Jazz en el Central

El filón peninsular

  • El acreditado ciclo Jazz en noviembre del Teatro Central de Sevilla apuesta hasta este sábado por un programa con referentes del jazz español y portugués

La cantante portuguesa Maria Joao regresa acompañada por su compatriota Carlos Bica.

La cantante portuguesa Maria Joao regresa acompañada por su compatriota Carlos Bica.

Las restricciones y confinamientos en tiempos de pandemia también acarrean sus ventajas. Una de ellas radica en que los carteles de ciclos y festivales musicales se vienen alimentando más que nunca de la geografía cercana, estimulando en un momento de severa crisis estructural la, ahora más que nunca, apremiada escena nacional. En el caso de esta enésima edición del veterano Jazz en noviembre en el Teatro Central de Sevilla, organizado por la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Andalucía, su programa va un paso más allá situando su foco en un bien condimentado encuentro de primeros exponentes de un jazz español en óptimo estado de forma al que se añaden señalados homólogos del contorno portugués.

El evento arrancó este miércoles a las 20:00 (al igual que el resto de directos) de la mano del trío Puerta Sur y de la presentación de su álbum Azabache (2020). Cuentan que fue la pura casualidad la que permitió que algunos de sus integrantes, quienes acompañaban al gran Jorge Pardo en una visita a Galicia, coincidieran en el escenario con otros colegas y pudiesen certificar la química de la relación. Los gallegos Ton Risco (vibráfono) y Dani Domínguez (batería) junto al catalán Joan Masana (contrabajo) se dispusieron entonces a acoplar ideas en este trío de corta vida grupal aunque de dilatada trayectoria en lo particular. Obviamente, en su propuesta no podía faltar la contribución del propio Pardo a la flauta y en la partitura de dos de temas del álbum. Tampoco faltó en el estreno del disco en este ciclo. Otras piezas de Risco y Domínguez más una adaptación del clásico Alfonsina y el mar acomodan un libreto que busca aplicar otra vuelta de tuerca al diálogo entre jazz y flamenco desde una privativa estructura instrumental.

Este jueves 5 de noviembre se producirá el reencuentro de una voz consagrada como María João con las tablas del Teatro Central, tres lustros después de su visita precedente. En esta ocasión, la cantante portuguesa llega acompañada por su compatriota Carlos Bica. El contrabajista trabajó con ella a mediados de la década de los 80 del pasado siglo como miembro de su quinteto y del Grupo Cal Viva. La alianza deparó entonces notables testimonios discográficos -Conversa (1986) o Sol (1991)- antes de que sus itinerarios se distanciaran. La música de João nunca ha sabido ceñirse a un canon estilístico sino que se ha nutrido por igual del folclore de su país que del influjo del estándar anglosajón o del círculo brasileño sin descartar incursiones en ámbitos más arriesgados o multidisciplinares. Plagada de asociaciones -de la japonesa Aki Takase a David Linx pasando por su habitual Mário Laginha-, su admirable trayectoria encuentra de nuevo complicidad en el contrabajo de Bica, uno de los más valiosos músicos del enclave jazzístico portugués, implicado en fecundos proyectos y líder del trío Azul. La guitarra de André Santos y los teclados de João Farinha completan el cuarteto que visitará el Central.

El pianista Jose Carra lidera el trío que clausura el sábado el ciclo. El pianista Jose Carra lidera el trío que clausura el sábado el ciclo.

El pianista Jose Carra lidera el trío que clausura el sábado el ciclo. / Ernesto Entrambasaguas

En 1989, diez años después de la muerte de Charles Mingus (1922-1979), el profesor Andrew Homzy descubrió en el apartamento de su viuda Sue una partitura en gran parte inédita del colosal contrabajista, pianista y compositor. Epitaph había sido estrenada muy parcialmente por Mingus en el controvertido concierto del Town Hall de 1962 en Nueva York pero el músico de Nogales, Arizona, no quedó satisfecho con el resultado y archivó la pieza. Tras su resurrección y remozada por el director Gunther Schuller, la obra, de más de dos horas de duración, fue estrenada por él mismo a la cabeza de una orquesta en la sala Alice Tully Hall del neoyorquino Lincoln Center en junio de 1989, editándose en disco un año después. Interpretada luego en varias ocasiones, es ahora la Clasijazz Big Band -otra vertiente del ambicioso proyecto que desde 1998 impulsa el incansable Pablo Mazuecos desde Almería- quien asumirá ese grandioso reto este viernes con 32 intérpretes bajo la dirección de Ramón Cardo y después de solventar con éxito otras empresas ligadas a gigantes del peso de Duke Ellington o Woody Herman. Músicos de la solvencia de Enrique Oliver, Pedro Cortejosa, Julián Sánchez, Arturo Serra o Ramón Prats, entre otros, confluirán en un ambicioso desafío cuya puesta en escena se antoja fascinante.

El cierre al ciclo, este sábado, correrá a cargo de una formación que se desmarca del contexto convencional del método jazzístico para sumergirse sin ambages en un laboratorio donde, bajo la tutela de la improvisación, convergen gestos originarios del rock o de la marca electrónica. De hecho, el proyecto llega liderado por el pianista malagueño Jose Carra, quien no gusta de fronteras a la hora de sustentar sus composiciones y que ha encontrado productivas coaliciones en la vasta esfera de la música clásica, la popular o el minimalismo. Esquivando la dispersión, el álbum Diario de vuelo (2018) sintetiza este envite con estructura de viaje al que suman en justa correspondencia las aportaciones de Bori Albero al contrabajo y, de nuevo, Dani Domínguez a la batería y efectos electrónicos. El añadido como invitado especial de Enrique Oliver al saxo tenor refuerza esta sugerente invitación con vocación poética.

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