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Las visitas se atragantan

  • El Málaga se trae un punto de Riazor tras un partido en el que no jugó bien pero logró adelantarse

  • El rival acabó con diez tras la expulsión de Quique

Jack Harper pelea por un balón en un lance del Deportivo-Málaga.

Jack Harper pelea por un balón en un lance del Deportivo-Málaga. / fotografías: la otra foto

Al Málaga se le atragantan las visitas. Ganó sufriendo en Lugo tras empezar perdiendo, Munir salvó al equipo en Almería in extremis, perdió en Las Palmas y se volvió de Riazor con un punto después de adelantarse. Puede que sea parte del plan y que el conjunto de Muñiz no tenga ningún tipo de complejo por llevarlo a cabo. Pero, aun con todo, se puede y debe pedir un poco más a este Málaga. Eso no contrasta con lo complicado que es lo que está haciendo, ni mucho menos. Sólo se trata de ordenar jerárquicamente la Segunda División. La escuadra de Martiricos tiene que ser y parecer, como la mujer del César. Necesita infundir mayor respeto a los rivales.

Por más que tu plan de base sea uno en el que te ves más cómodo sin el balón, no puedes regalarte como hizo el Málaga en el arranque de partido contra el Dépor. Pocas veces se vio al conjunto malacitano tan a merced del contrario, que no estaba siendo brillante pero le bastaba tener algo de ímpetu y hambre para acorralar al líder.

Todo el mundo sabe que el Málaga está más a gusto si el balón lo tiene el contrario. Pero este modelo no sirve si lo tiene cerca o dentro de tu área y tú no muerdes los tobillos para recuperarlo y matar al contragolpe. A los blanquiazules les faltó seguridad en sí mismos y convicción en los primeros 45 minutos en Riazor. Problemas en la salida de balón, imprecisiones continuadas, lentitud de ideas y de ejecución de acciones que en otras citas dio la sensación que completaba de manera casi mecánica.

La única vez que probó fortuna el cuadro de Muñiz fue pasados los dos minutos con un disparito de Adrián que Dani Giménez detuvo sin complicaciones. El resto fue poca cosa. Ni los saques de banda de Luis Hernández ni otras alternativas sirvieron para generar algo de inquietud en el arco coruñés.

La cuenta del rival, que tuvo el 59 por ciento del balón del pitido inicial al momento de irse a la caseta, estuvo más llena de sensaciones que de tangibles. Munir no tuvo que esforzarse, pero nadie le creó tantas opciones reales de gol en el presente curso. En el minuto 3 pudo adelantar a los gallegos Quique González tras un balón que le sirvió David Simón tras dejar atrás a Adrián. La misma mala puntería de Pablo Marí en la recta final tras cazar en el área una pelota nacida de un córner en corto. Entre medias, un contragolpe que Luis Hernández supo entender y minimizar, con Ricca sumándose para tocar lo justo un tiro de Carles Gil y evitar el peligro.

A la vuelta del descanso Muñiz movió ficha. Quitó a Juanpi, que tenía amarilla y estaba menos fino que ante el Rayo una semana atrás, para dar entrada a Dani Pacheco. Aunque esto no supuso ningún cambio radical en el guion de la película. El Dépor seguía manipulando el esférico a su antojo, con gran presencia de futbolistas dentro de la mitad del campo blanquiazul.

Pero esto es fútbol y el feeling no sube al marcador. Insistió en la opción Luis Hernández el Málaga y alcanzó su objetivo. Como si estuviera escrito. N'Diaye marcó -tras un rechace de Dani Giménez, que detuvo en primera instancia un disparo de Adrián- con la colaboración de Pablo Marí, que fue el último en contactar con el esférico.

Al Málaga le volvió a faltar un hervor, como ante Las Palmas. Cuando mejor lo tenía, permitió al Dépor igualar el partido por demérito propio. Iván, que estaba firmando una buena actuación, se durmió en los laureles y Bergantiños, perro viejo, se aprovechó y asistió a Carlos Hernández.

A los coruñeses el impulso les duró muy poco. La siguiente vez que visitaron el área malacitana Quique González fue expulsado tras un intento de chilena cuyo desenlace fue una patada que impactó en la cabeza de Luis Hernández.

Hablando de cabezas, en la de Harper seguro que continúa la acción en la que pudo decidir el partido. El canterano se encontró solo en el área, pero su toque inicial quizás se marchó demasiado largo y sólo le quedó el recurso de intentar driblar a Dani Giménez, que se le hizo inmenso.

Muñiz le quita importancia, pero su Málaga fuera de casa es menos Málaga que dentro. Obviamente, eso entra en la lógica del fútbol. Sin embargo, caer en la autocomplacencia de los resultados puede terminar siendo muy peligroso. El equipo está cortito en el centro del campo. Para la próxima jornada no estará N'Diaye y eso obligará a tirar de Lacen, Boulahroud o el filial Keidi Bare para acompañar a Adrián. Las comparaciones son odiosas y en este caso más que nunca. Aunque, como siempre, debatir, mejor sumando.

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