ópera

Diez años sin Pavarotti

  • El sello Decca conmemora el décimo aniversario de la muerte de Luciano Pavarotti con un doble cedé recopilatorio y un DVD que incluye un documental y el recital del Liceo de 1989

Luciano Pavarotti (Módena, 1935-2007) durante un recital.

Luciano Pavarotti (Módena, 1935-2007) durante un recital.

El 6 de septiembre de 2007 un cáncer de páncreas acababa con la vida de Luciano Pavarotti, sin duda uno de los cantantes de ópera más mediáticos de la historia. Nacido en Módena en 1935, hijo de un panadero y una cigarrera, la imagen de Pavarotti ha quedado asociada para siempre a un frac, una pajarita blanca y un pañuelo, fieles hasta en sus habituales experiencias tardías junto a las grandes estrellas del pop: "Cuando estoy en el escenario junto al piano, me siento solo y el pañuelo me hace compañía", dijo socarrón a Johnny Carson en una comparecencia televisiva de 1975.

Aunque su padre era cantante aficionado y en la casa familiar solían escucharse grabaciones históricas de Caruso, Martinelli, Gigli o Schipa, Pavarotti tuvo una educación musical tardía y no muy académica. Jugó al fútbol, estudió magisterio, dio clases en primaria y cantó en un coro antes de su debut en la ópera: fue a los 25 años, el 29 de abril de 1961 en el Teatro Municipal de Reggio Emilia con uno de los roles que luego lo harían mítico, el Rodolfo de La Bohème de Puccini, en una función que musicalmente dirigió Francesco Molinari-Pradelli. Alessandro Ziliani, un importante agente milanés, lo escuchó y le propuso un plan para que incorporara cuanto antes otros cuatro títulos a su repertorio: Madame Butterfly, La Traviata, Rigoletto y Lucia de Lamermmoor. Tomada esta iniciativa, se sintió tan seguro de sí mismo para emprender una carrera profesional que en septiembre se casó con Adua Veroni, con la que había mantenido ocho años de noviazgo y con la que tendría tres hijas.

Aquel mismo año hizo una Traviata en Belgrado, pero su gran presentación internacional fue al año siguiente cuando cantó Rigoletto en Dublín; en 1963 se sumaron a la lista Ámsterdam (donde hace por primera vez el Edgardo de Lucia), Viena (La Traviata) y Covent Garden (donde sustituyó a su admirado Giuseppe Di Stefano en unas representaciones de La Bohème). Fue entonces cuando conoció a Joan Sutherland y Richard Bonynge, que lo invitaron al Festival de Glyndebourne y a varias giras. En 1965 canta en Miami y debuta en la Scala, y al año siguiente deslumbra en Londres con la famosa aria de Tonio en La fille du régiment, la obra que unos años después lo convertiría en hombre récord por mucho tiempo, cuando el 24 de febrero de 1968 los berlineses le dedicaron nada menos que 67 minutos de aplausos ininterrumpidos, lo que lo obligó a hacer 165 salidas a escena.

En 1972 el mismo título lo hace triunfar en el Metropolitan de Nueva York, que será uno de sus templos preferidos durante un cuarto de siglo, tiempo en el que allí protagonizó 382 funciones. Consolidado como uno de los grandes tenores líricos del mundo, con un repertorio relativamente reducido, centrado principalmente en los grandes nombres de la ópera italiana del XIX (Bellini, Donizetti, Verdi), su nombre se populariza definitivamente después del recital ofrecido en las Termas de Caracalla, con motivo del mundial de fútbol de 1990, junto a Plácido Domingo, José Carreras y el director Zubin Mehta, punto de partida de uno de los fenómenos asociados a la ópera más lucrativos y célebres jamás concebidos, el de Los tres tenores, que se vinculó también a los mundiales de 1994 (en Estados Unidos) y 1998 (en Francia). A medida que aumentaba su popularidad y una recopilación discográfica de sus arias y canciones más famosas (Tutto Pavarotti) se convertía en fenómeno de masas (12 dobles discos de platino en España), su presencia en los escenarios operísticos empezó a reducirse, aunque su anunciada retirada no se produjo hasta el año 2005. Para entonces, un escándalo había dado ya alimento a la prensa del corazón de todo el mundo para años: se trató de la ruptura conyugal con Adua y su nuevo matrimonio en diciembre de 2003 con su secretaria Nicoletta Mantovani, de sólo 26 años, que en enero le había dado su cuarta hija. Sus colaboraciones con grandes estrellas del pop (Bono, Bon Jovi, Eric Clapton, Stevie Wonder, Sting, Céline Dion…) en todo tipo de proyectos, tanto comerciales como solidarios, se habían hecho también habituales.

Aunque muchos consideran que a partir de mediados de los 80 el arte de Pavarotti fue víctima de su propio éxito, y la belleza indiscutible del timbre pasó por encima de cualquier otra consideración estética y expresiva, el prodigio de su voz juvenil, limpia, natural, radiante, poderosa queda para la historia del canto lírico.

Aprovechando el décimo aniversario de su muerte, la filial española de Universal lanza ahora a través del sello Decca un álbum que incluye un doble cedé y un DVD. El primer disco, dedicado a la ópera, presenta el interés de ofrecer la primera grabación autorizada de un par de fragmentos de aquella Bohème de Reggio Emilia de 1961, así como el Nessum dorma! de las termas de Caracalla de 1990 y un dúo con Cecilia Bartoli de la poco habitual L'amico Fritz de Mascagni. El segundo disco incluye veinticinco canciones, entre ellas sus acercamientos a los más populares temas napolitanos, aunque también se cuela una singular Granada.

El DVD contiene dos documentos ya conocidos. El primero es un documental de algo menos de una hora de duración, escrito y producido por John Walker y publicado en 2013, A voice for the ages (Una voz para la posteridad), en el que el tenor habla en primera persona en un montaje a partir de diversas entrevistas salpicado de fragmentos de actuaciones de toda su carrera. Es una lástima que la Universal española no haya aprovechado la ocasión para añadir subtítulos en castellano a un producto que sólo los ofrece en inglés, francés y alemán. El segundo es la grabación (también ya bien difundida) del recital que Pavarotti ofreció, acompañado al piano por Leone Maggiera, en el Liceo de Barcelona el 8 de junio de 1989 con un programa típico de aquellos años que incluye más canciones que arias operísticas, aunque entre ellas figura una infrecuente Un'aura amorosa del Così mozartiano.

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