Músicas contra la peste | Berlioz

Nocturnales de Berlioz

Hector Berlioz (La Côte-Saint-André, 1803 - París, 1869) fotografiado por Pierre Petit (1863).

Hector Berlioz (La Côte-Saint-André, 1803 - París, 1869) fotografiado por Pierre Petit (1863). / D. S.

Tan romántico como el más furibundo de los románticos y sin embargo un romántico muy singular. Un compositor que no sabía tocar el piano (y prácticamente ningún instrumento; sólo rudimentos de flauta y de guitarra) y que pese a ello se convertiría en figura clave en la evolución de la gran orquesta sinfónica, en cuyo ideal debía contener 467 instrumentistas (incluidos 30 arpas y 30 pianos) y 360 coristas. Hector Berlioz.

Más allá de la utopía y de la extravagancia, uno de esos compositores en los que no es exagerado apelar al difuso, y en general hinchado, concepto de la genialidad, que además fue crítico (a la fuerza, pero honesto y agudísimo), tratadista y autor de las mejores Memorias jamás escritas por músico alguno. La orquesta y el teatro fueron los espacios en los que Berlioz libró sus grandes batallas, hasta el punto de que trató de fundir la idea sinfónica con la del drama. Y hablo de batallas porque, aunque no le faltaron encargos oficiales, chocó a menudo con la Academia, representada por el Conservatorio de París, y con los intendentes de los grandes coliseos líricos franceses, en los que no logró imponerse nunca. El fracaso en 1838 y 1839 de Benvenuto Cellini, su primera ópera, le afectó toda la vida.

Como gran romántico, la noche tiene una presencia constante en la música de Berlioz. Aparece diabólicamente representada en la Sinfonía fantástica; está desde el mismo título en sus Noches de estío, una colección de canciones que prácticamente inaugura el género de la mélodie; deslumbra en sus óperas. Y es que a la noche dedicó Berlioz algunas de sus mejores páginas operísticas: "Nuit d'ivresse", el maravilloso dúo de Dido y Eneas en la que es posiblemente su obra maestra, Los troyanos, que nunca pudo ver representada completa; y "Nuit paisible et sereine", otro dúo, este de su última ópera, Béatrice et Bénédict, que compuso para el teatro de Baden Baden, donde se estrenó en 1862 con gran éxito, pese a lo cual a París no llegaría hasta 1890. La comedia shakespeariana de origen (Mucho ruido y pocas nueces) le permite a Berlioz momentos como este, de esos en los que el tiempo parece detenerse. La Opera Comique de París la ofreció así en 2010, como lavando la culpa de la ceguera de algunos de sus gestores de ciento cincuenta años atrás.

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