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El festival del silencio

  • Hasta 19 conciertos en ocho espacios diferentes, de nuevo con Santa Clara como centro neurálgico, integran la oferta del Festival de Música Antigua de Sevilla hasta el próximo día 22.

Con la enigmática divisa de Silencio comienza la trigésima edición del Festival de Música Antigua de Sevilla (Femás), que se extenderá hasta el próximo día 22, un tiempo en que presentará 19 conciertos en ocho espacios diferentes y un programa de actividades paralelas y complementarias que se reduce a la ya habitual exposición de instrumentos en el Refectorio de Santa Clara (sólo el fin de semana del 8 al 10 de marzo) y un curso de música antigua que corre a cuenta del violagambista cubano José Vázquez y su grupo.

Las principales novedades de esta edición son la inclusión de la ópera barroca que la OBS viene ofreciendo en los últimos años en el Maestranza dentro del programa de la muestra, y la presentación de dos espectáculos teatrales y uno que mezcla la danza con la polifonía renacentista. En cuanto a los nuevos espacios, se incorporan un par de iglesias (Las Teresas y Santa María la Blanca), dos auditorios (el de la Sala Chicarreros, que Cajasol ha bautizado de forma poco comprensible como Salón de Actos, y el del Edificio Falla del Conservatorio Cristóbal de Morales) y una sala teatral (La Fundición), aunque el centro neurálgico del certamen seguirá estando en Santa Clara.

El festival muestra la consolidación de un par de tendencias que parecen afianzarse año tras año: por un lado, el predominio absoluto de los conciertos camerísticos; por otro, la abundante presencia de músicos españoles y, más en concreto, de solistas y grupos sevillanos. La primera tiene que ver con el deseo de ofrecer un alto número de espectáculos con un presupuesto modesto. La segunda acaso tenga también razones económicas, pero es más una apuesta por el producto nacional que parece razonable, dada la calidad que hoy es posible encontrar en España, aunque la proporción (13 de los 19 conciertos recaen por completo en grupos y solistas españoles, y otro más a medias) pueda ser discutible.

La programación de este año no tiene los hilos conductores ni se apoya en la asociación de actividades en torno a un instrumento (la viola da gamba, la vihuela y la guitarra) de otras veces, aunque eso obviamente no resta interés a la participación de un buen número de primeras figuras internacionales de la música, algunos de los cuales participan por primera vez en la muestra, caso del violonchelista francés Bruno Cocset, el clavecinista americano Skip Sempé o el pianista de jazz Uri Caine.

La muestra arranca fuerte, con uno de los conjuntos que más suena por todo el mundo en la última década, L'Arpeggiata, que ya visitó el Festival hace años. Su fundadora, la guitarrista y arpista austriaca Christina Pluhar ha sabido encontrar la fórmula del éxito, uniendo el repertorio culto (fundamentalmente, italiano) del siglo XVII con diversas tradiciones folclóricas más o menos asociadas, y ofrecer la mezcla en espectáculos desenfadados que a menudo lindan con el crossover o el pop. A Sevilla el grupo viene con Teatro d'Amore, repertorio organizado en torno a Claudio Monteverdi, aunque tratándose de L'Arpeggiata uno nunca puede estar seguro de qué obras acabarán sonando en escena. La figura capital de Monteverdi será también la protagonista del cierre, que protagonizará uno de los grandes conjuntos sevillanos, la Accademia del Piacere de Fahmi Alqhai, que presentará su visión, extremadamente teatral y retórica, de algunas de las piezas más influyentes en la carrera del maestro cremonés, con Mariví Blasco y el tenor sevillano Juan Sancho, de importante carrera internacional en ciernes, como principales voces solistas.

Un puntal de la muestra seguirá siendo la Orquesta Barroca de Sevilla, cuya participación se reduce este año a la interpretación en el Teatro de la Maestranza y en versión de concierto de una comédie-ballet nacida de la colaboración entre Rameau y Voltaire. La batuta la tomará uno de los máximos especialistas actuales en barroco francés, Hervé Niquet, que ya participó hace años en el festival con su conjunto Le Concert Spirituel. También a la música teatral de Rameau dedican su recital Pierre Hantaï (un habitual de estos días en Sevilla) y el debutante Skip Sempé, dos de los más admirados clavecinistas de nuestro tiempo. Conocido y muy valorado es igualmente el violonchelista Bruno Cocset, que ahondará con su grupo en el origen y evolución de la música para su instrumento entre los siglos XVII y XVIII.

Nombres cardinales de la música española que participarán en la edición de este año son los de la soprano navarra Raquel Andueza, que tendrá doble presencia (como miembro de L'Arpeggiata y con su propio conjunto de cámara, La Galanía) y los del violinista madrileño Emilio Moreno, líder de La Real Cámara, y su hermano José Miguel, insigne guitarrista de fama mundial, sin olvidar a las sopranos Ruth Rosique, que cantará Mozart, y María Espada, que participa en el Rameau del Maestranza, o a otros cantantes como Mercedes Hernández y Marta Infante, que colaboran en un nuevo proyecto conducido por el guitarrista sudamericano Rafael Bonavita. Ministriles Hispalensis, muy vinculados al festival desde la fundación del grupo, el flautista Ernesto Schmied y sus siempre singulares espectáculos al frente de su conjunto Speculum y el veterano violagambista cubano residente en Viena José Vázquez, que había actuado en la muestra hace más de 20 años, ofrecen también propuestas de interés.

Especial significación tendrá el segundo domingo del certamen, dedicado a Johann Sebastian Bach, con una inteligentemente programada y muy atractiva sucesión de espectáculos: Alejandro Casal y Javier Núñez, dos estupendos clavecinistas sevillanos, miembros de nuestros conjuntos más prominentes, se acercarán por la mañana a las fuentes de la música bachiana; Diego Ares, un joven y ya muy bien considerado clavecinista gallego que debuta también en el Femás, hará por la tarde las Variaciones Goldberg, obra que Uri Caine y su grupo volverán a revisitar por la noche desde la particularísima perspectiva del pianista de Filadelfia, que ya dio a conocer en Sevilla en el Teatro Central en 1999, aunque ahora, seguro, será muy diferente.

Abiertos al teatro

Una de las apuestas más singulares del Femás '13 es la escénica. No conformes con la tradicional relación entre música y teatro a través de la ópera y géneros afines, el festival incluye en esta edición dos programas en los que el arte del sonido se integra de forma diferente en la acción teatral. La joven compañía Claroscuro presenta un espectáculo de títeres que narra una historia de amor entre un titiritero español que acompañó a Hernán Cortes en la conquista de México y una joven mujer azteca, un cuento acompañado por música del Barroco español e hispanoamericano. Por su parte, Nao d'amores, una compañía segoviana con diez años de exitosa trayectoria, se sumerge esta vez en el mundo del teatro medieval presentando la recreación contemporánea de un rito vinculado a la muerte y resurrección de Cristo, que se ha conservado en algunas zonas de España y que se materializaba a través de la manipulación de una imagen articulada. Ana Zamora dirige la dramaturgia y Alicia Lázaro, bien conocida por su vinculación con el Coro Barroco de Andalucía, la parte musical. Diferente, aunque también novedosa en el marco del Femás, será la experiencia que una a la compañía de danza de Antonio Ruz con el conjunto de polifonía alemán Vocalconsort Berlin: su espectáculo resulta tan atrevido como parece, bailar al son de la música religiosa del siglo XVI. A última hora se ha sabido que el director de la compañía y autor de la coreografía no participará como bailarín en la muestra y ha sido sustituido por Dimo Kirilov.

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