraba mucho el ritmo cardíaco. Desde entonces me dediqué a cuidar de mi salud porque estaba en riesgo mi vida. Y la cosa fue más sencilla. Hablé con el míster, el club y el doctor, que también me explicó los pros y los contras, y empezamos con el tratamiento. Han pasado unos tres meses y me noto mucho mejor.

-¿Dice que llegó a temer por su vida si seguía jugando?

-Sí. Con cualquier tipo de deporte. Te acelera el metabolismo, el ritmo cardíaco y corría el riesgo de sufrir una parada cardíaca.

-¿Llegó a pensar en dejar el fútbol?

-Por supuesto. A lo mínimo que hacía me sentía cansado. Notaba las pulsaciones a 200. Con sólo andar por mi casa lo notaba, así que es normal que llegue un momento que crees que tienes que dejar de hacer deporte.

-¿Lo tiene controlado ya?

-Llevo un mes y medio sin medicación y este mes he vuelto a hacer la analítica para controlar todos los parámetros y por ahora vamos bien. Ahora ya vuelvo a estar centrado en el fútbol.

-Otro reto más para volver a ser ese Weligton que tenía encandilada a la afición.

-Por supuesto. Cuando estás en el campo la gente no sabe o le da igual que tengas un problema o no, quiere ver que rindes al máximo. Yo el año pasado, los momentos en que estuve, no estuve al cien por cien. Intenté dar lo mejor de mí, pero con limitaciones. Espero que este año todo vaya bien y vuelva a ser el Weli de siempre.

-¿Afronta un cambio de chip radical?

-Otro reto. Cada año que pasa hay novedades en el club. También la gente habla de que ya estoy mayor, así que es otro reto que quiero superar. Demostrar que estoy ahí y que puedo aportar mucho.

-¿Hasta qué edad se ve jugando?

-Yo quiero dedicarme a jugar, a disfrutar. Si el club y las lesiones me lo permiten, seguiré jugando. Si no, seré inteligente y sabré cuándo es el momento de parar. Ahora estás en el cielo y en cuestión de horas puedes estar en el infierno. O al mismo tiempo que la gente dice "Weli, mariscal", pueden hablar de un Weli que ya está hecho polvo. Yo no quiero dejar esta mala imagen, quiero salir de la misma manera que llegué, con la cabeza erguida y que la gente tenga el recuerdo de mí de un Weli que lo dio todo por este club y estuvo en los mejores momentos.

-Usted empezó muy tarde, ¿eso le hace ser más consciente de cada etapa en el fútbol?

-Sí. Mi vida está hecha de mucha superación. Tenemos que ser inteligentes y saber dónde estamos. Yo sé que me queda poco y quiero disfrutar de lo que me queda. Para tener una buena imagen del club, el club una buena imagen de mí y siempre disponer de las puertas abiertas para volver a esta ciudad y tener el cariño de la gente.

-Habla de retos. ¿Qué le queda por hacer?

-Superarme a mí mismo, las dificultades que te ponen los años. Y, por qué no, intentar poner al club en lo más alto posible.

-En Barcelona no le quieren mucho, pero aquí le adoran. No es fácil en siete años tener la unanimidad del público.

-Es verdad, noto el cariño de la gente. Tanto de los mayores como de los niños. Es una sensación muy grande. No es fácil estar tantos años en un club manteniendo el cariño de la gente. Lo noto por la calle, donde voy. Siempre que me ve alguien tiene una palabra de cariño, de reconocimiento, por el trabajo hecho. Esta es la imagen que quiero dejar.

-En los primeros partidos de Liga se les ve disfrutar en el campo. ¿Ustedes también tienen esa sensación dentro del campo?

-Sí, el míster desde el principio de pretemporada nos intentó enseñar un estilo de fútbol. Tener nuestra imagen como queremos, no ir a ver lo que pasa. Hacer nuestro fútbol y nos ha enseñado bien. Tenemos salida del balón, tenemos acciones a balón parado, y eso lo hace más fácil. Cada uno sabe dónde tiene que estar, dónde van los balones; eso seguro que se tiene que notar desde fuera.

-¿Hablar de los árbitros tras tres rojas en dos partidos es oportuno o se volvería en contra?

-Tanto lo de Duda como lo de Antunes fue para roja. Aunque también vi dos fueras de juego en el supuesto penalti de Kameni y el gol anulado, porque un jugador de ellos impide que yo pueda disputar el balón. Muchos dijeron que nos habían favorecido, pero creo que no. La de Darder podría haber sido una amarilla como podría haber sido roja. Los jugadores tenemos que ser más listos e intentar quedarnos con once hasta el final de cada partido. Esta semana vi en un periódico que al menos en seis partidos había errores de los árbitros. La Liga tiene que mirar esto, no es normal que siempre haya polémica en unos cuantos partidos. Hay que pagar mejor a los árbitros o traer gente nueva con ganas de pitar o trabajar en ello. El tema del spray, por ejemplo, es una mejoría en el fútbol de hoy, se acabó la polémica de si la barrera se ha adelantado, que generaba discusiones con el árbitro y alguna tarjeta. Eso se va a terminar. Pero en la FIFA no interesa que haya una modernización, como las cámaras. Detrás de las porterías se ponen dos árbitros, ¿por qué no se ponen dos tíos con monitores que digan al momento si ha sido gol o no, penalti o no? Terminaría con muchos problemas en el fútbol.

-Su futuro tras el fútbol está, ¿dónde?

-Lo tengo claro. Si quiero seguir en este mundo, me tengo que quedar en Málaga o en España. Si me voy a dedicar a otra cosa que no tenga nada que ver, volvería a mi país. Pero tengo claro que este año empezaré el curso de entrenador. Quiero hacer también el de director deportivo para que cuando acabe el fútbol vea. La vida está hecha de sorpresas, no siempre se da lo que planeamos o queremos. Pero no me cuesta nada tener el curso en la mano. Si tengo una oportunidad, yo encantado de seguir...

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