XX aniversario del Teatro de la Maestranza y la ROSS

Un escenario abierto a los grandes intérpretes

El repertorio sinfónico y las grandes óperas, la música clásica en general ha tenido en Sevilla su casa en el Teatro de la Maestranza, un fastuoso escenario que sin embargo también ha querido abrir sus puertas a invitados de lujo de otras manifestaciones durante estos últimos 20 años. A través del ciclo Grandes Intérpretes, y también como sede especial de la Bienal de Flamenco o de los extintos Encuentros de Música de Cine, otros sonidos han llenado el espacio del Paseo Colón, de manera muy destacada el jazz y el flamenco.

En el último de los casos, el Maestranza ofrece cada temporada actuaciones de grandes figuras, de ésas que expertos y aficionados subrayan en rojo en el calendario. Leyendas vivas y figuras indiscutibles del momento han comparecido ante el espectacular patio de butacas del teatro desde su creación. En el primer apartado cabe mencionar a Paco de Lucía (éste en la clausura de la última Bienal) y Manolo Sanlúcar, dos verdaderos titanes de las seis cuerdas, responsables ambos de la mayor evolución de la guitarra flamenca en las últimas décadas. Y también, por supuesto, al llorado Enrique Morente, que en varias ocasiones, la primera de ellas en 1992 junto al batería y pionero del jazz be-bop Max Roach, dejó constancia de la hondura de su magisterio, tan respetuoso con la tradición como audaz e intuitivo a la hora de reinterpretarla para abrir caminos verdaderamente insospechados. Carmen Linares, El Lebrijano, María Pagés, Israel Galván, Vicente Amigo, Sara Baras, José Mercé, Estrella Morente, Eva Yerbabuena, Arcángel, Tomatito o Miguel Poveda son sólo algunos de los artistas que figuran en el envidiable cartel confeccionado por el teatro a lo largo del tiempo.

Tampoco han faltado mitos jazzísticos en la programación, comenzando por Nina Simone, la monumental cantante que sólo un año antes de su muerte en 1993 inauguró otro exquisito rosario de visitas que continuó, entre otros, con Herbie Hancock, Sonny Rollins, John Scofield, Chick Corea, Michel Camilo, Gerry Mulligan, Bill Frisell, Wynton Marsalis, Keith Jarrett, Gary Peacock, Jack DeJohnette o Wayne Shorter.

Aunque con menos frecuencia, la música de raíz popular ha tenido sus momentos. En formas más ortodoxas, como Chavela Vargas, reina de las rancheras, del desgarro y el despecho, o evolucionadas hacia formas más sofisticadas e intelectualizadas, tal es el caso de Caetano Veloso, agente crucial del movimiento tropicalista, aquella profunda renovación del folclore brasileño en los años 60, o Franco Battiato, una de las voces más libres e inclasificables del pop italiano en décadas, tanto que su facilidad para transitar igual de cómodamente por la canción ligera, la llamada música culta y la experimentación electrónica ha causado desconcierto no pocas veces. En coordenadas muy diferentes, pero también avalados por su enorme popularidad, han actuado en el teatro el cantautor Joan Manuel Serrat -éste incluso en versión sinfónica- y ese desaforado crooner a la española que es (cada vez más) Raphael.

La cantante alemana Ute Lemper, con sus interpretaciones de qualité de chanson, jazz y repertorio cabaretero, es otro nombre asociado de alguna manera al teatro, como en su momento lo fueron los compositores ligados al cine (pero no sólo a él), entre ellos Philip Glass y Michael Nyman, dos de los más famosos representantes del minimalismo, o los oscarizados Elmer Bernstein (que en 1994 condujo a la Sinfónica de Sevilla en un concierto especial) y John Williams.

En cuanto al rock, su presencia ha sido escuálida, cabría decir casi inexistente. Lo más parecido a él corrió a cuenta de Yann Tiersen, que en 2003, cuando todavía no había remitido la fiebre causada por su banda sonora para Amélie, ofreció una excepcional y muy recordada actuación que dejó a muchos espectadores con el paso cambiado y dividió al auditorio: contundente y en formato de trío, el francés se salió por la tangente con una sacudida de electricidad más propia de Sonic Youth que de las delicadas miniaturas impresionistas y policromáticas para la gran pantalla que lo hicieron famoso en España.

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